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Un escenario complejo

11 julio de 2012

(Columna de opinión de Carlos Fara)

El Gobierno debe administrar cuatro agendas distintas que en muchas ocasiones se superponen.

¿Por qué existe tal complejidad del escenario político? ¿Por qué CFK decide confrontar con Macri, con Scioli y con Moyano al mismo tiempo? ¿Qué es lo que comanda este segundo gobierno de Cristina? Para comprenderlo se debe comenzar el análisis partiendo del hecho de que la Presidenta tiene cuatro agendas que administrar para mantener el poder:

-La de la gente.

-La de los “intereses creados” (empresas, corporaciones, medios).

-La suya.

-La de los problemas por resolver, que no siempre pueden tener prioridad para la gente o para ella (la competitividad del país no es un tema para la gente y habrá que ver si lo es para ella, pero es un escollo para el largo plazo sin duda).

Todas estas agendas se superponen en parte: los intereses siempre promueven demandas que podrían estar en la gente, y la Presidenta sin duda tiene en claro algunas cuestiones que son prioritarias para la sociedad. En un contexto de crecimiento, las cuatro agendas se pueden acomodar con cierta facilidad, mientras que en un contexto de escasez todo se hace más complejo.

Los gobiernos se caracterizan por una gran orientación estratégica en cada etapa exitosa. Alfonsín, la democracia. Menem, la estabilidad. Kirchner, la recuperación económica. Cristina, su agenda progresista. Por lo tanto, resulta muy difícil multiplicar los frentes de ataque real (no discursivos) sobre los problemas. Por ejemplo, si se enfoca en la inflación y en hacerle un service al modelo, es menos probable que pueda fijarse como uno de los objetivos prioritarios la renovación dirigencial o el cambio del sistema de partidos. El experto en planeamiento estratégico Carlos Matus escribió que “gobernar exige articular constantemente tres variables en la que cada una depende de las otras: proyecto de gobierno, capacidad de gobierno y gobernabilidad del sistema”.

El proyecto es el contenido propositivo. Por gobernabilidad hace referencia a la relación entre las variables que controla un actor en el proceso de gobierno: a mayor control de variables, mayor libertad de acción. Es el poder del actor para realizar su proyecto. Por último, por capacidad de gobierno entiende la conducción de gerencia y de administración del control: las técnicas, métodos y habilidades de un actor y su equipo de gobierno para conducir el proceso social dada la gobernabilidad del sistema y el contenido del proyecto. Para evaluar la marcha de un Gobierno debemos concentrarnos en su balance global como una síntesis de los tres balances parciales.

Cada balance es como un cinturón. El arte y la técnica de gobernar consisten en producir, mediante compensaciones, un balance global positivo. El costo político de la gestión global del gobierno no debe superar los beneficios políticos agregados de los tres balances. ¿Cuál es el costo de un mal manejo de los tres cinturones de gobierno? Desacumular poder, pérdida de prestigio y, en casos extremos posible pérdida de gobierno (esto último le sucedió a De la Rúa).

La agenda de CFK parecería está orientada a: 1) renovación dirigencial en los distintos estamentos; 2) otro esquema político de partidos; 3) debilitamiento de las estructuras tradicionales y territoriales; 4) una relación directa con la opinión pública, y 5) agenda progresista-nacionalista. Todo esto en el marco de proyectar al modelo más allá de la finalización de su mandato.

Lo que está sucediendo en la actualidad es que de las cuatro agendas está primando la de la propia Cristina, que claramente no es la de los intereses, pero tampoco se está percibiendo una gran sintonía con la del electorado. La sociedad, además de los problemas económicos, no percibe que la Presidenta se esté ocupando de lo que realmente le importa. Por otro lado, la acumulación de problemas por resolver empiezan a introducir cuestiones en la agenda de la gente que a priori no existían (varias de ellas derivadas de la necesidad de conseguir los dólares para cumplir con todos los compromisos). No parece una situación que le haga desacumular poder al Gobierno, pero sí pérdida de prestigio. Aunque esto último puede devenir en lo anterior. En definitiva, uno puede plantearse cualquier objetivo, siempre y cuando tenga la ingeniería política para alcanzarlo sin rifar el proyecto global. El problema pareciera estar en lo que Matus llamó capacidad de gobierno.

(De la edición impresa)

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