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¿Qué significa la presencia de tantos jóvenes en las listas?

28 julio de 2011

(Contrapunto entre Carla Carrizo y Fabián Rodríguez publicado en la edición nº36)

C.C.: ¿Importa la lista de diputados en la competencia política de la Argentina? Un

dato de esta elección legislativa es que los partidos presentan a la ciudadanía como

oferta innovadora eslogans vinculados con la renovación: sub 40 y otros iconos. Con la tasa de reelección más baja de Latinoamérica, los diputados y senadores argentinos no personifican el legislador octogenario.

Dos reflexiones a partir de este diagnostico. La primera: si los jóvenes integran las legislaturas provinciales o la nacional, como lo indican estos datos, ¿por qué su aporte no se visualiza en la actualización del pensamiento estratégico del país? Así una primera constatación es que la práctica de la renovación parlamentaria en la Argentina no debe leerse como sinónimo de renovación política. Si por renovación política entendemos cambios en la modalidad de construir el poder político, institucional y programático. ¿Jóvenes octogenarios? Mayormente, sí.

La segunda: que esta práctica de “renovación sin competitividad política” marca una diferencia entre los partidos. Mientras el diagnóstico de que la banca es un escalón pero no la ambición clave de los políticos argentinos explica bien el modo en que los partidos de gobierno del país (peronismo y radicalismo) utilizan el Poder Legislativo, pero explica poco (y mal) el modo en que los partidos nuevos usan la carrera legislativa. Para ellos, frente a la dificultad que presenta la nacionalización territorial del peronismo y el radicalismo para acceder a cargos ejecutivos, la banca sí importa.

Y es en estos partidos donde la decisión de quien integra una lista legislativa (provincial o nacional) representa algo más que una puja distributiva entre sectores intrapartidarios. Representa una elección competitiva acorde con el clima político y cultural de la sociedad.

Entonces llegamos así a la paradoja que exhibe la dinámica de la competencia por los cargos legislativos en la Argentina: quienes pueden (y deberían) hacer de la práctica de la renovación legislativa una práctica de renovación política eligen no hacerlo. Y quienes quieren (y lo hacen), no pueden en cambio incidir en la agenda política e

institucional del país.

Segunda constatación: no sólo el kirchnerismo exalta una juventud avejentada por sus prácticas; también lo hacen en el universo no peronista.

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F.R.: Los jóvenes que integran las listas legislativas del Frente Para la Victoria no

nacieron de un repollo: son producto de la experiencia política adquirida al calor del desarrollo del kirchnerismo. La muerte de Néstor Kirchner produjo un fenómeno que sólo aquellos que formábamos parte de él podíamos saber que de un momento a otro sucedería.

Una de las pocas certezas que arrojaba el comienzo de esta nueva etapa era el hecho de la falta de reelección para la Presidenta de la Nación. Entonces, caía de maduro que la mejor manera de garantizar la continuidad de un proceso histórico que nunca planteó agotarse en apenas un par de períodos de gobierno, era otorgarle a esa juventud la posibilidad de tener mayor protagonismo institucional.

En muchos casos, incluso, se trata de militantes que vienen caminando la arena política desde épocas en las que ésta era un desierto. En la provincia de Buenos Aires, la lista de diputados nacionales del FpV contiene a cinco candidatos menores de 35 años en los veinte primeros lugares. Dos de ellos pertenecen a la conducción nacional de La Cámpora (Eduardo De Pedro y Mayra Mendoza); uno a la Juventud Sindical (Facundo Moyano); otro al Movimiento Evita (Leonardo Grosso), mientras que el quinto forma parte de H.I.J.O.S (el nieto recuperado N° 75, Horacio Pietragalla).

Los nombres y las razones son contundentes. Quien pretenda cuestionar los lugares que ocupan estos jóvenes utilizando como pretexto una supuesta “falta de experiencia”, ostenta tal desconocimiento de la historia del peronismo que francamente debería ponerlo a reflexionar acerca de lo que está haciendo.

En 1946, las espadas más importantes que Juan Domingo Perón llevó al Congreso de la Nación promediaban los 37-38 años de edad. Héctor Cámpora asumió su banca con 37 años, y dos años después, en 1948, asumió la Presidencia de la Cámara de Diputados con apenas 39 años, Andrés Framini, el histórico dirigente de la Asociación Obrera Textil, asumió su escaño con 32 años. Quien fuera presidente del bloque

de diputados del partido peronista John William Cooke, asumió su banca con la misma edad que hoy tiene Facundo Moyano: 26 años.

Ya no se trata de tirar a los viejos por la ventana, sino de fortalecer al proyecto que encabeza la Presidenta de la Nación con unos de los sectores más dinámicos que tiene hoy por hoy ese sistema político que se llama peronismo.

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