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Tres caminos para el futuro de La Cámpora

16 octubre de 2014

(Columna de María Esperanza Casullo)

La agrupación tienen tres trayectorias posibles de cara al 2015: dispersión y disolución dentro del PJ; éxodo del PJ y, por último, agrupamiento y espera en la sombra

El año 2015 se dirige hacia nosotros, como un tren expreso cargado de preguntas. Quién será el próximo Presidente. Cómo se armarán finalmente las alianzas partidarias. Cómo quedará conformado el próximo Congreso. Una pregunta, seguramente no tan importante como las anteriores pero interesante al fin, es qué pasará con los destinos políticos de la agrupación más importante surgida desde y para el kirchnerismo puro, La Cámpora.

Como ya publicamos en estas páginas, la creación de la agrupación La Cámpora no es, en sí, algo tan novedoso,sobre todo para un presidente que quiera ser además el o la líder indiscutido de su partido político. En ese caso, es importante contar con una agrupación que responda solamente a él (o ella) y que no tenga lealtades cruzadas con gobernadores ni ambiciones territoriales. Es bastante usual también que los grandes líderes partidarios que crean liderazgos de tipo aluvional, “movimientista”, llenen las filas de sus agrupaciones con jóvenes recién ingresados a la política; así lo hizo el propio Perón luego de 1945 (Antonio Cafiero, por caso, fue ministro de Perón a los cuarenta años) y también Raúl Alfonsín, quien condujo personalmente la Coordinadora. A esa agrupación le hacían, a mediados de los ochenta, muchos de los mismos reproches que hoy se le dirigen a La Cámpora.

Antes que demonizarlo, hay que entender que este “efecto demográfico” de inclusión política generacional (como dice Gustavo de Armas sobre el Frente Amplio uruguayo) es un importante activo de los partidos democráticos, ya que está demostrado que gran parte de los jóvenes que se incorporan tempranamente formarán luego las estructuras partidarias. Sin ir más lejos, el hoy presidente de la UCR Ernesto Sanz dijo en una entrevista reciente: “Soy parte de la generación que ingresó al radicalismo muy convocados por Alfonsín”.

Carlos Menem, sin embargo, siguió una estrategia diferente. No creó una “fuerza propia”, sino que, en gran medida, abrevó de dos grupos de jóvenes preexistentes: gran parte de los que habían ingresado en la Renovación cafierista y los cuadros de la UCeDé.

Es verdad, sin embargo, que La Cámpora se enfrentará en 2015 a una coyuntura especial, ya que por primera vez desde 2003 no habrá un Kirchner en la boleta presidencial. Queda entonces la pregunta de qué hará luego de 2015 la agrupación que plantea que su primera y única obligación es con Cristina Fernández de Kirchner y su hijo, Máximo. En gran medida, la respuesta a este interrogante dependerá de las decisiones que tomen madre e hijo. Sin embargo, vemos tres trayectorias posibles para esta agrupación.

Dispersión y disolución dentro del PJ. En este escenario, La Cámpora seguiría un camino muy similar al del cafierismo. Si el próximo presidente es un peronista o kirchnerista (ya sea Scioli o Randazzo, o inclusive podría pensarse esta trayectoria con un Massa presidente) los incentivos aumentarán para que los camporistas ingresen a la nueva gestión, dejando simplemente sus anteriores lealtades en el olvido. Esta trayectoria, por supuesto, será aceptada en un partido en el cual un joven cafierista pudo ser luego ministro emblema del menemismo, y en donde ex menemistas y e duhaldistas se convirtieron sin problemas en kirchneristas de fuste.

Exodo del PJ. Otra posibilidad es que Cristina Fernández de Kirchner y su hijo se declaren desencantados de un “giro a la derecha” encabezado por un presidente como Scioli. En este caso, La Cámpora podría convertirse en un partido equivalente al PI de Oscar Alende o, más cercano en el tiempo, al EDE de Martín Sabbatella. Esta posibilidad es ciertamente posible, sin embargo, no parece compatible con una historia personal de los Kirchner signada por el mantenimiento (aún con fricciones) de una adscripción peronista.

Agrupamiento y espera. Otra posibilidad es que CFK y Máximo decidan que La Cámpora no va a abandonar al PJ pero que tampoco “va a jugar” en 2015 y que va a esperar a 2019. En este caso, el kirchnerismo apuntaría a convertirse en una corriente interna del peronismo, con la intención de disputar el poder y, tal vez, volver a conducirlo. Esta posibilidad no es irracional, dado que la mayoría de los dirigentes camporistas son jóvenes, en términos políticos. El desafío en esta estrategia, obviamente, es que la dirección política tenga capacidad de retener a la militancia, o sea, que no se produzca el escenario de dispersión que mencionamos antes. Para esto, será central que La Cámpora pueda ganar en 2015 algunos distritos provinciales o municipales y cargos legislativos, de manera de poder nuclearse allí. Esta estrategia, recordemos sería similar al derrotero del propio Néstor Kirchner desde la gobernación de la remota Santa Cruz.

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