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Un año de gobierno

11 diciembre de 2016

Hubo cambios positivos pero también falencias que no se compadecen con el 8 con el cual se autocalificó el Presidente.

El Presidente califícó con 8 puntos su gestión a un año de comenzada. La autopercepción no es un tema menor. Nos sirve como indicador de la mirada que tiene el Presidente sobre la realidad. Para Cristina, ella y su marido habían sido los mejores presidentes de la Historia Argentina, en una suerte de Disneylandia liderada por superhéroes. ¿Los 8 puntos de Macri fueron en relación con sus tres objetivos: pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y unión de los argentinos?

No hace falta referir los datos de la economía para retratar la complejidad de un año con pérdida de actividad en los distintos rubros y de niveles de consumo de la población. La pesada herencia del kirchnerismo todavía puede justificar la dificultad de la obra prometida, pero es obvio que falta algo semejante a un plan de gobierno. Y este año hemos recibido una cachetada como país al conocer la cifra de una pobreza que supera el 32% de la población. Y este Gobierno aumentó el número de pobres.

¿Qué cambió en un año? La modificación del funcionamiento de varias instituciones, aunque ello no significó un cambio sustancial de la situación económica y social.El nuevo funcionamiento del Congreso fue una buena noticia. Al no tener ningún partido mayoría para cristalizar sus deseos en el Legislativo, las leyes tuvieron que contar con la negociación y el consenso de distintos sectores. La novedad fue que los proyectos del Poder Ejecutivo se modificaron de acuerdo a las consideraciones de legisladores de la oposición resultando una legislación con mayor consenso y que incluye otros puntos de vista diferentes a los del Ejecutivo.

En relación con el funcionamiento del Ejecutivo también hubo novedades. A diferencia del anterior gobierno han vuelto los encuentros regulares del gabinete y el presidente ha resaltado la importancia del funcionamiento en equipo. En relación con el liderazgo presidencial ?también a diferencia del anterior? está más predispuesto a escuchar distintas opiniones y se resalta el estilo de gestión pluralista democrático. No obstante, el Presidente ha evidenciado cierta terquedad, por ejemplo con el tema de las tarifas al defender la necesidad del ajuste sin considerar el disparate de los aumentos, cuyos montos desorbitados fueron, en parte, resultado de una gestión poco eficiente de su ministro de energía y de su equipo de gobierno. El punto central del liderazgo de un presidente es lograr que le crean. Hasta ahora lo ha hecho, pero la tarea no es sencilla. El Presidente debe ser un buen comunicador. Todavía no se probado suficientemente esta cualidad necesaria para mantener la legitimidad. Su método de gobierno fue, en parte. el ensayo y el error, pero ya no hay demasiado espacio para seguir practicándolo.

Respecto de la economía la sensación es que “no arranca”. La consigna del cambio en el “segundo semestre” no fue una buena idea. El exceso de expectativas y optimismo no se tradujo en una lluvia de dólares. No obstante, el Gobierno fue eficaz respecto de la salida del cepo cambiario y el acuerdo con los tenedores de deuda argentina (holdouts). La quita de las retenciones al campo, produjo un reavivamiento del sector que resultó positivo para la maltrecha economía y la necesidad imperiosa del ingreso de divisas. Otra medida necesaria e implementada fue la reorganización del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), intervenido en 2007 y que desde entonces ofrecía datos económicos y sociales imaginarios.

En relación con la política exterior fue positiva su diversificación y una agenda internacional de puertas abiertas. Argentina dejó de militar en el hoy maltrecho eje bolivariano, se acercó a Europa y propuso un cambio hacia unas relaciones maduras con Estados Unidos. Se verá en los próximos meses como se ajustará la relación con el ingreso de Donald Trump a la presidencia. Este viraje se está llevando a cabo sin descuidar las relaciones con países como Rusia y China, con los que el gobierno anterior tenía aceitadas relaciones. En lo regional, además de la responsabilidad del país en Mercosur, Argentina ingresó como país observador de la Alianza del Pacífico, integrada por México, Chile, Colombia y Perú. Pero la política exterior ha tenido algunos errores de la mano de la Ministra Malcorra, por ejemplo en relación con el tema Malvinas o sus inoportunas declaraciones sobre el triunfo de Trump. Y un problema serio en la política exterior se ha sido la prisión de Milagro Sala, cuya libertad ha sido reclamada por organizaciones internacionales como la ONU y la OEA. Si bien el responsable no es el Gobierno Nacional sino la Justicia de la provincia de Jujuy, todo el oficialismo ha pecado, en el mejor de los casos, de inexperiencia. Sala está en prisión desde enero. Es obvio que debería haber sido liberada por la primera denuncia y después, en todo caso, haber sido detenida por los otros supuestos delitos.

Entre los aspectos negativos del nuevo gobierno hay que computar su pobre y confusa interpretación de la legalidad, más allá del discurso en favor del Estado de Derecho y el funcionamiento republicano. Un gobierno de CEO con pocos expertos en derecho puede incurrir en errores jurídicos groseros, aún de buena fe. Por ejemplo el intento de nombramiento de forma unilateral de dos cargos en la Corte Suprema de Justicia. En la misma línea cabe referir los aumentos en las facturas del gas de hasta el 1.000 %, incremento que eludió el llamado a audiencias públicas, requerido en virtud del artículo 42 de la Constitución Nacional.

Este 2016 fue un año de judicialización de la política. Por tribunales pasaron parte de los temas vinculados con la política y ex funcionarios del anterior gobierno incluida la ex Presidenta. Así continuará en los próximos años, seguramente.

Si bien existe la percepción de una economía que “no arranca”, al Gobierno le ha ido mejor en la cuestión política. Pudo mantener la gobernabilidad y obtener la mayoría de las leyes perseguidas en el Congreso. Otro sector político relacionado con la gobernabilidad es el sindicalismo. Macri ha logrado suavizar sus relaciones y ha devuelto a los gremios dinero adeudado en relación con las obras sociales. El año próximo le será más difícil al Gobierno obtener apoyos en el Congreso. En un año electoral la búsqueda de diferenciación por parte de la oposición y el señalamiento de errores del Gobierno suelen ser material de campaña electoral.

El Presidente ha aprobado complejos desafíos en 2016, pero está lejos de obtener un 8. La deformación subjetiva de la realidad puede asimilarse a gobernar con las cifras imaginarias del anterior Indec.

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