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2003-2015: el orden conservador del Siglo XXI

18 julio de 2015

De ganar el FpV en octubre se consolidaría un régimen político de partido dominante.

Lejos del “país normal” prometido por Néstor Kirchner en 2003 y distante del “socialismo del siglo veintiuno” del que el kirchnerismo se sintió portaestandarte junto a Hugo Chávez en aquella cumbre americana de Mar del Plata de 2005 en la que se le dijo No al Alca, el escenario más probable para Argentina 2015, de ganar el FpV en octubre próximo, es el de la institucionalización de una nueva anomalía: la consolidación de un nuevo orden conservador. Un régimen democrático de partido dominante, con un Ejecutivo que contará con una mayoría parlamentaria heterogénea, con dos alas del partido del gobierno ?una moderada y pragmática y otra radicalizada u ortodoxa? , una liga de gobernadores también afines al partido del Gobierno nacional y una injerencia en el Poder Judicial a través del control del Consejo de la Magistratura y el Ministerio Público.

Natalio Botana, que acaba de advertir sobre la deriva hacia una democracia “de rasgos oligárquicos” (La Nación 19/6), señaló tres características de dicha fórmula política en su obra clásica El orden conservador: la conformación de una oligarquía política con control sobre el aparato del Estado, gobiernos electores que producen su propia sucesión y un sistema de hegemonía gubernamental que se mantiene controlando la transferencia del poder político. Algunos ejemplos operativos de cómo se viene manifestando esta fórmula prescriptiva en la campaña electoral en curso:

1) Funcionarios-candidatos. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández y el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, precandidatos a gobernador de la provincia de Buenos Aires, acompañados por el titular de la AFSCA Martín Sabbatella y el intendente de La Matanza Fernando Espinoza respectivamente. “Hay que ponerse a trabajar como lo hicieron nuestros antecesores y como lo harán los que nos sucedan”, dijo Aníbal F. en Lanús junto al intendente Darío Díaz Pérez, ahora candidato a senador bonaerense y el secretario de Justicia, Julián Alvarez, ahora precandidato a la jefatura comunal.

2) Continuidad de políticas y hombres. “Están dadas las condiciones para tomar la posta” de manos de Cristina Kirchner” proclamó Daniel Scioli junto a Carlos Zannini en La Rioja, en el cierre de campaña de la elección que le dio el triunfo al vicegobernador Sergio Casas, del FPV. Una expresión de “unidad en la diversidad” (Zannini dixit) que consolida el control de la sucesión con una notable demostración de fuerza: estaban allí, en el escenario, los gobernadores Beder Herrera, Alperovich, Urtubey, Insfrán, Gioja, Corpacci, la flamante gobernadora fueguina, Rosana Bertone, el secretario general de la CGT oficial Antonio Caló. Scioli no se privó de un homenaje especial al ex presidente Menem, a quien recordó como su progenitor político.

3) Señales al establishment. Otra manifestación de continuidad fue la que dio el ministro Axel Kicillof, precandidato a diputado nacional, en este caso para tranquilizar al frente empresario, ante el Consejo Interamericano de Comercio y Producción. Algunas frases: “Pensamos seguir haciendo más o menos lo mismo”, “pensamos un modelo de largo plazo”, “estamos acá para que sus empresas no sufran”, “vamos a un gobierno con un presidente del mismo signo, y con las mismas políticas”, “somos parte de la oferta electoral para continuar con este proyecto”.

4) Control del Poder Judicial. Al cabo de una misma administración política, durante de tres presidencias sucesivas, nos encontramos con un Gobierno decidido a avanzar en una “democratización desde arriba y por delegación” del poder judicial. La ofensiva tuvo como capítulos más recientes la remoción y designación de jueces por parte del Consejo de la Magistratura poniendo en ejecución la ley de subrogancias aprobada en el Congreso. Mientras tanto, el Senado aprobó la designación de un ex funcionario del Ministerio de Justicia y militante de La Cámpora, Ernesto Kreplak, como titular del Juzgado federal de La Plata que tiene competencia electoral sobre toda la provincia de Buenos Aires. Se aprobó también la reforma del Ministerio Público Fiscal, una batería de superpoderes que le da atribuciones amplias a la fiscal Alejandra Gils Carbó. Esta estrategia apunta al 25% de juzgados que están vacantes en el país y al 28% de las fiscalías en la misma situación.En Tribunales, mencionan un plan para nombrar gente propia en alrededor de 200 juzgados. En el último mes, la Presidenta firmó la designación de 117 nuevos camaristas, jueces, conjueces, fiscales y defensores.

Hay quienes supusieron que la ofensiva oficial sobre los jueces tenía una intención específica, la de blindar a los funcionarios frente a las investigaciones por corrupción. Pero aquí hay algo más ambicioso: una concepción que observa los mecanismos de control propios del sistema republicano y la existencia de una Justicia independiente como manifestaciones de un poder antidemocrático. Otra consecuencia del prolongado ejercicio del poder que ha llevado a quienes lo ocupan a fundir en una misma entidad Partido, Gobierno y Estado. “Implantaron un principio de legitimidad, pusieron en marcha un sistema de dominación, lo conservaron, lo defendieron y hasta lo reformaron”, escribió Botana sobre el poder oligárquico de la Generación del '80. Se refería a otros tiempos, pero ilustra sobre ciertas formas políticas del presente: “El régimen del '80 asumió esta dimensión que apuntaba hacia lo deseable, pero se encarnó por medio de hechos y práctica activa; una acción pública, en suma, que definió, mediante cambiantes estrategias, la relación de amigo y enemigo y arrinconó a los fundadores en el papel del crítico o del testigo dispuesto a remediar la corrupción incitando la evolución hacia formas de convivencia congruentes con la libertad política”.

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