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Poco ruido en la ciudad vidriera

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13 octubre de 2016

En la CABA, aún no existe Cambiemos y la fragmentación peronista replica la nacional, pero sin estridencias.

Existen dos o tres lugares comunes que, no por transitados, dejan de tener cierto anclaje real. La provincia de Buenos Aires, debido a su peso demográfico, se convierte con regularidad bianual en “madre de todas las batallas”, más allá de quien sea la fuerza que gobierna o las necesidades opositoras. Con su cordobesismo proto-autonomista, “bochinchero y ladino”, la provincia mediterránea exacerba las tendencias de opinión en estado de germen en otras partes y las esparce, tempranamente. Y la Ciudad de Buenos Aires, idiosincrasia portuaria acumulada y habituada al centralismo de sus medios de comunicación, suele no defraudar los motes de vidriera o caja de resonancia de la política argentina. Lugares comunes, todos ellos, con variantes según las circunstancias, sujetos a matices y excepciones que suelen confirmarlos.

En el caso de la Ciudad, la vidriera luce todavía entreabierta. En un resignado segundo plano, de bajo perfil. Sin las estridencias de campaña con arranque anticipado. Y con una gestión local lejos de estar en el ojo de la tormenta (renuncia de Darío Lopérfido, ¿la excepción?). Allí, el PRO es oficialismo desde 2007 y pretende consolidar una base que le permita, con las elecciones de medio término, no tener sobresaltos en la Legislatura o, por lo menos, quedar lo menos atado posible a trabajosos acuerdos; y, sobre todo, revalidar en el sitio desde donde el presidente Mauricio Macri pudo construir su salto nacional. Las cartas todavía no expuestas de Martín Lousteau, duro rival de Horacio Rodríguez Larreta el año pasado, embajador argentino en Estados Unidos y aliado incómodo, acercan las primeras señales de alarma, en un contexto de dispersión opositora y en un distrito en que Cambiemos todavía no está formado como tal.

Lousteau, precisamente, puede convertirse, otra vez, en un actor importante. O más o menos decisivo, para la suerte de unos y otros. Cerca de él (políticamente, se entiende) sostienen que evalúa la posibilidad de enfrentar al PRO el año próximo. Y no en primarias. Que existe una porción importante del electorado que encontró una referencia en Lousteau y que abandonar ese caudal para sumarse a la interna del PRO sería una torpeza. “Cuando Lousteau aceptó ser Embajador le dejó claro a Macri que ECO seguirá siendo una alternativa para gobernar la Ciudad”, señaló hace unos días Hernán Rossi, legislador radical porteño y presidente del bloque Suma+ en ECO, a modo de advertencia y exhibiendo la disconformidad que caracteriza al espacio ante la poca generosidad del gobierno porteño con ellos. “Lousteau es un aliado pero debe definirse”, respondió Francisco Quintana, jefe de la bancada macrista, días más tarde, en un tiro por elevación también para el radicalismo, que ya comprometió “fidelizar” en cada distrito su estrategia electoral para el año próximo.

TERRITORIO

En la Ciudad, el PRO construyó una maquinaria electoral aceitada y un aparato propio, territorial. Más clásicos de lo que se sugiere. Con acuerdos trabajosos en la Legislatura, pero sin aliados de peso en términos electorales. Bastándose solo en la gestión, aunque con algún sobresalto en términos electorales. El que tuvo, precisamente, frente a Lousteau fue el más importante. Rodríguez Larreta lo derrotó por escaso margen (51,64% contra 48,36%) en el balotaje de julio de 2015, y puso en riesgo la fuerza política de la candidatura de Macri, en las semanas previas a las primarias presidenciales. Sin conformar Cambiemos todavía, como ya sucede en otros 18 distritos. Y lejos del esquema de aliados que le permitió llegar a gobernar la provincia de Buenos Aires. Aunque con una oposición que, si bien es más numerosa en términos nominales, tiene bastante menos capacidad de dañar el predominio del PRO. Entre otras cosas, porque le cuesta posicionarse como oposición.

Los casos del radicalismo y la Coalición Cívica son bastante claros, en ese sentido. En su doble pertenencia. Ambos apoyaron la candidatura de Lousteau y forman parte de ECO (léase, Energía Ciudadana Organizada) en la Ciudad. Y están lejos de ser parte del oficialismo, como sí sucede a nivel nacional, con críticas respecto de la forma en que se asignan recursos y con votos adversos. El de los legisladores de la CC-ARI para la creación de la Agencia de Bienes, entre otras iniciativas, muestra eso. Y dejan margen a Lousteau, de buena imagen entre los porteños y más que aceptable intención de votos, para repetir suerte en 2017. Aunque Elisa Carrió ya dejara trascender que su delfín en 2015 no lo será el año próximo si esto supone herir las posibilidades de la coalición a nivel nacional. Y aunque la UCR nacional más que sugiera la necesidad de acordar con el PRO también en la Ciudad.

DISPERSION

Con 28 diputados propios, el oficialismo local necesita los seis votos del espacio Suma+ o los dos de la Coalición Cívica para lograr mayorías. Sobre todo, en aquellas iniciativas que implican mayorías especiales. Los ha tenido en algunas oportunidades y se los han retaceado en otras. Pero, como en ocasiones pasadas, el PRO se hace fuerte en esa fragmentación. La que sufre el peronismo porteño, por caso, también contribuyó a varias votaciones transversales, con apoyos coyunturales y provisorios, pero concretos. La partición en tres del bloque del Frente para la Victoria (antes de 13, ahora de 9) es paradigmática en ese sentido. Replica de alguna manera la divergencia de lecturas sobre el presente político que opera en el peronismo a nivel nacional, pero con menos estridencias (otra vez) que la interna bonaerense entre distintos grupos de intendentes o que los gestos de diferenciación de los gobernadores justicialistas (por caso) en relación al liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner.

Se sabe, pues, el Frente para la Victoria nunca pudo hacer pie electoralmente en la Ciudad y tuvo en el distrito a buena parte del núcleo duro de su oposición. No obstante, obtuvo buenas performance con Daniel Filmus como candidato (aún hoy el dirigente que mejor mide en el espacio) y podría capturar algo de aquella oposición social con espacios vacantes de representación. El rumbo que finalmente tome Lousteau marcará cómo queden dispuestas las fichas en el tablero. También, la decisión que adopten sus aliados, en un sentido o en otro (la UCR y la CC-ARI, por cierto; pero además el Partido Socialista, GEN y Libres del Sur, que también son parte de ECO). Y marcará, de alguna manera, cuánta vacancia quede por representar.

Mientras tanto, la ciudad vidriera persiste en un resignado segundo plano, de bajo perfil. Por ahora, dicen

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