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Rosca criolla en la era Trump

Trump
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13 febrero de 2017

(Columna de Néstor Leone)

1. GEOPOLÍTICA

La región ya no es la misma que hace un quinquenio. Cambios de signo partidario en el gobierno de algunos países y cambios en el sentido de sus políticas. Más o menos profundos, según los casos. No obstante, los augurios o presagios de final de ciclo (progresistapopulista) permanecen en disputa, abiertos. Con la incertidumbre que genera la gestión en Estados Unidos del republicano Donald Trump como nuevo emergente. El giro del gobierno de Mauricio Macri en política exterior (drástico en algunos aspectos, sobreactuado en otros) se inscribía en aquella geopolítica de la región en ciernes. Por eso la visita de Barack Obama como caso testigo del eje que se pretendía asumir como propio y la apuesta consustanciada por los candidatos demócratas. Por eso la adhesión temprana a la Alianza del Pacífico como miembro observador y la apertura discursiva hacia acuerdos de nuevo tipo como horizonte de sentido. No obstante, el triunfo (inesperado o no) de Trump obligó a revisar algunos cosas. Aunque se persista en la misma matriz, en la misma mirada del mundo. A contramano de la impronta proteccionista que el magnate pretende darle a su gestión. Es cierto, los impactos nunca suelen ser tan lineales, ni las políticas de la potencia del Norte generan necesariamente efectos concatenados. Pero parece difícil abstraerse a subas posibles en las tasas de interés, a nuevos aranceles proteccionistas, a una política comercial más agresiva o al cambio eventual del valor relativo del dólar frente a otras monedas que disponga el Tesoro. Sobre todo, para un gobierno como el de Cambiemos que considera las inversiones de ese origen prueba de buen desempeño y elige la vía del endeudamiento. Más acá o más allá de los limones.

2. MASSA, TENTADO

Macri no estuvo en la asunción. Tampoco la canciller Susana Malcorra. El representante argentino en el acto fue Martín Lousteau, embajador en Washington, quien horas antes se apuró a asegurar la continuidad de los acuerdos existentes. Quién sí estuvo fue el diputado nacional por el Frente Renovador Sergio Massa. Y su asesor en temas económicos, Martín Redrado. Ambos fueron invitados por Rudolph Giuliani, exalcalde de Nueva York y cercano al círculo de poder de Trump. El adalid de la “tolerancia cero” había aconsejado al tigrense en campaña y ahora lo convertía en uno de los pocos dirigentes de la región invitados a la cita. No obstante, Massa no obtuvo la esperada foto con el flamante presidente. Sí hizo circular una, vestido de gala, junto a Redrado. Los temas de campaña (la seguridad, el empleo, la inmigración), más que el discurso en sí, cierta estética y la estrategia electoral del republicano, considerado un outsider del sistema político, lo animaron a ver in situ el fenómeno. Y no es extraño que Massa se sienta tentado a pensar su campaña en clave Trump. Aunque eso conlleve riesgos y algunas imposibilidades. Su alianza con Margarita Stolbizer, como lo demostraron los cortocircuitos por los proyectos de baja de imputabilidad de menores, sería una. Su presencia, el día después, en la multitudinaria marcha de protesta, en los alrededores de la Casa Blanca, también con foto de difusión, quizá lo haya anoticiado de otras. Por caso, las dificultades para ampliar la ancha avenida del medio cuando se tensan las posiciones.

3. POPULISMO RELOADED

El concepto atravesó la década y media anterior. Como estigmatización irreductible e insulto prepolítico y como reivindicación, como motor de nuevos modos de articulación política. Aquí y en buena parte de América Latina. En particular, para referirse a las experiencias de gobierno que nacieron luego de la crisis del Consenso de Washington.Concluidas éstas, derrotadas o desplazadas, sobrevendría la promesa de otras formas de acción política. Más liberal-republicanas. De hecho, pragmático y pretendidamente antipolítico, el PRO construyó su ascenso con el “populismo” como alteridad. Por más que muchas de sus formas de vincularse con la sociedad contengan menos rupturas que continuidades. Y se asiente en lógicas parecidas a las rechazadas. Y esto, nuevamente, más allá del sentido diferenciado u opuesto de sus políticas concretas. No obstante, aquella promesa de superación del populismo lejos estuvo de impedir la aparición de otras experiencias que merecieron el calificativo y que muestran tanto la polisemia del término como los cambios globales en la relación entre ciudadanos, espacio público y Estados. Desde el Brexit británico hasta el propio triunfo de Trump y la reaparición de fenómenos xenófobos en Europa. El papa Francisco advirtió sobre ello, hace unos días, cuando se le preguntó por el presidente republicano. “Populismo es una palabra equívoca, porque en América Latina tiene otro significado”, dijo al diario español El País. “Allí significa el protagonismo de los pueblos; por ejemplo, los movimientos populares” y los diferenció de los regímenes totalitarios que padeciera el viejo continente. Anticipando, de alguna manera, que el concepto será protagonista de la política de los próximos años. Aquí y en el exterior. Como estigmatización y reivindicación, de nuevo. Pero con portadores distintos de esos calificativos.

4. BRADEN O TRUMP

El gobierno de Cambiemos, como se sugirió, ganará o perderá márgenes de maniobra a medida que se despeje el enigma Trump. Aunque es probable que sea Brasil, en su recuperación o en persistencia en su regodeo recesivo, el factor que marque de manera más fehaciente el termómetro de los tiempos por venir. A su vez, es más que probable que el trumpismo poco (o nada) impacte en términos de estricta construcción política o de armados en el oficialismo. Lo de Massa y el Frente Renovador, en tanto, está por verse, aunque ciertas temáticas compartidas no agotan (ni mucho menos) las singularidades y las diferencias de los procesos. En cuanto al universo peronista, la mención a Trump se utilizó, sobre todo, para criticar a Macri y su proyectada reinserción en el mundo y para imputarle los efectos de sus primeras medidas proteccionistas. A riesgo de que se intensifiquen. Sin animarse, en la mayoría de los casos, a ir más allá de ahí. Es cierto, también aparecieron declaraciones como la del exsecretario Guillermo Moreno, diciendo que “Trump hace todo lo que hicimos” o, lisa y llanamente, que “Trump es peronista”. Pero no parecen contar más que como frases risueñas.

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