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Guantánamo: la excepción permanente

guantanamo
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07 septiembre de 2015

(Columna de Cecilia Escudero)

Desde 2002 hasta hoy, han pasado por el penal de la Bahía de Guantánamo 779 personas.

Estados Unidos puede tener Guantánamo porque, indudablemente, aún es la primera potencia mundial. Resulta posible que tenga una cárcel con decenas de presos sin condena, que languidecen sin rumbo en un enclave natural de aguas transparentes del Caribe. Una base naval que alberga un centro de torturas al sureste de Cuba, la nación que ha sido su enemiga por cincuenta y cuatro años. Desde 2002 hasta hoy, han pasado por el penal de la Bahía de Guantánamo 779 personas. Todos hombres musulmanes y extranjeros condenados a un estado de excepción, fuera del orden jurídico existente. Prisioneros de un limbo legal que arroja al tacho no sólo el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos, sino los principios de la democracia liberal.

En el marco del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU., el presidente Raúl Castro aseguró que una total normalización del vínculo se alanzaría con el cese del embargo económico y la devolución del territorio que ocupa la base naval Guantánamo. Una porción de tierra de 117,6 km2. Casi un partido de Quilmes.

El 5 de agosto último, con la publicación de un informe, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exhortó a EE.UU. a cerrar el centro de detención y a juzgar a los prisioneros en las cortes federales del país. Actualmente, siguen detenidos allí 116 personas.

HISTORIA

En su libro “Territorios vigilados”, la analista internacional Telma Luzzani explica el interés de EE.UU. en Cuba ya en el Siglo XIX, en tanto la isla se erigía como la “llave del Caribe”. Además, constituía un punto de apoyo perfecto para sostener una imprescindible red de bases militares que respondiera a las aspiraciones de potencia mundial.

En diálogo con el estadista, Luzzani agrega que “una base naval en Cuba era ?y lo sigue siendo? geoestratégicamente muy importante ya que protege a EE.UU. desde el Caribe, que es su punto débil. De sus otros vecinos, se encuentra separado por los inmensos océanos Pacífico y Atlántico, que implican una barrera natural frente a amenazas”. Luzzani asegura que, aunque se haya resignificado en tiempos de Guerra Fría, este esquema de seguridad nacional se mantiene casi intacto hasta hoy. Por ello, según su opinión, si bien es posible que EE.UU. cierre la prisión de Guantánamo es muy poco probable que se retire de Cuba.

EE.UU. consiguió, mediante la célebre Enmienda Platt y un tratado en 1903, que Cuba le arrendara a “perpetuidad” el área donde está instalada la base.

En este sentido, el politólogo, investigador y docente cubano Darío Machado recuerda que esta concesión de Cuba fue otorgada a EE.UU. a cambio de que éste cesara la ocupación militar de la isla, luego de la Guerra de Independencia de 1898. En diálogo con el estadista desde Cuba, Machado afirma que “la revolución cubana liderada por Fidel Castro denunció en 1959 el oprobioso tratado.

Cuba considera ese territorio parte indivisible de nuestra geografía y soberanía e ilegalmente ocupado por una potencia imperialista”. Y agrega que “los cubanos sentimos como un puñal en el costado la usurpación de ese pedazo de la patria que ha sido empleado para prácticas tan crueles y aborrecibles como la prisión ilegal y la tortura. Cuba ha continuado denunciando la ilegal ocupación basándose en el artículo 52 de la Convención de Viena de 1969 que establece la abolición de un tratado si se prueba que ha sido empleada la fuerza o la intervención. En este caso ambas, por la inclusión forzada de la Enmienda Platt en la constitución cubana de 1901”.

El tratado de 1903 estipula que si bien EE.UU. tiene control sobre la zona, Cuba conserva la soberanía. En este sentido, según el informe de la CIDH, el Gobierno de EE.UU. decidió crear, en 2001, una prisión en Guantánamo para encerrar a los sospechosos de terrorismo “considerando que probablemente las cortes federales no ejercerían su jurisdicción”. Es decir, una zona libre de leyes. La excepción se convierte en regla.

GUERRA SUCIA

Detención indefinida de reclusos acusados de nada, tortura, tribunales militares, cárceles secretas, vuelos clandestinos, escuchas ilegales. Una síntesis de la la guerra sucia de George W. Bush, cuyas prácticas inspiraron la creación de decenas de notables series televisivas, como la legendaria “24” o la más reciente “Scandal”.

En 2009, Obama desactivó algunos de los aspectos más repudiables de esta guerra (aunque activó otros igual de polémicos, como la guerra de drones). Por ejemplo, desautorizó las torturas aplicadas a los reclusos con brutales técnicas de interrogatorio, como el ahogamiento simulado (waterboarding), la privación prolongada del sueño, los abusos sexuales y golpizas, entre otros.

La CIDH reconoce los esfuerzos de Obama, como los relativos a revisar la situación jurídica de los presos. Incluso, este mes, presentará en el Congreso un nuevo plan para cerrar la cárcel. Hace seis años Obama promete clausurar Guantánamo. El penal parece el Frankenstein estadounidense.

Al respecto, el director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales, Gastón Chillier, asegura a esta publicación que la detención indefinida de personas, sin cargo alguno y sin perspectivas claras de un acceso al debido proceso, constituye en sí mismo un acto de tortura, más allá de si hay o no abusos físicos en la actualidad. Asegura que, sin duda, “Guantánamo representa el paradigma de la tortura en el Siglo XX”. Chillier dice que, a diferencias de las dictaduras del Cono Sur, esta práctica violatoria de los derechos humanos son promovidas por la principal potencia mundial y contra todos los principios que ésta propugna.

Desde 2003 hasta hoy, sólo ocho prisioneros fueron condenados por comisiones militares, es decir, tribunales excepcionales designados por el Departamento de Estado. En 2006, este sistema fue declarado ilegal por la Corte Suprema de EE.UU. Ese país argumenta que sí puede detener indefinidamente personas sin cargos (algunos llevan 13 años) “conforme al derecho de la guerra hasta que cesen las hostilidades”. Así es como la excepción es revestida por una legalidad propia. O, como en otras tantas cárceles en el mundo, por un estado de excepción permanente.

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