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Esos raros gobiernos nuevos

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11 julio de 2018

En el último trienio, Portugal, España e Italia estrenaron primer ministro. ¿En qué se parecen y en qué difieren los inesperados gobiernos del Mediterráneo?

Por Miguel De Luca y Andrés Malamud

Angela Merkel gobierna desde 2005 y Joachim Löw dirige desde 2006. En contraste, en Portugal, España e Italia no siguen ni el primer ministro ni el entrenador de Sudáfrica 2010. Ni siquiera los de Brasil 2014. En política como en el fútbol, diferenciar a los alemanes de los europeos del sur es un juego fácil. Para evitar el tedio, parafraseando a Raffaella Carrà, hay que venir al sur. Gli azzurri no llegaron a Rusia, pero al igual que sus primos ibéricos, cambiaron de gobierno en el último trienio. ¿Es todo lo mismo? Sí, o mejor dicho, no.

El mayor parecido entre los tres casos fue de procedimiento: el parto. La designación del primer ministro y la formación del gabinete fueron innovadoras. Porque en el Viejo Continente lo usual es que el partido con más bancas encabece el gobierno, sea solo o acompañado, en mayoría o en minoría. Y que el jefe de Estado, monarca o presidente, la mire de afuera. En dos de los tres casos, sin embargo, el segundo primereó y en el restante el jefe de Estado se metió.

La mayor diferencia es de contenido: el gobierno. El proceso alumbró criaturas con el esqueleto ideológico tradicional, pero también mutantes e híbridos. El clásico izquierda-derecha se mantuvo con pocos cambios en Portugal, mientras el eje viejo-nuevo lo superó en Italia. En España se mezclaron ambas líneas de conflicto, aunque la izquierda terminó imponiéndose tanto a la derecha como a lo nuevo ? renovándose en el camino.

En Portugal, la votación de octubre de 2015 marcó el punto más bajo del bipartidismo desde 1985. Pero, a diferencia de sus vecinos peninsulares, los votos no se fugaron hacia partidos nuevos sino a otros ya establecidos, a la izquierda de los socialistas. El presidente Cavaco Silva apuró la continuidad de Pedro Passos Coelho, ganador en las elecciones por la coalición de centroderecha (PSD y CDS-PP) pero corto de bancas (apenas 107 sobre 230). La movida fracasó por el bloqueo de las bancadas del centro a la izquierda. Tras infinitas reuniones y acuerdos bilaterales para no aparecer juntos en la misma foto, en noviembre se concretó un experimento inédito desde la Revolución de los Claveles (1974): el primer gobierno liderado por un partido que no es el más votado, encabezado por el socialista Antonio Costa (con 86 diputados propios) pero con apoyo externo del Bloque de Izquierda (19 bancas), los comunistas y verdes (PCP-PEV, 17 escaños) y un parlamentario de los animalistas. Aunque se le auguraba poca vida, porque tenía que negociar ley por ley, el gobierno sigue vigente. Y eso a pesar de que los comunistas portugueses se declaran opositores a la OTAN y al euro y afirman que Corea del Norte es una democracia.

En España, las elecciones de 2015 y 2016 se distinguieron por el desmoronamiento del bipartidismo y la ruidosa entrada de dos actores nuevos, que le sacaban votos al PSOE y al PP y llegaban con plataformas desafiantes: Ciudadanos y Podemos. Mariano Rajoy pudo seguir, pero poco. Este año el socialista Pedro Sánchez usó un invento alemán, la moción de censura constructiva, y lo despachó con el apoyo de Podemos, la Izquierda Unida y los nacionalistas catalanes y vascos. Novedades: primera remoción exitosa desde la transición democrática (antes hubo tres fallidas), primer gobierno que se va sin renunciar y sin perder las elecciones. Como en Portugal: gobierno socialista monocolor minoritario con apoyo externo (léase que no le piden ministerios pero tampoco le votan a ciegas en el Parlamento). A diferencia de Portugal: los partidos nuevos conquistaron el pod... no, no hay diferencia con Portugal.

En Italia, en cambio, la política de los partidos está en ebullición desde 1990. De las agrupaciones tradicionales no quedan ni las siglas. Pero la novedad es cómo se formó y quiénes integran el flamante gobierno. Primero porque rápidamente se rompieron las alianzas electorales de 2018: el populista M5E pactó con la xenófoba Liga, que se había presentado en coalición con partidos de centro derecha y no con el M5E. Y segundo, por la incursión del presidente de la república, que metió la mano en el armado del gabinete. Sergio Mattarella objetó al candidato a ministro de Finanzas, un opositor al euro. Los jefes del M5S y la Lega terminaron aviniéndose y? lo mandaron a otro ministerio. Cambio: primer gobierno populista. Continuidad: dijeron lo mismo cuando ganó Berlusconi.

El fútbol, señalaba Gary Lineker, es un deporte en el que 22 hombres persiguen una pelota durante 90 minutos y al final gana Alemania. La política, sobre todo al sur de Alemania, es igual de imprevisible.

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