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MacrienYapey1
MacrienYapey1
17 junio de 2016

(Columna de Nicolás Tereschuk y Mariano Fraschini)

El Gobierno quiere exhibir como activo el cambio del modelo imperante en los últimos años.

¿ Es posible realizar un plan de ajuste exitoso políticamente? Quizás la pregunta de manera más precisa y adecuada ante el momento actual sería la que, nos parece, es la pregunta del millón: ¿cómo “vender” políticamente un ajuste sin una crisis ?de descontrol inflacionario, bancario, monetario, laboral? previa?

Es que lejos de las crisis hiperinflacionarias y de los desequilibrios económicos históricos en el país, el gobierno de Mauricio Macri inició su mandato con las variables macroeconómicas relativamente controladas. De hecho, en el primer día hábil de su gestión anunció la eliminación a las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz, girasol, carne y productos de economías regionales, bajó 5 puntos porcentuales lo que se cobra por las exportaciones de soja y también dio beneficios a las exportaciones industriales y mineras. Es decir, a la inversa de los gobiernos que necesitan recaudar de forma inmediata urgidos por el desfonde del Estado, el Presidente desdeñaba continuar con la existencia de dichos tributos, con el objetivo de asegurar un “clima de inversión y de reparación” al primer sector de la economía. A la inversa de Eduardo Duhalde, quien implementó las retenciones luego de la devaluación del año 2002, Macri las eliminaba en un contexto devaluatorio. El sólo hecho de que haya planteado un desfinanciamiento en el corto plazo porque ?de acuerdo a su concepción? redundaría en más recaudación en el mediano plazo, habla de que las urgencias de Macri no eran similares a las de Duhalde. Tampoco a las del primer Carlos Menem, entrando con “cirugía mayor sin anestesia” a un Estado sin reservas. No eran parecidas por cierto a las de Néstor Kirchner, piloteando políticamente una expansión de la economía pero en un contexto de híperdesempleo.

La gestión de Macri avanzó con una serie de medidas que -sea por las “dos velocidades” con las que se toman, o directamente por el menú ortodoxo del que surgen- implican transferencias de fondos de los sectores más bajos a los más altos de la pirámide social. A la devaluación con suba de precios y quita de retenciones se puede sumar, por ejemplo, el cálculo que hizo Miguel Bein sobre una transferencia directa de las familias y empresas que pagan tarifas de servicios públicos a las empresas del sector energético por US$ 2.000 millones.

Lo que más llama la atención del ajuste encarado es que se dio en un contexto de crecimiento económico (2,6% del producto en 2015, según el índice oficial dado a conocer durante la actual gestión). Esta última resulta la novedad más destacada ya que la historia económica argentina manifiesta que los planes de ajuste estructural se realizan en contextos recesivos o suelen anteceder a crisis hiperinflacionarias. El gobierno de la alianza Cambiemos lo hace en un contexto distinto, al menos desde el retorno a la democracia en 1983. Esto constituye una experiencia novedosa para la economía nacional y nos interroga acerca de la viabilidad política de este fenómeno que podríamos denominar “ajuste sin condiciones”.

En ese marco nos interrogamos acerca del núcleo central de esta nueva experiencia política en Argentina: ¿cuál es el horizonte que el gobierno de Macri plantea como futuro? Teniendo en cuenta que en escaso año y dos meses comenzará el cronograma electoral, ¿cuál será el “activo político” que el gobierno de Cambiemos presentará a la sociedad para consolidar la propuesta de cambio? A simple vista, el modelo económico del Gobierno se sostiene en desmontar las variables centrales del modelo anterior en un contexto de ausencia de crisis. La posibilidad de una inflación a la baja y de un dólar contenido podrían ser dos variables a “poner en valor”. Pero el hecho de que no se provenga de una hiperinflación o de un descontrol cambiario ¿no le recorta impacto político a esos posibles logros?

La implementación de este nuevo modelo económico, en principio tiene como contenido central desmantelar una serie de políticas encaradas durante la década pasada, lo que en el corto plazo genera una serie de conflictos o resultados que son calificados por el propio gobierno como negativos o “dolorosos”.

Sin plantear ningún tipo de interrogante acerca de la factibilidad económica y política de este camino, el activo político que el Gobierno promete a futuro (y el cual será clave en su performance electoral) no aparece en toda su dimensión. Recordemos que Alfonsín pudo mostrar su “Plan Austral” en un contexto de “consolidación democrática” para la legislativa de 1985, Menem la “estabilidad” como salida de la “hiperinflación” para su 1991 y Kirchner “el país normal” como la contracara del final del gobierno de la Alianza en 2005, para nombrar presidentes que le pusieron nombre y apellido a sus activos políticos de cara a revalidar sus gestiones en la primera elección de medio término. Las herencias denunciadas por esos presidentes resultaban verosímiles ante la opinión pública -el terror de la dictadura en Alfonsín, la hiperinflación en Menem y “el 2001” en Kirchner- y se convertían en la principal fuente de legitimación de los activos políticos presentados por estos líderes presidenciales. La pregunta que surge entonces es ¿cuál será ese activo político en el caso de Macri?

Como se dijo, la caída de la inflación y un dólar “planchado” podrían ser elementos a mostrar, aunque debería evitar al mismo tiempo la gestión de Cambiemos una suba del desempleo que -quizás más en el mediano plazo- puede generar malhumor. Otro activo posible de mostrar sería el de la lucha contra la corrupción. Sin embargo, el escándalo de los “Panamá Papers” y la confusa aparición de dinero del Presidente en Bahamas pueden complicarle ese trayecto.

Por lo que entonces ¿será el propio modelo de “sinceramiento” de la economía el activo político del gobierno de Macri? Podrá argumentar el Presidente de que esta “cirugía con algo de anestesia” será el elemento más importante en vista a recuperar el sendero económico del país. Ante la ausencia de índices macroeconómicos favorables de cara a la coyuntura electoral del año próximo, el modelo del ajuste aparece como uno de los puntos que el Gobierno pondrá sobre la mesa como activo de sinceramiento de la economía. El cambio de modelo económico, por lo tanto, oficiaría de activo para ganarse a una opinión pública aún esperanzada con las bondades del Cambio. ¿Le alcanzará para lograr sumar más diputados y senadores?

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