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Los escenarios legislativos de 2016-2017

14 agosto de 2015

(Columna del politólogo Javier Zelaznik)

El próximo Presidente estará obligado a ampliar su apoyo en el Congreso

más allá de la base con la cual llegue al Gobierno

La gran encuesta electoral finalmente se realizó, y ahora contamos con una base más firme para pensar tanto las elecciones generales como el contexto legislativo en que se desenvolverá el futuro Presidente.

Los tres espacio más votados (FpV, Cambiemos, UNA) concentraron el 89% de los votos, volviendo testimoniales a las otras tres candidaturas que también lograron superar el umbral de exclusión de las PASO. Los números cambian poco si en lugar de espacios políticos el foco se pone en candidatos: Scioli, Macri y Massa concentraron el 77% de los votos.

Con 38,4% de los votos, Daniel Scioli (FpV) abre el pelotón de aspirantes a la sucesión presidencial. Bastante por debajo del 50,4% obtenido por Cristina Kirchner en la PASO de 2011, y a mitad de camino entre el magro desempeño obtenido en las legislativas de 2013 (31,1%) y el umbral soñado del 45% que le aseguraría el triunfo en primera vuelta. El juego es, pues, obtener ese casi 7% adicional de los votos, lo que seguramente implicará la vuelta de Scioli al votante mediano. Llama la atención su débil performance en la provincia de Buenos Aires, en la que es gobernador hace casi ocho años. Exceptuando las atípicas elecciones de 2003, ningún candidato presidencial del PJ se había quedado por debajo del 40% en esa provincia, ni siquiera Luder en 1983 y Duahlde en 1999. Más aún, allí Scioli obtuvo casi mil votos menos que los que obtuvo De la Rúa hace más de quince años. Reflexión adicional sobre el largo plazo, no deja de ser curioso que el desempeño electoral del heredero de la década ganada sea sólo ligeramente mejor que el del heredero de la década perdida, Eduardo Angeloz, que en 1989 había obtenido 37% de los votos.

Mauricio Macri llegó segundo, y a distancia, con 24,3% de los votos. Al igual que Scioli, el líder del PRO se quedó corto en el distrito en el que gobierna hace ocho años: en CABA obtuvo 41,7% de los votos, colocándose debajo de lo obtenido hace apenas un mes por Rodríguez Larreta en la primera vuelta para elegir jefe de Gobierno. El juego de Macri es, pues, consolidar el 30% de los votos obtenidos de manera combinada por los socios de Cambiemos, mantener la distancia con Scioli por debajo del 10%, y rezar para que el candidato del FpV no supere el 45%, lo que lo dejaría a Macri sin la posibilidad de desafiar al partido de Gobierno en un balotaje.

A mayor distancia llegó Sergio Massa, el candidato más votado dentro del espacio del peronismo disidente UNA, con 14,2% de los votos. Es difícil pensar en escenarios de expansión para este espacio. Téngase en cuenta que el voto total de UNA se coloca por debajo del obtenido sólo por Macri dentro de la coalición Cambiemos, y que resulta poco plausible la transferencia significativa de votos hacia el massismo desde ninguno de los otros espacios políticos. El juego, obtener el mejor desempeño posible para ampliar el contingente legislativo del espacio y aumentar su poder de negociación frente a un eventual balotaje.

De ser así, las opciones presidenciales se reducen a Scioli y Macri, en ese orden. ¿Cuál es el Congreso con el que asumirá en diciembre el próximo Presidente? Las PASO nos da información para especular sobre la eventual distribución de bancas en caso de que los resultados de octubre fuesen similares a los de las PASO. En primer lugar, no hay ningún partido que obtendría mayoría en la Cámara de Diputados. Si bien el FpV tiene mayoría propia en el Senado, en la Cámara Baja tiene sólo la pluralidad de bancas, aún por debajo del umbral cuasi-mayoritario (45%). De allí que cualquiera sea el próximo Presidente estará obligado a ampliar su apoyo en el Congreso más allá de la base con la cual llegue al Gobierno. En términos cuantitativos, la ampliación de la base de apoyo resulta más sencilla cuanto mayor sea el contingente legislativo inicial.

En segundo lugar, el conglomerado peronista (FpV + PJ no kirchnerista) constituye el 68% del Senado y el 58% de la Cámara de Diputados. En términos cualitativos, la ampliación de la base de apoyo resulta más sencilla cuanto mayor es la compatibilidad de la tradición política entre los diferentes actores. Más aún, si el pasado permite inferir sobre el futuro, en caso de un triunfo del FpV no sería raro presenciar la progresiva incorporación de legisladores peronistas disidentes al bloque oficialista.

En tercer lugar, especular sobre la base legislativa no sólo implica analizar la distribución de bloques, sino también los problemas internos. En el caso de Macri, ello implica compatibilizar en el Gobierno la acción de los socios de Cambiemos, y mantenerla ante la necesidad de incorporar nuevos socios en el Gobierno. Si bien el PRO está acostumbrado a gobernar en minoría en la CABA, no es lo mismo la Legislatura de la Ciudad que el Congreso Nacional (dos cámaras, más legisladores, mayor diversidad de intereses), y sus minorías legislativas serían más pronunciadas. En el caso de Scioli, ello implica manejar la novedosa relación entre la vertiente peronista presumiblemente alineada con el Presidente, y la vertiente kirchnerista presumiblemente alineada con la ex Presidenta. Nótese que de replicarse el resultado, las dos vertientes estarían obteniendo más o menos las mismas bancas en Diputados, siendo marginal la vertiente K en el Senado. En caso de que la tensión entre ambas tradiciones se convirtiese en un conflicto manifiesto, Scioli siempre podría negociar el apoyo de lo que en la tabla aparece como peronismo disidente, presumiblemente a un costo mayor que en caso de unidad del FpV.

¿Ampliación de la coalición de Gobierno? ¿Coalición legislativa estable? ¿Negociaciones puntuales alrededor de cada ley? ¿Cooptación de bloques menores al bloque oficialista? El menú es amplio, resta analizar la viabilidad de cada una de las alternativas.

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