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Los criterios para elegir las fórmulas

23 junio de 2015

Es clara la diferencia entre las fórmulas de los que piensan que pueden ganar y los que no se ven con chances.

Una de las definiciones más esperadas cuando se acercaba el cierre de listas era conocer quienes serían los candidatos a la vicepresidencia. Los nombramientos pueden dividirse en dos categorías: los de poder y los de mensaje. Los primeros son aquellos que conformaron una fórmula pensada para ganar y con la convicción de que lo va a lograr.

Es decir que el candidato a vice va a tener que hacerse cargo, efectivamente, de las responsabilidades que le adjudica la Constitución.

Claramente los casos de Carlos Zannini y Gabriela Michetti entran en esa categoría.

Otros candidatos, por el contrario, fueron pensados como un mensaje o señal pero sabiendo de antemano que no van a ocupar el cargo de vicepresidente. Lucas Llach, Hector Flores, Gustavo Sáenz, Claudia Rucci y Miguel Angel Olaviaga, pertenecen a ese grupo.

La formula Scioli-Zannini tiene una gran potencia política porque expresa a toda la coalición oficialista. Contiene a todos, no deja a nadie afuera. Reúne tanto al peronismo tradicional como al kirchnerismo puro. Era obvio que CFK iba a poner alguien de su extrema confianza en el binomio teniendo en cuenta que el 95% de los votos de Scioli proviene de quienes evalúan positivamente al Gobierno Nacional. Hubiese sido absurdo pensar en una fórmula que no expresara esa realidad. Fue, además, un forma de equilibrar fuerzas porque Scioli logró cumplir con su objetivo que era obtener la candidatura presidencial y la Presidenta ?que hubiese preferido a cualquier otro? tuvo que aceptarla para fortalecer las posibilidades electorales del oficialismo. Eso expresa un fracaso de la Presidenta dado que no pudo encontrar un candidato que reuniese las dos condiciones: identificación plena con su visión política y volumen electoral. Pero la imposibilidad de construir un sucesor es propia de los esquemas políticos fuertemente personalizados con un jefe ?o jefa? que opaca al resto.

Un binomio homogéneo que reflejase sólo un parte de la coalición de gobierno hubiese sido políticamente inviable y electoralmente débil. La oposición se equivoca si piensa que Zannini le resta votos a Scioli porque las lecturas equivocadas ?como aquella que sostenía que CFK prefería que gane Macri para volver dentro de cuatro años? llevan a estrategias equivocadas. Le cabe ahora la responsabilidad a Scioli de obtener ?entre quienes no están tan cerca el Gobierno? el plus de votos necesario para ganar porque sólo con los propios, puede que no le alcance.

El otro caso fue el de Gabriela Michetti. Con una sola decisión Mauricio Macri cumplió con tres objetivos: galvanizar al PRO de cara a las elecciones de la CABA del 5 de julio y evitar la fuga de los que en las primarias votaron por Michetti. Integrar en la fórmula con la segunda figura que tiene el partido y que ahora integra la cámara que deberá presidir si gana la elección. Es, en tercer lugar, la persona más apta para tender puntes con sus amigos Ernesto Sanz y Lilita Carrió sin son derrotados ?como todo indica? en la PASO por Macri. La candidatura de Marcos Peña, de la que tanto se habló en lo días previos a la oficialización de listas, no reuní ninguna de esas tres condiciones.

El resto de los candidatos vicepresidenciales integran fórmulas que asumen que no van a ganar. Flores es un militante social al que Carrió muestra como alguien diferente a los políticos tradicionales. Con la lección de Sáenz, Massa buscó compensar con una figura del norte del país su perfil tan identificado con el conurbano bonaerense. En el caso de Olaviaga, Stolbizer buscó una figura ajena a los aparatos políticos con los que no les fue bien. Con la ex diputada Claudia Rucci, José Manuel de la Sota conformó la fórmula más peronista de todos. Finalmente con la designación de Llach, Sanz quiso buscar a alguien atractivo para los jóvenes ?un segmento etario poco favorable para la UCR? y marcar que el futuro del partido depende de que pueda atraer a ese tipo de personas.

LOS ANTECEDENTES

La formula del FpV responde al molde clásico en la cual se integran representantes de distintas corrientes de un mismo espacio. En el caso del PRO, la figura de Macri es tan determinante que la figura del vicepresidente no aporta mucho. Hubo todo tipo de combinaciones desde 1983. Pero ahora parecería que más que buscar a quienes puedan aportar algo en un futuro gobierno se piensa en vices no le causen un daño político al Presidente como ocurrió ?por distintas razones? con los dos últimos y anteriormente con Chacho Alvarez. Tampoco fueron fáciles las relaciones entre Carlos Menem y Carlos Ruckauf y entre Néstor Kirchner y Scioli.

Nadie define su voto por el vicepresidente pero su designación dice mucho del candidato a Presidente, sobre sus criterios para tomar decisiones y del tipo de gobierno que aspira a llevara adelante.

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