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Massa y los incentivos

massita
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11 junio de 2015

(Columna del politólogo Hernán Toppi)

El reconocido politólogo italiano Angelo Panebianco sostiene, en su clásico “Modelos de partidos”, que un partido político es una organización voluntaria que debe generar los incentivos necesarios para que los individuos (desde los votantes hasta los dirigentes) se acerquen y participen de alguna manera en ella. Tales incentivos pueden ser de dos tipos: los colectivos (vinculados al mensaje desde el cual se busca aglutinar el apoyo de todos los actores involucrados) y los selectivos (elementos que ya no involucran a todos sino a unos pocos pues remiten a recursos de poder, status y, obviamente, cargos).

Ahora bien, la fuente desde la que se originan los incentivos puede influir en la fortaleza o debilidad de la lealtad que estos generan hacia la organización partidaria.

Si la fuente es la misma organización, significa que esta ha desarrollado “un sentido propio” que le permite trascender a los individuos (esto es, los sobrevive). En este caso, los actores construyen un interés por la continuidad en el tiempo del partido, fundamentado, por un lado, en la necesaria reproducción del mensaje que este expresa y con el cual ellos se identifican (incentivo colectivo) y, por otro, en el reconocimiento de ser el ámbito desde el que se generan los cargos de poder y status a los que se puede llegar (incentivo selectivo). Corolario: la lealtad es hacia el partido más que hacia las personas, lo cual fortalece a la organización.

Diferente es cuando la fuente ya no es el partido en sí, sino su líder político, llevando a que el elemento aglutinador y la posibilidad de acceso a los cargos dependa del apoyo político y éxito electoral de dicho actor. De este modo, puede ser esperable que si el líder “sube” en su nivel de relevancia política, incremente el apoyo colectivo y también el acercamiento de dirigentes con intereses selectivos. Pero también puede ocurrir, que si el líder “baja” la organización pierda apoyo ciudadano y dirigencial con la potencial emigración de ambos grupos hacia otras alternativas políticas. Como resultado, la lealtad hacia la organización partidaria demuestra ser en este caso débil y volátil, pues esta no logra “construir un sentido independiente de su referente”.

El breve e incompleto análisis sobre los incentivos y su impacto en la organización partidaria, que hemos realizado basándonos en la obra de Panebianco, puede sernos de utilidad para entender un poco más la actualidad que rodea en estos días a Sergio Massa y el Frente Renovador, la cual, como veremos, consideramos que responde al segundo escenario recién mencionado.

Cuando Sergio Massa decidió distanciarse del kirchernismo, lanzó su propia agrupación denominada Frente Renovador. Rápidamente, logró cosechar éxitos. Por un lado, en la arena competitiva, ya que se posicionó como un referente opositor gracias a la relevancia pública alcanzada y al éxito electoral en la provincia de Buenos Aires durante las elecciones legislativas de 2013. Por otro, en el consenso dirigencial, al obtener el respaldo explícito de referentes políticos de diversos sectores (incluido el kirchnerismo) que pasaron a formar parte de las filas del Frente Renovador. Esto le permitió a Massa posicionarse como un potencial candidato presidencial.

A pesar de lo anterior y por el proceso lógico de su creación, el Frente Renovador no cuenta con un “sentido propio” sino que, cuando pensamos en este partido, inmediatamente recordamos la figura de su principal referente y creador. En otros términos, no existe hoy en día un “renovadurismo” desde el cual podamos suponer la supervivencia de la organización respecto a lo que ocurra con su líder. Esto implica que, de acuerdo a nuestra perspectiva, los “incentivos” desde los cuales los seguidores (colectivos) y dirigentes (selectivos) se han acercado al partido, encontraron su fuente en la misma figura de Massa. Esto es un aspecto central desde el cual entender la razón del porqué, a la par que tomaba fuerza la imagen de este actor como alternativa al oficialismo, crecía el respaldo de dichos sectores. Y también explica lo que veremos en los siguientes párrafos.

Como mencionamos más arriba, cuando el apoyo político obtenido depende de la relevancia de su figura, puede ser débil y potencialmente volátil. Y esto fue lo que en definitiva ocurrió con Massa, tal como lo pudimos percibir con los acontecimientos de los últimos tiempos. Su confirmación como candidato presidencial se generó en un contexto diferente al indicado anteriormente. Hoy en día, su imagen se encuentra, de acuerdo a las mediciones publicadas, en retroceso en la estima de la ciudadanía. En otras palabras, habría perdido fuerza como alternativa creíble al kirchnerismo, lo cual lleva a que deje de ser atractivo para seguidores (incentivo colectivo) y dirigentes con intenciones de obtener cargos (incentivo selectivo).

Del mismo modo que Massa, también ha experimentado un debilitamiento el Frente Renovador. La partida de dirigentes que se habían acercado e integrado en un pasado no muy lejano a esta organización partidaria puede vincularse con la ausencia no solo de “un sentido propio” sino también de un interés por la continuidad en el tiempo de esta última. En términos criollos, cuando las papas comenzaron a quemar ante un posible fracaso electoral de su principal referente, muchos dirigentes no se la jugaron por el Frente Renovador y decidieron partir.

De este modo, solo queda ver qué ocurre a futuro con este escenario en el que se encuentra Massa y el Frente Renovador de ausencia de incentivos atrayentes. La incógnita está en si el primero lograr restablecerse y recuperar terreno político, o si su caída es irreversible llevando a su organización partidaria a una casi segura llegada al famoso “cementerio de partidos” de Andrés Malamud.

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