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La fragmentación, clave de la gobernabilidad

23 diciembre de 2015

(Columna de Nicolás Cherny)

El Presidente puede utilizar su popularidad inicial para conformar una coalición legislativa que le permita llevar adelante su agenda.

La capacidad para tomar decisiones del gobierno de Mauricio Macri dependerá de la colaboración de dos actores clave: el sindicalismo y el peronismo. Del grado de cooperación que encuentre en los sindicatos dependerá el resultado de las negociaciones paritarias en 2016. Y al ser Macri un presidente minoritario, la capacidad para encontrar puntos de acuerdo con diputados y senadores peronistas e incluirlos en su coalición legislativa impactará en su poder para tomar decisiones.

La reinstitucionalización de las paritarias, el régimen de alta inflación que deja el kirchnerismo y la devaluación convierten a la colaboración del sindicalismo en un test clave del gobierno de Macri. Hay dos elementos que podrían jugar en contra de la moderación del sindicalismo: su identificación con el peronismo y las divisiones con las que finalizó el mandato de Cristina Kirchner. Los antecedentes de las presidencias de Alfonsín y De la Rúa no permiten ser muy optimistas respecto a la colaboración de los gremios con el gobierno de Macri. En contraste con el apoyo que dieron a las presidencias de Menem, Duhalde y los Kirchner que les permitió superar momentos de crisis y ampliar su capacidad para gobernar, los gobiernos radicales sufrieron la falta de cooperación del sindicalismo. El segundo elemento que juega en contra de la moderación es la división del sindicalismo. Hay gestos que permiten pensar en una unificación futura, pero es poco probable que eso ocurra en el muy corto plazo. El problema para el gobierno de Macri es que la fragmentación puede alentar comportamientos no cooperativos del sindicalismo animados por la competencia entre los líderes por quien consigue la mejor tajada de aumento para el sector que representa. Por tanto, la probabilidad de que la presidencia de Macri encuentre problemas de coordinación es alta. De modo que puede inducir mayor incertidumbre y costos supletorios para la tarea de resolver conflictos.

Pero hay dos factores que podrían jugar a favor de la capacidad de Macri de producir cooperación en los sindicatos. El primero es la cercanía del Presidente con Hugo Moyano. El líder de la CGT opositora al gobierno de Cristina Kirchner durante su último mandato tiene afinidades con los dirigentes del PRO y aspira a incorporar funcionarios al Gobierno Nacional. En consecuencia es un potencial aliado. En segundo lugar, los presidentes argentinos cuentan con recursos para inducir la moderación de los sindicalistas concediendo demandas no estrictamente ligadas a los aumentos salariales (fondos para las obras sociales, etcétera). Existen recursos para facilitar la negociación con los trabajadores estatales, que a una escala distrital fueron utilizados por Macri en su gestión en el Gobierno de la CABA con los trabajadores estatales.

Por último, hay una variable que podría hacer que pesen más los elementos en contra de la moderación de los sindicatos o a favor de la colaboración en 2016. El resultado del pass through de la devaluación que se anuncia será clave para las paritarias. Si el traslado a precios es razonable, las posibilidades de organizar la cooperación crecen sensiblemente. Si el Gobierno no consigue controlar la inflación sucederá el efecto contrario: crecerá la conflictividad y se reducirá su capacidad.

FRAGMENTACION Y COALICION LEGISLATIVA

El peronismo está divido en varias facciones: el kirchnerismo, el massismo y algunos gobernadores que quieren convertirse ellos mismos (con Juan Manuel Urtubey a la cabeza) en alternativas futuras al macrismo. De modo que no es improbable que la fragmentación en el peronismo empeore los próximos meses. Si Macri consigue aprovechar las oportunidades que le brinda las divisiones en el peronismo y neutralizar el veto opositor, conseguirá aprobar leyes cercanas a sus preferencias de política. La división del peronismo puede, entonces, mejorar las posibilidades de Cambiemos para conseguir construir una coalición legislativa. Es verdad que hay una mayoría apabullante de senadores peronistas pero la disciplina es ya en este momento muy reducida. Cambiemos será muy minoritario pero la fragmentación del peronismo le permitirá al Presidente utilizar su poder fiscal frente a los gobernadores de provincia, y sobre todo con aquellos más dependientes de las transferencias. Con ello podrá aspirar a un apoyo defensivo en Senadores que no impida el trámite legislativo de su agenda de gobierno.

En la Cámara de Diputados el peronismo tiene 114 diputados pero sólo un tercio o menos se mantiene disciplinado dentro del kirchnerismos (La Cámpora y algunos aliados). Tampoco esta garantizada la disciplina entre los diputados provenientes de movimientos sociales kirchneristas. Por lo menos hasta las elecciones de 2017 es probable que la solidaridad entre las tres facciones peronistas sea baja. Eso ofrece vías de negociación para el nuevo gobierno, tanto en bloque como focalizadas a ciertos temas o actores. Cambiemos tiene la oportunidad de conformar una coalición para gobernar con diputados cuyos jefes políticos dependan del Gobierno Nacional para sostener las finanzas públicas de sus provincias. Estos pueden ser tanto de partidos proviniciales como peronistas. Y al quedar huérfanos de un líder territorial, la presidencia tiene margen para atraer a diputados del Frente Renovador y ofrecerles puestos tanto en la Administración Pública nacional (como lo ha hecho con Adrían Pérez) como de la provincia de Buenos Aires.

Finalmente, la popularidad del presidente puede también mejorar o empeorar su margen de maniobra para construir una coalición legislativa. Macri puede utilizar su popularidad inicial de dos maneras. Puede usarla para forzar circunstancialmente a potenciales aliados a votar sus iniciativas. El resultado de esta estrategia será muy probablemente una coalición inestable. O puede generar una agenda convergente con potenciales aliados de modo de invertir su popularidad en lograr una coalición de más largo aliento. Esta segunda vía estratégica supone incluir a estos diputados no sólo en su coalición legislativa sino también darles un lugar en la oferta electoral de 2017. Este camino puede pavimentar una coalición estable que permita a Macri tener una agenda de cambios y reformas duradera y, al mismo tiempo, generar un horizonte de previsibilidad para sus decisiones

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