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Los candidatos kirchneristas

11 agosto de 2011

(Artículo de Carlos Fara, publicado en la edición nº37)

El oficialismo tuvo aciertos y fracasos al elegir a sus representantes en las provincias.

A partir del mal desempeño de Agustín Rossi en la elección de gobernador de Santa Fe, y la derrota de Daniel Filmus en la Capital, se produjo un debate sobre si el perfil de los candidatos kirchneristas es poco adecuado para ganar elecciones. Como siempre, algunos medios sacan conclusiones apresuradas impactadas por el corto plazo. Repasemos qué pasó desde que empezó el año.

En Misiones, Salta, Neuquén y La Rioja fueron reelegidos los gobernadores, encolumnados con el Gobierno Nacional, pero que ya tenían perfil propio. En Tierra del Fuego, Rosana Bertone ya era una dirigente instalada previo a esta elección, y si bien perdió por muy poco en el balotaje, tuvo un muy buen desempeño en la primera vuelta, al punto que se pensaba que la diferencia que había obtenido era indescontable.

Ni Filmus ni Rossi eran los mejores candidatos en sus respectivos distritos. Pero el senador porteño era el más instalado como candidato en las encuestas y Rossi surgió de una primaria abierta. De modo que no se puede decir que alguno de los dos hayan sido errores políticos.

En Santa Fe, Omar Perotti era mejor candidato para la general, pero salió segundo, y

por eso la Presidenta lo eligió para encabezar la lista de diputados nacionales. En la Capital, la alternativa era Amado Boudou, quien si bien no tenía la instalación como candidato que sí tenía Filmus, su perfil era cualitativamente distinto, pudiendo captar votos no progresistas.

Pero más allá de Filmus y Rossi, también hay dos casos exitosos: Lucía Corpacci, quien

dio vuelta 20 años de gobierno radical en Catamarca y Carlos Eliceche, que técnicamente empató la elección para gobernador en Chubut. Vale destacar que el apoyo a ambos fue una decisión personal de la Presidenta.

Está claro que en distritos grandes, con candidatos inadecuados ?ya sea por falta de

carisma, por antecedentes negativos como su rol frente a la crisis del campo, o por no tener un perfil que amplíe el cepo kirchnerista? y con campañas que se centran demasiado en lo ideológico y la bajada al distrito del modelo nacional, el desempeño electoral dista mucho del esperado. Parecería que cuando deben remar con la corriente en contra, y donde pesan más los medios, les resulta difícil diseñar estrategias astutas, y adecuarse al contexto.

Parte de la recuperación del kirchnerismo poscrisis del campo se centra en haber

multiplicado las redes de difusión de sus posiciones, pero no con una lógica ideológico? racional clásica (típico de la izquierda dura), sino aprovechando los elementos de la matriz cultural que le permitieron instalarse en el plano simbólico y afectivo. De esa manera funcionó con la ley de matrimonio igualitario, la estatización de las AFJP, la asignación universal, etcétera. Multiplica los voceros ?no son sólo los políticos y funcionarios, sino también representantes de sectores sociales- y se expresa a través de valores, no de bajadas de línea axiomáticas. La comunicación efectiva no es lógico-racional e ideológica clásica, sino emotiva, simbólica y valorativa (ya nos hemos ocupado del tema en el artículo “El setentismo aggiornado”, publicado en el estadista en agosto de 2010).

Es altamente recomendable que todos los candidatos lean a George Lakoff, lingüista

estadounidense identificado con el progresismo y autor del famoso “No pienses en

un elefante”. Allí da una serie de recomendaciones para estructurar el discurso, cuyo

consejo central es no utilizar los marcos contextuales del adversario, para no ayudarlo a reforzarlos en el sentido común de los electores.

Desde ese punto de vista, el Gobierno kirchnerista poscrisis del campo ha creado los suyos y vienen predominando en “el sentido común” del electorado a nivel nacional.

Sin embargo, las realidades locales indican otros contextos de procesamiento del

electorado cuando se trata de comicios distritales o provinciales. Pensar que se puede

aplicar el mismo marco discursivo sin investigar previamente la adecuación es un error estratégico sustancial. Las estrategias son trajes a medida, no “prêt-à-porter”.

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