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La derecha y la izquierda en tiempos de Cambiemos

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27 diciembre de 2017

Por Nicolás Solari

El éxito electoral de Cambiemos radicaría en una doble seducción: por un lado, atrae al electorado de derecha con políticas y enunciados liberales y, por el otro, cautiva con promesas de honestidad y gestión al electorado menos ideológico

Mucho se ha escrito sobre la antinomia derechaizquierda y su incapacidad para interpretar la política argentina. Para múltiples observadores, el clivaje nunca hizo pie en el país por factores históricos, entre ellos, la existencia de la UCR y el PJ, dos partidos catch-all que desde su origen desbordaron los límites tradicionales de izquierda y derecha. Para otros, la antinomia ?vigente intermitentemente? fue despojándose de contenidos hasta reducirse a dos cajas vacías que apenas sirven para entender fragmentos de los últimos dos siglos.

En la Argentina cambiemita ?difícil no verlo?, la política se organiza sobre otros clivajes, algunos de larga data como peronismo y antiperonismo, y otros más contemporáneos como república y populismo, nueva y vieja política e, incluso, macrismo y antimacrismo.

Pese a todo, un reciente estudio de Poliarquía Consultores revela que la opinión pública reconoce el viejo espectro derecha?izquierda y no tiene mayores problemas en ubicar su propia posición en dicho continuum. En efecto, ocho de cada diez consultados ubicaron su posición en un continuo de 10 puntos entre izquierda y derecha mientras que solo dos dijeron no poder utilizar esas categorías para pensar la política. El resultado es muy similar al obtenido 11 años atrás por otra investigación de Poliarquía.

Antes de seguir avanzado, es oportuno introducir una cuestión semántica que parece hacer al fondo de la cuestión. Si bien la mayoría de los entrevistados no demuestra resistencia en ubicarse políticamente en un continuo izquierda-derecha, definitivamente sí rechaza ser encasillado bajo cualquiera de las dos etiquetas. Un estudio de 2009, que solicitaba la identificación con los rótulos derecha e izquierda (“¿Usted se considera a sí mismo de derecha, de izquierda o no tiene ninguna definición al respecto?”) revela que apenas dos de cada diez consultados adscribía directamente a alguna de las dos categorías como síntesis de su identidad política.

En este sentido, la forma en que se realiza la consulta condiciona grandemente la respuesta. Conjeturalmente, puede sostenerse que la opinión pública argentina no piensa la política en términos de izquierda y derecha, pero es perfectamente capaz de comprender la antinomia y ubicar sus posturas políticas en ella. En palabras del politólogo Norberto Bobbio, “derecha e izquierda no significan sólo ideologías; reducirlas a la pura expresión de un pensamiento ideológico sería una injusta simplificación, pues también indican programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción política. Se trata no sólo de ideas, sino también de intereses o valoraciones”.

La vigencia de las dimensiones de izquierda y derecha, al menos para una parte de la opinión pública bajo ciertas condiciones, invita a revisar su acta de defunción a la hora de interpretar la política vernácula.

Comparando los estudios de 2006 y 2017 se observa un fenómeno llamativo: el volumen del centro político parece haberse reducido en la última década en beneficio de la centroderecha, mientras que la centroizquierda y los extremos se mantuvieron estables o crecieron poco. El corrimiento pareciera confirmarse con los triunfos de Cambiemos en el ballotage de 2015 y la legislativa de 2017.

Asimismo, resulta interesante que los respondientes puede ser agrupados en dos mitades iguales: por un lado, el 51% que se identifica con algunas de las categorías del ala izquierda (21%) o el ala derecha (30%); por el otro, el 49% que adscribe al centro político (31%) o que se ubica por fuera de la escala (18%). Los datos, comparados con los de 11 años atrás, muestran un contra intuitivo fortalecimiento de las categorías de izquierda y derecha en detrimento del centro y de los que sitúan por afuera de la categorización.

Ahora bien, ¿pueden las viejas categorías de izquierda y derecha contribuir a explicar la coyuntura actual o son apenas resabios de un lenguaje olvidado por la política? En principio, la evidencia sugiere que la posición en dicho espectro condiciona las posturas de la opinión pública. En el Gráfico 2, por caso, se observa que las evaluaciones negativas sobre la actualidad del país se concentran casi por completo en los segmentos de izquierda, mientras que las evaluaciones regulares predominan en el centro y el centro derecha. Finalmente, las evaluaciones positivas crecen en la derecha y el segmento que queda por fuera de la clasificación.

Este patrón, con ligeras variantes, se repite en otros indicadores que miden el clima social y el nivel de apoyo al gobierno. Por ejemplo, en el ala izquierda de nuestra clasificación prevalece la desaprobación al gobierno de Macri, mientras que en el centro político hay una situación de equilibrio. En el ala derecha y entre quienes se ubican por fuera de la escala predomina ampliamente el apoyo a Macri y su gobierno.

La ubicación en el continuo izquierdaderecha también guarda relación con la identificación político-partidaria. Mientras que el peronismo, el kirchnerismo y las fuerzas de izquierda generan una alta empatía en el ala homónima del espectro, Cambiemos genera su máxima adhesión tanto en el ala derecha como entre quienes se niegan a utilizar el espectro izquierda-derecha como referencia política. En este sentido, el éxito electoral de Cambiemos radicaría en una doble seducción: por un lado, atrae al electorado de derecha con políticas y enunciados liberales y, por el otro, cautiva con promesas de honestidad y gestión al electorado menos ideológico.

Estos datos invitan a repensar algunos lugares comunes del debate político actual. Primero, la antinomia derecha-izquierda puede haber sido desplazada del discurso público, pero definitivamente sigue vigente en la cabeza del elector. Segundo, las categorías de derecha e izquierda parecen ser categorías de análisis útiles pare describir ciertas opiniones y comportamientos sociales en la Argentina actual. Tercero, el gobierno cambiemita se nutriría ?según este enfoque- de un apoyo que emana desde una coalición social que incluye a la población situada a la derecha del espectro político y a aquellos que se resisten a usar las categorías de izquierda y derecha. Se trataría no ya de un electorado necesariamente pos-ideológico como aventura Gabriel Vommaro, ni tampoco trans-ideológico como sostiene Iván Petrella, sino de una coalición heterogénea (hetero-ideológico) cuyo núcleo está tanto en una revigorizada centroderecha de distintas intensidades como en un nutrido grupo de ciudadanos que se mueve por fuera del espectro derecha-izquierda.

La alquimia electoral de Cambiemos ?como la de toda coalición exitosa? radica en haber articulado un canal de expresión política lo suficientemente amplio y maleable como para incluir la representación de diversos grupos. Al respecto, la añosa y desgastada dicotomía izquierda?derecha continúa arrojando luz sobre los matices del entramado del poder

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