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Cambios en el segundo mandato de Cristina

27 diciembre de 2011

(Columna del politólogo Carlos Fara)

Las grandes tendencias de la opinión pública se mantendrán durante los próximos años.

Empezamos a transitar el se gundo gobierno de CFK con la gran particularidad de que “El” no estará, al menos físicamente. Cristina no es la misma desde la muerte de Néstor, más allá de lo afectivo, ya que ha ido revisando el modus operandis de su lógica de enfocar ciertas decisiones, aunque no haya modificado el método con que las ha tomado. Sigue siendo radial y absolutamente concentrado en una sola persona. Esto hace que se corran más riesgos, porque no puede compartir los costos, pero si las decisiones políticas que toma son acertadas, la eventual incidencia negativa del método queda un tanto relativizada. ¿ Qué se puede esperar, entonces, del segundo gobierno de CFK?

1) Las grandes coordenadas de la opinión pública probablemente se mantengan hasta

2015. La sociedad estará más cerca de demandar la intervención del Estado en la economía, diferenciándose de los ´90, en el marco de la necesidad de una agenda de equidad (más oportunidades en general, mejor acceso a salud y educación de calidad, a vivienda, etcétera). Eso va acompañado de un liderazgo que no denota los excesos percibidos en 2008/09. Cambios sí, pero no en clima de enfrentamiento.

2) Un “service” al modelo. Lo necesita, y con cierta urgencia debido al cambio negativo

en las condiciones de la economía mundial. Esto traerá perdedores y ganadores. Como en todo ajuste, la relación con el sindicalismo se volverá mucho más tensa, y podría pasar a ser el próximo “enemigo” discursivo de la Presidenta.

3) Bajo volumen a los conflictos. Salvo el caso de Clarín / medios / Papel Prensa, difícilmente se vuelva a ver algo semejante a la crisis del campo. No se vislumbra que haya una nueva “madre de todas las batallas”, con los beneficios correspondientes en materia de opinión pública.

4) Seguirá la política de desacralización de“vacas sagradas”. Es un signo distintivo del

kirchnerismo. Ya pasaron a “degüello” (simbólico) los medios, las empresas privatizadas, las AFJP, el FMI, los fondos buitres, los militares, la Iglesia, el duhaldismo y algunos empresarios, entre otros. Fue un gran rédito político para el Gobierno y lo volverá a ejecutar. El sindicalismo probablemente forme parte de los “favoritos” de esta nueva etapa.

5) Tensión con el sindicalismo. Moyano plantó bandera opositora dentro de las huestes

del PJ, cumpliendo con la crónica de una muerte anunciada. El encolumnamiento de

gremalistas no moyanistas con él demuestra que los puntos de conflicto con el Gobierno Nacional no sólo estarán anclados en demandas de la CGT o en el uso del derecho de huelga. La conflictividad será estructural, en la medida en que la Presidenta tiene en mente reducir el poder de veto y presión de las estructuras sindicales (y territoriales) dentro del esquema de coalición política que imagina: un esquema de centroizquierda en el cual el peronismo sea el actor principal, pero con incidencia diluida.

6) Proceso de renovación dirigencial. La incidencia de La Cámpora y otros grupos de

jóvenes, sumado a la entronización de Amado Boudou y Juan Manuel Abal Medina, entra dentro de un mismo anhelo de proyectar figuras nuevas que no provengan de las lógicas tradicionales del peronismo, y que se hayan incubado dentro del propio kirchnerismo. Esto va de la mano de lo expresado en los puntos 4 y 5.

7) Conformar un esquema político de centroizquierda y centroderecha. La convicción

fundacional de los Kirchner siempre pasó por realizar un “barajar y dar de vuelta” en la política y la economía argentina. Ese aspecto de su proyecto implica cambiar los actores para trazar nuevas coordenadas de alineamiento ideológico. Va de la mano con los puntos 5 y 6.

8 ) La opinión pública tendrá paciencia. Una Presidenta reelecta con el 54 % y un proyecto político que en 2015 habrá sido el de mayor duración desde el golpe de 1955, significa que la sociedad le ha dado un crédito suficiente como para no exigirle resultados antes de un año. También es cierto que la vara de exigencia será muy alta cuando comience a transitar el mediano plazo. Pero no debe esperarse que la luna de miel se acabe en cien días. Salvo que sucedan hechos hoy poco previsibles, habrá que esperar a que la sociedad saque conclusiones más sólidas hacia principios de 2013.

Que la gente reciba las facturas de servicios públicos con aumentos significativos y que la economía no crezca tanto no implica que el humor social cambie de blanco a negro de la noche a la mañana. Si la Presidenta puede llevar a la práctica sus conceptos estratégicos será motivo de otro artículo. Por lo pronto dispone del mayor nivel de poder que haya poseído un presidente en la Argentina desde el retorno a la democracia. Eso es un comienzo auspicioso para sus deseos.

(De la edición impresa)

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