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Los caminos de Ricardo Lorenzetti

30 mayo de 2012

El presidente de la Corte Suprema tiene un perfil alto y no esquiva las definiciones políticas mientras hace equilibrio en su postura frente al Gobierno.

Hablando desde un estrado en el Museo del Bicentenario, con aire de estadista, sobre las reformas a un Código Civil en las que viene trabajando incluso desde antes de sumarse como juez a la Corte que hoy preside. O firmando autógrafos y dando entrevistas, que lo muestran con un amplio manejo de los medios, cada vez que presenta un libro o asiste a una conferencia, Ricardo Lorenzetti está a la cabeza de una Corte Suprema que ha ido ganando prestigio y que es una de las instituciones más reconocidas en un país en el que otros poderes del Estado aún no logran recuperarse del descrédito que arrastran desde la crisis político-institucional de 2001.

Desde la política y el derecho, le reconocen una voluntad de transparentar la Justicia, así como un “sentido político” que le permite hacer un equilibrio en las posturas de la Corte frente al Gobierno y a la escena política en general, que le permiten un día mostrarse junto a la Presidenta respaldando un proyecto de ley del Ejecutivo, y a la semana salir a poner paños más que fríos a la posibilidad de una reforma constitucional. Afianzado como uno de los personajes de la política argentina, Lorenzatti termina su mandato este año.

Su futuro es incierto, en un panorama en el que los marcos políticos que dieron lugar a la designación de algunos otros de los integrantes pueden traer más renovaciones. Mientras algunas voces sostienen que su mayor capital político es, justamente, no ser político, otros lo imaginan con una carrera política luego de otro período al frente de la Corte. Fue propuesto y designado por el presidente Néstor Kirchner, y asumió el 12 de diciembre de 2004, cubriendo la vacante causada por la renuncia del juez Adolfo Vázquez. El 7 de noviembre de 2006 fue designado Presidente de la Corte, cargo que ocupó desde el 1°de enero del año siguiente.

Políticos oficialistas y opositores coinciden en el prestigio de la actual composición de la Corte. Luego de la traumática salida de los miembros más identificados con la “mayoría automática” de la década del noventa, uno de los mayores resultados del kirchnerismo ha sido impulsar la renovación del Tribunal. En ese contexto, la irrupción de Lorenzetti buscó darle mayor volumen jurídico a una Corte que ya había incorporado a otros miembros más ligados a la política, como Eugenio Zaffaroni y Juan Carlos Maqueda. Ese consenso le da un papel relevante en algunas de las medidas más importantes que ha tomado la Corte, como la de la Conferencia Nacional de Jueces que reúne a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las cortes provinciales, y los jueces federales, nacionales y provinciales de todo el país, con el propósito de establecer políticas de Estado en función del consenso.

“Si bien es cierto que los jueces hablan por sus fallos, es esperable que él, como Presidente, tenga un perfil más alto, que conceda entrevistas, etcétera. Igualmente, como en la Argentina no se conoce quién escribió el voto mayoritario, es difícil determinar en cuántos de los fallos de la Corte él ha sido el impulsor”, analiza Lucas Grosman, director del Departamento de Derecho y de la carrera de Abogacía de la Universidad de San Andrés. Una de las medidas más resaltadas es la apertura de la Corte hacia el periodismo, haciendo convenios con ADEPA, con FOPEA, y promoviendo reuniones permanentes con todos los medios periodísticos para mejorar la transparencia y la comunicación.

Dentro de ese marco, para Grosman, la gestión del actual Presidente se ha destacado por “darle mayor publicidad y transparencia a los actos de la Corte. El Centro de Información Judicial (CIJ) es una muestra de esto, que se puede enmarcar en el intento por reconciliar a la Corte con la opinión pública, luego de la experiencia negativa de los años 90”.

En esa línea, Gustavo Arballo resalta que se hayan promovido “transformaciones que en varios sentidos parecen contraculturales o revolucionarias si se las contrastan con hábitos, costumbres y prácticas instaladas en los tribunales. Lo que la Corte 'enuncia' tiene un efecto movilizador sobre los operadores judiciales que en diversas instancias están persiguiendo cambios en áreas que se veían herméticas, como aperturas informativas y procesales, perspectivas de género y acceso a la Justicia, avances en gestión e informatización, etcétera. La intervención de la Corte puede parecer natural o neutral vista desde afuera, vista 'desde adentro', en cambio, 'incide', incluso en quienes genera resistencias e incomodidades”, analiza.

El legado de la Corte ha sido grande, con varios fallos de dimensiones importantes en temas sociales relevantes para la comunidad: en materia jubilatoria se dictaron las sentencias sobre movilidad (Badaro), en materia ambiental se ordenó la limpieza del Riachuelo (Mendoza) y se fijaron límites al Congreso mediante la orden de reincorporar a Antonio Bussi y a Luis Patti. En materia de derechos del consumidor, uno de los puntales de Lorenzetti, se consagró el deber de seguridad de los transportistas de trenes por sus pasajeros y de los concesionarios por los accidentes ocurridos en las rutas.

En las últimas semanas, hubo también una fuerte apuesta de la Corte por el derecho a la vivienda. Para Arballo, “la Corte actual es la primera que ?con algún retraso? se hace cargo de cartografiar el mapa de derechos que promovía la Constitución de 1994. Hablo de una cartografía, de grandes rasgos orientadores en temas de igualdad, derechos humanos, derechos sociales y libertades individuales, y no de colonización. Hay diferencias entre el mapa y el territorio y eso se puede reconocer en algunas dificultades tácitas que ha tenido la Corte, y en algunas inconsistencias que aparecen en líneas jurisprudenciales inicialmente prometedoras”, asegura el autor del blog saberderecho.

Ahora bien, ¿cómo se percibe el papel de Lorenzetti en ese rol de la Corte, con fallos transformadores, mayor acercamiento a la transparencia y a su vez medidas con gran impacto político? Para Grosman, “un aspecto relevante de la figura de Lorenzetti es que parece buscar cierto equilibrio en la relación de la Corte con el Gobierno. A ningún juez del mundo le gusta emitir fallos que no van a ser cumplidos, y menos cuando quien incumple es el Poder Ejecutivo o el Legislativo, ya sea nacional o provincial, como ocurre en los casos de la reincorporación del procurador de Santa Cruz, la publicidad oficial o las cuestiones previsionales”.

Ese mismo punto destaca Arballo, que resalta su figura de equilibrista: “Creo percibir en el lugar de enunciación una dualidad que es más buscada que casual: si bien es un relato articulado con lógica jurídica y presentado desde una institución que se piensa como 'el intérprete final' de la Constitución y es a la vez la cúpula del Poder Judicial, Lorenzetti no deja de gestionar un discurso consensualista tanto en el juego interno de la Corte como cuando presenta al Poder Judicial como interlocutor movilizador de otros poderes”, agrega.

Un miembro del Ejecutivo de lazos fluidos con la Corte Suprema lo define así: “Lorenzetti es un Presidente atento a los tiempos de la política, que posiblemente reflexiona acerca de cuál es el mejor momento para avanzar con un tema, y que entiende a la Corte como un actor institucional de central importancia en la vida del país”. ¿Tiene proyección? Por el momento no ha dado pistas sobre su futuro inmediato, atento a su continuidad o no en el Máximo Tribunal este año. El único momento en el que surgieron rumores que lo ubicaban dando un salto a la política (en 2010) salió a negarlos tajantemente.

“Es difícil definir proyecciones políticas ex ante ?analiza Arballo?. Existen algunos antecedentes de suerte dispar de funcionarios judiciales que intentan postulaciones en la actividad partidaria (como Gil Lavedra y Manuel Garrido ganando diputaciones en la UCR) de modo que no es improbable. Dicho esto, desde un punto de vista institucional y político creo que ese salto difícilmente pueda darse en el caso de Lorenzetti, porque su situación es paradójica, su capital político (que yo pondero como real, en términos relativos) depende de 'no ser político', con lo cual es un bien no transable en el llano a corto plazo”. Pero desde el oficialismo no son tan tajantes. “Puede tranquilamente presentarse a otro período al frente de la Corte y luego sí comenzar una carrera política en su provincia. Es un buen candidato”, lo evalúan en una cartera de lazos fluidos con la Corte, al tiempo que apuestan por su continuidad este año. “No hay otro hombre de consenso para reemplazarlo”, puntualizan. En el oficialismo sostienen también que, a pesar de las buenas relaciones que mantienen con el presidente de la Corte, éste siempre ha planteado un discurso de diferenciación del Poder Ejecutivo, aunque sin romper el equilibrio. Por ejemplo, Lorenzetti inauguró el año judicial con un discurso de tono institucional pero de fuerte contenido político, en el que recorrió los principales temas de la agenda política, entre los que abundaron conceptos de defensa de la libertad de expresión y referencias a la falta de diálogo entre los dirigentes políticos para encontrar soluciones a los problemas de los ciudadanos.

“Debe haber un equilibro de poderes. Los jueces deben proteger a los individuos y se deben evitar los abusos de toda clase de poder”, dijo Lorenzetti, que recordó que la Corte, en los últimos años, dictó varios fallos protegiendo la libertad de expresión y condenó al Poder Ejecutivo a no distribuir la publicidad oficial en forma arbitraria. Incluso en temas que han sido banderas del Gobierno, como los juicios de lesa humanidad, Lorenzetti le ha planteado al Ejecutivo que reconozcan más el papel jugado por la Justicia.

CUESTION DE PROXIMIDAD

Otro de sus ejes es el trabajo por acercar “la Justicia a la gente”, pero siempre con el reclamo para que el Gobierno designe los jueces que aún quedan vacantes en el organigrama judicial. Este y una “mayor autonomía” presupuestaria son dos de las cartas que el Gobierno sabe que siempre tiene a su favor en su trato con la Corte. En una de sus últimas apariciones, justamente, Lorenzetti propuso “un modelo de Justicia que esté más cerca de los intereses de la gente, que evite que las tragedias ocurran” y les reclamó a los jueces que trabajen con más celeridad y vocación, para “darles solución a las necesidades de la gente”.

Para Lorenzetti, la función de la Justicia “no es sólo resolver los casos, sino también prevenir las tragedias”. “El que ha sufrido una tragedia necesita una respuesta mas rápida. Las tragedias, cuando implican juicios de diez años, se convierten en otra tragedia”, agregó el mes pasado. No cabía duda de que Lorenzetti hacía referencia al choque del tren en la Estación Once, sin mencionarlo explícitamente pero ratificando que no elude las definiciones políticas. En esa línea, el magistrado deslizó algunos reproches a los políticos. “Discuten pero no solucionan los problemas de la gente”, sostuvo durante la inauguración del año judicial, en su clásico tono de reservar las alusiones directas para casos de extrema necesidad, para moverse siempre entre la política y la Justicia con metáforas o alusiones que le permiten mandar mensajes igual o aún más elocuentes.

(De la edición impresa)

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