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Tres movidas para el kirchnerismo

06 marzo de 2014

(Columna de María Esperanza Casullo)

Si logra estabilizar la situación económica y conducir al peronismo a las PASO, el kirchnerismo tiene recursos para continuar siendo un actor importante en el peronismo

¿Qué hará el kirchnerismo de aquí al 2015? ¿Cómo se negociará el proceso por el cual esa articulación heterogénea y al mismo tiempo centralizada que ocupó el centro de la vida política argentina por el número récord de 12 años dejará de ocupar la presidencia de la Nación? No cabe duda de que habrá un camino con baches de aquí hasta 2015. Cristina Fernández de Kirchner no tiene posibilidad de ser reelecta y no ha manifestado intención (ni podría hacerlo aunque quisiera) de cambiar las reglas institucionales para reformar la Constitución. En la Argentina los cambios de gobierno cuando un presidente no tiene posibilidades de reelección han sido siempre turbulentos, y este período no será la excepción.

¿Qué hará el Gobierno de acá al 2015? Según lo entendemos, las tareas principales son las que siguen. Ninguna de ellas es fácil, y lograr cumplir todas al mismo tiempo requeriría no equivocarse en ninguna de las áreas, y reaccionar con gran habilidad en un escenario siempre cambiante.

1. MANEJAR LA ECONOMÍA Decir esto a esta altura es sólo explicitar lo obvio, pero el primer pensamiento de cada día de los dirigentes del Gobierno debe ser la gestión económica. La historia nos demuestra que según el ritmo de la economía un gobierno puede pasar de ser acusado de “hegemónico” a estar totalmente “debilitado” en pocos meses. Sin un mínimo de estabilidad económica se hará imposible para el Gobierno controlar los tiempos del proceso de selección de candidatos del PJ y la llegada hasta octubre de 2015.

La primera preocupación del Gobierno debe ser entonces el manejo de las variables, tanto las de macroeconomía como las de economía política, sobre todo salarios, de manera tal de llegar al 2015 en un contexto con el menor descontento social posible.

En el último mes, ha quedado claro que el Gobierno llegó a la conclusión de que no tenía otra opción que hacer un cambio de estrategia bastante radical y que era preferible pagar los costos de elegir ganadores y perdedores que dar una imagen de inacción. Así, el Gobierno decidió tomar medidas a las cuales se había negado: devaluó el peso, anunció un nuevo índice de inflación, tomó medidas monetarias para reducir la emisión de pesos. La situación económica es complicada y mucho depende de la capacidad de gestión del equipo que la conduce.

2. CONDUCIR AL PERONISMO La segunda prioridad debe ser sostener y conducir la coalición de apoyo del Gobierno. En la Argentina, la política es economía y la economía, política. Si el Gobierno aparece como falto de apoyo político, ninguna política económica, por más racional que sea, podrá coordinar expectativas y disciplinar a los distintos actores económicos, desde los sindicatos a las exportadoras de cereales. Esta coalición, que fue aun en los momentos de más éxito electoral mutable y porosa, como es siempre el movimientismo peronista, se deshilachó aún más en los últimos años.

Por otra parte, porque era esperable que el grado de control de Cristina Kirchner sobre su coalición disminuyera en tanto su Gobierno entrase en la fase de “pato rengo”; y ningún “partido máquina” (al decir de Steven Levitsky y Kenneth Roberts) funciona bien sin un liderazgo claro. Sin embargo, a esta pérdida de fortaleza natural se suman errores del Gobierno, que llega a estos dos últimos años habiendo perdido aliados cruciales por propia decisión. Su notoria pelea con Hugo Moyano hará más difícil encauzar las paritarias este año, cuando la inflación amenaza; la centralidad de la Casa Rosada en el armado de listas fue sin duda un factor (no el único) en el poco entusiasmo de algunos intendentes de la PBA en la última elección; dos años de restricciones arbitrarias a la compra de dólares, mal explicadas e irritantes, erosionaron su relación con los sectores de clase media.

El 54% de los votos logrado en el 2011 resultó, en este sentido, una victoria pírrica: la amplitud de la victoria tal vez convenció al kirchnerismo, que hasta ese momento era el populismo menos populista de Latinoamérica, de que una relación más directa con “la gente” era posible (estrategia observada, por ejemplo, en el uso constante de las cadenas televisivas por parte de la Presidenta). Aquí hubo un error de juicio: en laArgentina la sociedad civil está demasiado saturada de mediaciones organizativas (sindicatos, movimientos sociales, redes territoriales de militantes y punteros, centros de estudiantes, cámaras empresarias, redes sociales de todo tipo y muchas mediaciones más) y tiene demasiada gimnasia autónoma en métodos de protesta para que tal estrategia plebiscitaria sea posible: para llegar a “la gente” hay que hacerlo a través de las múltiples organizaciones en las que las personas participan. Más aún, estas organizaciones resultan clave para mantener algún tipo de capacidad de control en momentos en que el contexto económico no ayuda. En la Argentina, los humores sociales son muy cambiantes y antihegemónicos; apoyarse sólo en una relación directa con la opinión pública funciona únicamente en momentos de auge.

El kirchnerismo tendrá que darse la tarea de recomponer su relación con sindicatos, gobernadores, intendentes, legisladores y líderes sociales peronistas para convencerlos de llegar todos juntos a la línea de llegada. El argumento central aquí debería ser simple: “Todos a las PASO”. La Presidenta deberá convencer a aquellos peronistas que no son kirchneristas de que, a cambio de no abandonar la coalición, ella se comprometerá a apoyar públicamente al ganador de las PASO del año que viene, sea quien fuere. Resulta más importante este trabajo interno que cualquier medida en relación a la oposición, tanto republicana como del Frente Renovador. La oposición debe sin duda hacer su trabajo para ganar en el 2015 y todavía falta mucho; lo más importante para el Gobierno hoy debe ser nuclear su propia base de apoyo.

3. CONTENER A LOS PROPIOS La tercera es un trabajo de contención intensivo hacia el núcleo militante del kirchnerismo. No cabe duda, a esta altura, de que en el colectivo de agrupaciones conocido como Unidos y Organizados (UyO) reúne a una cantidad de militantes que se consideran kirchneristas, así, sin más. Algunos de ellos tienen suspicacias hacia algunos elementos más peronistas de la coalición kirchnerista y pueden exigir un test de pureza ideológica para sus candidatos en 2015. El riesgo es que si las PASO resulten ganadas por una figura como Daniel Scioli, agrupaciones de Unidos y Organizados abandonen la coalición (algo que, por otra parte, es justamente lo opuesto a lo que los Kirchner hicieron durante los noventa, cuando eligieron continuar en el PJ en el momento de ascendencia menemista).

Cristina Fernández, que es la única dirigente unánimemente respetada por este espacio, tendrá que ordenar también a sus más leales, explicando que los precandidatos “K puros” deberán competir en las PASO y que, de ganar un candidato distinto, el kirchnerismo deberá pasar de ser la cabeza de la coalición a una corriente interna más del ancho mar del peronismo.

CONCLUSIÓN

Dicho todo lo anterior: si logra estabilizar la situación económica (un “si” significativo y para nada seguro, por cierto) y conducir al peronismo a las PASO, el kirchnerismo tiene recursos para continuar siendo un actor importante en el peronismo. Tiene grupos militantes y tiene un puñado de dirigentes que, aunque no sean candidatos a presidentes en 2015, continuarán activos sin duda porque son, muchos de ellos, relativamente jóvenes. Florencio Randazzo, Jorge Capitanich, Julián Domínguez, Sergio Uribarri, Juan Manuel Urtubey, Fernando Espinoza: en mayor o menor grado todos ellos combinan “lealtad” con votos propios. ¿Tenía el menemismo, dos años antes de irse del Gobierno, un conjunto de dirigentes con votos propios y perspectiva de continuar en política?

Si el kirchnerismo es capaz de encauzar al peronismo hacia las PASO, se dará además un paso importante hacia una mayor institucionalización de la vida política.

En definitiva, el camino hasta 2015 será turbulento pero el Gobierno tiene todavía recursos que pueden ser movilizados para llegar a las próximas elecciones en un contexto de mayor estabilidad.

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