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Estrategias y encrucijadas

26 junio de 2011

(Artículo publicado en la edición nº34)

La dispersión opositora facilita la primera vuelta para el oficialismo y, a la vez, complica su unión en un hipotético balotaje.

Diciembre de 2010 fue una época intuitiva y amateur en la política argentina, con una notable cantidad de lanzamientos intrascendentes que se sucedieron como un efecto dominó. En la idea de “lanzarme para existir”, muchos de los precandidatos ya no lo son, porque también hubo un efecto dominó en sentido inverso.

Actualmente, las diferentes estrategias opositores gozaron de decisionismo estratégico, como contrapartida al voluntarismo de seis meses atrás. Aunque las listas no cerraron todavía, tuvieron sesgos de audacia y encuadres estratégicos que las explican razonablemente, aunque dejan grandes incógnitas.

En la UCR, apostar hacia el centro o la derecha, fue el reconocimiento explícito de que ese es el único lugar en donde el centenario partido puede crecer, a la vez que reconoce y licúa en un pragmático santiamén viejas discusiones ideológicas internas. Con esta decisión, la UCR nacional se apoyó en la provincia de Buenos Aires,

desguarneciendo al interior del país. Fuerte incógnita será el rol de su candidato

a vicepresidente, Javier González Fraga, hablando tempranamente de calidad institucional. Desconocido en ese terreno, su palabra en esa línea de argumentos es poco significativa.

Pero vaya un detalle paradójico: la apuesta de la UCR se concentra en Buenos Aires, pero sondeos tempranos evidencian un mínimo aumento en la cantidad de votos de Francisco De Narváez ?que no supera nunca los 20 puntos?, pero no la candidatura a presidente de Alfonsín. Es más, Duhalde empata ?antes del inicio formal de la campaña? con el candidato radical en el distrito bonaerense en el tramo a presidente.

Otra decisión audaz e interesante fue la del socialismo. Y la fue en un doble sentido.

Por un lado, por la decisión de Hermes Binner de encabezar una fórmula y no de ser segundo de Alfonsín. El cálculo que prima aquí es más pragmático que ideológico, sin descartar un peso importante de esta última variable. Y es que el socialismo tendría más chances de espacios propios actuando en solitario.

La otra decisión interesante es que la fórmula se componga con Norma Morandini, representando a un partido provincial cordobés, antes que a uno capitalino. Matemática pura: un tercio de los votos del juecismo es más que doce puntos de los votos de Pino Solanas (en territorios equivalentes en caudal electoral, comparando a Córdoba y CABA). Pero esta decisión libera a Margarita Stolbizer, con menguadas

chances de crecer en la provincia de Buenos Aires como candidata a gobernadora.

Lo que sí tiene son sólidas chances de frenar el avance electoral radical en ese distrito.

El socialismo y sus aliados reconocen que la fusión electoral de la región Centro, será un buen instrumento como para que Binner aumente sus chances y Alfonsín restrinja su crecimiento. Quedan varios competidores que tienen un peso territorial considerable. Eduardo Duhalde todavía tiene cerca del 10% de los votos en la provincia de Buenos Aires. Su aliado en Chubut, Mario Das Neves, cerca de 40% en su propia provincia. Ello les da un margen significativo en términos electorales como para realizar un papel digno a escala nacional.

Algo similar ocurre con Rodriguez Saá, quién se ubica segundo en el total de todo Cuyo, llevando a Alfonsín a un cómodo tercer lugar en esa región. Y con un papel nada despreciable en territorio bonaerense. Ni hablar si Macri apostase a alguna relación más o menos visible con el candidato puntano, cosa que se ha insinuado repetidas veces.

Lo que haga el macrismo tras la elección capitalina tendrá bastante eco, aunque esa elección tiene más visibilidad que votos para torcer el escenario nacional. Ni bien decidió competir por su reelección en CABA, su apuesta es inteligente y egoísta por igual: si gana, será el único candidato opositor en el país que cuente con territorialidad, suponiendo en su cálculo que De Narváez no llega a la gobernación.

Elisa Carrió es la única candidata que no ha mostrado territorialidad en su armado.

Todo lo contrario. La lucha contra la corrupción es su primer argumento discursivo, y es el principal elemento que la oposición también percibe ?por obvias razones mediáticas de estos días?. Por eso Carrió creció levemente, saliendo de valores muy bajos, pero con un pronóstico de poca competitividad.

Toda la oposición se encuentra agrupada en una estrategia argumental de líneas republicanas: anticorrupción y calidad institucional. Busca reclutar nombres que aportan estrellato en ese sentido ?mas no necesariamente votos-. Con ello se afirman dos cosas. Por un lado, la estrategia de la oposición es de superposición federal, lo que evidencia que cada candidato o fórmula es fuerte en uno o dos distritos agrupados, y con ello hace papeles dignos pero no competitivos en todo el territorio argentino agregado.

Cada fórmula tapona como un rompecabezas a otras fórmulas. Es decir, todo vuelve a la situación anterior al intento de unidad que los propios competidores y parte del

sistema de medios pregonó. Pero la consecuencia de esto es algo perversa, porque comparten argumentos, pero precisamente por compartirlos es que probablemente ese elemento común haga que repartan entre todos una porción de un mismo electorado.

Así, la oposición se complica entre ella misma en la performance en primera vuelta, lo que la tornaría potencialmente más cómoda para el oficialismo nacional. También, la posibilidad de que todo ese discurso común se agrupe en una segunda vuelta quedaría desvanecida.

El otro dato es que hay una serie de preguntas consideradas clásicas (como predictoras del comportamiento político asociado a variables económicas) que no están leyendo adecuadamente desde la oposición: si vive peor, igual o mejor que sus padres; nivel de acuerdo con el rumbo económico adoptado; perspectivas de consumo para los próximos meses; si está peor, igual o mejor que en los tres meses pasados y si cree que en los próximos tres meses estará peor, igual o mejor que ahora, entre otros.

La totalidad de los indicadores da signo positivo, a pesar de que la inflación existe como hace más de un año. Nótese que la estabilidad del país es el primero de una

larga lista de atributos que la gente tendría en cuenta para votar. La oposición casi no habla de ello, aun en el caso del candidato a vicepresidente radical, que en su primera intervención afirmó: “La economía no registra mayores problemas”.

Este es el escenario de largada de la oposición. Habrá que ver qué tan efectivas resultarán las estrategias y qué tan profesionales las campañas para romper este complejo entramado de encrucijadas en el que se encuentra la oposición.

Mario Riorda acaba de publicar “Manual de Comunicación Política y Estrategias de Campaña” (Biblos). Reúne la mirada de otros especialistas en el tema.

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