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Disperso y sin liderazgo claro

peronismo
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11 abril de 2016

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

La división del FpV a la hora de votar el acuerdo con los fondos buitre en el Senado cristalizó las dificultades del peronismo para lograr una conducción única.

Poco más de cuatro meses después de sufrir su tercera derrota en elecciones presidenciales libres y sin proscripciones, el peronismo no logra todavía recuperarse. Sin una conducción que sintetice las distintas vertientes justicialistas -lo que hubiera quedado para la cabeza del Poder Ejecutivo Nacional o bonaerense, como enseña la historia del partido-, las diferentes corrientes peronistas que hay tanto al interior como por fuera del FpV, se dispersan y se multiplican.

Como vienen señalando los “peronólogos” Ricardo Sidicaro y Juan Carlos Torre, o especialistas en la cuestión federal como Carlos Gervasoni, ya no se puede hablar de un único peronismo. La creciente complejidad de las sociedades actuales, la desnacionalización de los partidos y la territorialización de la política, entre otros factores, hacen que sea imposible. Sin embargo, en los últimos tres meses, esa división se acentuó.

Sin una referencia nacional clara -con Cristina Fernández deslegitimada como líder por algunos sectores internos y sin aparecer desde el fin de su gobierno-, los gobernadores del PJ, el escalafón de mayor poder institucional del peronismo hoy, se replegaron sobre sus distritos y emprendieron sus propios juegos individuales frente al Gobierno Nacional.

A priori, se especulaba con que los incentivos para oponerse en bloque al gobierno de Mauricio Macri podrían alentar la unión del mundo peronista. Sin embargo, la división del bloque legislativo en Diputados y la votación del acuerdo con los fondos buitre en el Senado probaron que no fue así. En Diputados, cinco legisladores del FpV votaron a favor del proyecto oficialista, en contra de la posición del jefe de su bancada, Héctor Recalde. En el Senado, Miguel Angel Pichetto dio libertad de acción y el bloque se partió en 26 votos a favor (entre ellos, el del propio Pichetto) y 13 en contra.

El respaldo de Pichetto a la iniciativa fue un segundo motivo de festejo para el macrismo. En términos legislativos, porque su voto arrastró el de otros senadores que responden a él, lo que ayudó a agrandar la base de respaldos de la iniciativa. En términos simbólicos, porque expuso de manera cristalizada las diferencias al interior del peronismo y el giro del FpV de una oposición más dura frente a Mauricio Macri que embandera el kirchnerismo, a una más permeable.

Encontrar un caso en el que el FpV haya votado dividido en el Senado es difícil, cuando no imposible. Siquiera la Resolución 125, que consiguió erosionar la base de aliados radicales y de peronistas de las provincias, logró quebrar al FpV en la Cámara Alta.

Así todo, parte del mérito de la división peronista es también del macrismo. Desde el primer día, afianzar su relación con los gobernadores fue una prioridad para el Gobierno. Favorecido por la concentración de recursos en manos del Estado Nacional que heredó del kirchnerismo y haciendo una buena lectura de las necesidades financieras de las provincias, el Gobierno negoció con los mandatarios provinciales individualmente y desarticuló los primeros intentos que habían hecho por unirse a principios de año.

Hacia adelante

El 8 de mayo, el PJ tendrá sus elecciones internas partidarias para renovar autoridades. Si bien hubo al principio varios desencuentros, finalmente se dejaron de lado los nombres que generaban más repudio en unos y otros sectores y se llegó a una única lista de unidad, que encabezarán José Luis Gioja, Daniel Scioli y el dirigente gremial Antonio Caló. La elección de los nombres, a priori, garantiza que serán contenidos los distintos sectores del partido, aunque la visión que tengan respecto del pasado y del futuro no vaya necesariamente a confluir ni las divisiones dejen de existir.

Por otra parte, para el kirchnerismo, que polarizaba con el núcleo del PJ por encabezar la conducción, le será difícil oponerse a la lista convenida. Después de todo, los elegidos son los del candidato presidencial elegido por Cristina, el líder de la CGT kirchnerista y un ex gobernador que respaldó entonces a la ex Presidenta y que hoy forma parte de la bancada que lidera Recalde. Más aún, dado que cuenta con el respaldo de figuras como Jorge Taiana, Fernando Navarro, Carlos Kunkel, Julián Domínguez y Juan Manuel Abal Medina, entre otros.

No obstante, las internas no desaparecerán y la experiencia muestra que la conducción real del peronismo no se definirá hasta las elecciones de medio término por la senaduría nacional en representación de la provincia de Buenos Aires, como sucedió en 1985 y 2005.

Mientras tanto, fuera de la pelea por el PJ pero dentro de la carrera por ser el candidato peronista más votado de 2017, hay varios, entre los que se cuenta principalmente Sergio Massa.

En esta próxima etapa inmediata, Massa intentará acercarse a los sindicatos con una agenda favorable a sus intereses (prepara un proyecto de Ganancias y de despidos junto a la CGT, que va camino a su reunificación), y buscará ser mediador entre la Casa Rosada y los gobernadores, aprovechando el activo que representa el peso de su bancada en la Cámara Baja, de la que varios peronistas de las provincias forman parte. Gobernadores como Carlos Verna, los Rodríguez Saá o Mario Das Neves, sin una referencia clara a nivel nacional, también querrán participar de la mesa de decisiones del peronismo que venga, como también probablemente los sindicalistas.

Los ejes divisorios en el peronismo son muchos. Las diferencias entre quienes sostienen el liderazgo de Cristina y los que piden una renovación de dirigentes, es un punto central, aunque no el único. Todo indica que el camino hacia la reunificación, si existe, demorará más de lo esperado.

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