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El poder lo tienen ellos

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18 septiembre de 2017

Por Jorge Imhof Fundador y director de I Latina

En Washington se respira poder e historia. Da la sensación de estar en el centro de la escena internacional, donde se toman muchas de las decisiones que marcan el rumbo de la humanidad.

No es casualidad que allí se hayan reunido hace unos días muchos de los consultores que asesoran a los principales políticos de Iberoamérica.

La cita fue convocada por la Washington Academy of Political Arts and Sciences que hizo entrega de los Napolitan Victory Awards, los llamados Oscars de la comunicación política.

Tuve la oportunidad de estar allí junto a mi socio y amigo Daniel Agosti, recibiendo el premio a la Excelencia en la Comunicación Política que obtuvimos con nuestra compañía I Latina, nos encontramos con amigos y colegas, y aprovechamos la ocasión para cambiar experiencias con los más destacados profesionales de la región.

Algunas tendencias parecen coincidir y cruzar a toda Latinoamérica, aunque parezcan contradictorias.

El descreimiento de la política parece cada vez mayor, al igual que el interés por la actualidad de la misma.

Los programas y espacios de política en los medios se multiplican, su consumo crece y es tal vez la política el tema de mayor participación y debate en las redes sociales. En paralelo, la gente cada vez cree menos en los políticos y les exige y los cuestiona más.

Esto, sumado a la fragmentación de las audiencias, los nuevos modos de consumo de medios y la participación activa en las redes hace cada vez más compleja la tarea de los profesionales de la comunicación política.

Aunque a veces no lo reconozca, la política es parte de la vida cotidiana de la gente, esa misma gente que a veces parece no encontrar respuestas en ella.

El desafío es cada vez mayor. La decisión del voto es cada vez más independiente y menos previsible y los trucos tradicionales de la política cada vez se notan más.

En este contexto, los comunicadores tenemos que encontrar nuevas formas de vincular las ofertas políticas con la gente, más simples, directas y transparentes.

Los ciudadanos no están esperando superhéroes, esperan líderes más cercanos, humanos y creíbles, pero que puedan dar respuestas a sus necesidades, transformar o mejorar su realidad. Uno de ellos, pero que pueda hacerlo.

Debemos detectar sus emociones, conectar con ellas y compartirlas. Es allí donde reside el secreto de la comunicación política, en la capacidad de vincularnos emocionalmente.

En estos momentos, próximos a una elección, debemos entender que una elección no es una batalla ni una contienda, que no nos va la vida en ello, pero que es el momento más importante de nuestra vida cívica, la oportunidad que tenemos de contribuir a la construcción de la sociedad que queremos.

A veces sentimos que nuestra participación como ciudadanos es menor. Sin embargo, somos los protagonistas del sistema democrático.

Este tipo de encuentros e intercambios son siempre un importante estímulo para seguir esforzándonos día a día en nuestro trabajo, que no es otro que el de vincular a gobiernos y candidatos con los ciudadanos porque, en definitiva, el poder lo tienen ellos.

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