vie 29 Mar

BUE 23°C

Pedir permiso

24 mayo de 2012

La AFIP no tiene ninguna facultad legal para obligarnos a pedirle permiso para comprar dólares.

En una sociedad libre y democrática, los ciudadanos saben que para realizar determinadas actividades deben contar con un permiso. Tal el caso del registro para conducir o del título habilitante para ejercer una profesión o de la habilitación para abrir un negocio. Pero en una sociedad libre y democrática no es necesario pedir permiso para todo porque precisamente la regla esencial de la organización democrática es el principio de libertad.

Ese principio está consagrado en el artículo 19 de la Constitución Nacional que dispone que "ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe". Claro que un principio tan elemental desde el punto de vista político y fundamental para la defensa de nuestros derechos y libertades no parece conciliar bien con un régimen en que las autoridades legítimamente electas "van por todo". Y no concilia porque precisamente "ir por todo" supone violar la esfera de libertad de las personas.

Ante la cuasi absoluta prohibición de compra de moneda extranjera dispuesta en los hechos por la AFIP se me ocurrió rastrear de dónde surgía la obligación de pedir permiso a la AFIP para comprar divisas. Y me encontré con que llamativamente la AFIP no tiene ninguna facultad legal para obligarnos a pedirle permiso. La AFIP aduce en la resolución 3210/11 que su intervención en el mercado cambiario se basa en las facultades conferidas por el artículo 7 del Decreto 618/97. Pero sucede que ninguno de los 11 incisos de ese artículo autorizan a la AFIP a establecer la obligación de los habitantes de pedirle permiso antes de comprar moneda extranjera. Por lo tanto, la resolución en cuestión carece de sustento jurídico.

Obligar a las personas a pedirle permiso a la AFIP para comprar dólares viola, además, normas de rango constitucional como el mencionado artículo 19 porque nos obliga a hacer algo que la ley no manda y nos priva de hacer algo que la ley no prohíbe.

La decisión del Gobierno afecta también el derecho de propiedad que supone que cada uno de nosotros decide en qué invierte su dinero, qué compra, qué vende y cuánto ahorra. Lo que sí puede hacer la AFIP es controlar que le paguemos los impuestos como corresponde. La ilegitimidad de la medida aumenta si se considera la clandestinidad y arbitrariedad con que la AFIP establece criterios -si es que hay algún criterio- para otorgar o no los permisos. La falta de pautas objetivas, claras y públicas genera inseguridad jurídica y afecta la igualdad ante la ley abriendo un espacio, sin límite ni control, a la discrecionalidad de un organismo que no tiene competencia en la materia.

¿Por qué no hubo una avalancha de amparos y sólo se registra la acción de una jubilada de 87 años que no aceptó el corralito cambiario apenas se puso en marcha la medida? Muy sencillo, las políticas públicas generan incentivos y los que creó la arbitraria resolución de la AFIP impulsaron no sólo la potenciación del mercado paralelo, sino también la suba de la cotización del dólar.

Cuando se produjo el corralito bancario y el dinero quedó encerrado en los bancos, los amparos florecieron porque eran la única forma de tratar de recuperar los ahorros confiscados. En este caso, los dólares se consiguen en otro lado, a pesar de la brigada canina. Con los argumentos del Gobierno, mañana la AFIP u otro organismo establecerán que antes de comprar yerba o carne o tomates, debamos pedir permiso; que antes de comprar un inmueble, debamos pedir permiso; que antes de viajar, debamos pedir permiso o que antes de leer, de escribir, de opinar, debamos pedir permiso.

Cuando un Gobierno va por todo, los ciudadanos terminan teniendo que pedir permiso para todo y no pueden hacer nada con libertad. Sería bueno que nos diéramos cuenta a tiempo. Para eso no necesitamos pedir permiso.

últimas noticias

Lee también