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Entre la estética y la grieta

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31 julio de 2017

Por Bárbara Bravi

Días atrás asistimos a los lanzamientos de campañas, en actos que distan mucho de los enérgicos tradicionales mitines de campaña al son de los tambores y la mística de las banderas. Emblema y símbolo de un acto partidario. Esta vez la imagen y la estética fueron el centro de la escena, en actos que apelaron a la emoción con una herramienta simbólica de identificación, pero lejos del estigma y los rituales.

En los medios se habló mucho de la “estética” de los actos, como el de Cristina, el de Sergio Massa, y hasta el de Florencio Randazzo. Irónicamente, parecía que habían adoptado los consejos de Jaime Durán Barba. La estrategia comunicacional de los candidatos pareciera tener algún desajuste con la bajada mediática de la grieta y la polarización.

Hace tiempo viene hablándose de la metamorfosis de los partidos políticos, espacios anacrónicos que pasaron de discutir doctrina programática, principios y plataformas, a centrarse en los liderazgos como llave electoral. Claro que esto reformó la dinámica de los espacios que como corolario tuvieron una pérdida de identidad, seguida de una pérdida de identificación, y una denotada ambigüedad, dado que la trayectoria partidaria de un candidato, en definitiva no es una variable incisiva en la opinión pública. Todo lo dicho puede desdecirse.

Ahora frente a esta merma de partidos, se produce un clivaje interesante sobre la toma de posición de la opinión pública, donde la estética es lavada, pero el discurso está cargado de ideología. Los candidatos de los distintos espacios suponen encarnar ideas opuestas, y en el medio el interrogante de si es posible un camino “del medio” o, como lo llamó Massa ,“la ancha avenida del medio” (que no lo fue tanto). En la sociedad del River-Boca no parece sencillo.

Mario Riorda desarrolla fundadamente esta tesis en su libro “Ey! Las ideologías existen”. A esa tesis adscribimos, porque pueden modificarse los formatos comunicacionales, adaptarse, confluir o fundirse, para generar empatía, pero lo que subyace, la variable ideológica, producto del sistema de creencias de los actores, siempre está presente, aunque la manera en que se expresa se adapte. Como decía Robert Michels hace más de un siglo: los partidos políticos, como toda organización, tienen la supervivencia como su primera razón de ser, en este caso la adaptabilidad es la subsistencia del sistema.

Los medios conforman una amalgama subjetiva del clima social, de hecho se han creado hasta categorías de periodistas “militantes”, “mercenarios”, según su grado de defensa y adhesión a una causa. Abonan la función dicotómica que brega porque el ciudadano se sitúe de un lado u otro del escenario, en esa búsqueda de identificación latente (y en el peor de los casos fanática), por lo que la información y las agendas de medios y hasta de redes sociales, tienen vida propia, nos referimos a ello debido a que en un escenario pre electoral adquieren una consideración especial.

La comunicación electoral es emocional, necesita emocionar, generar empatía, identificación, para que la persuasión sea efectiva. Y para que ello suceda, debe despejar los canales de comunicación de todo ruido innecesario, los logos partidarios en esta coyuntura, son secundarios. El político menos resistido es el que habla en la calle, y no desde el atril. ¿Un par? Una especie de paternalismo carismático del líder, pero sin ser autoritario. Los profesionales las llaman campañas de referencia o de cercanía, cercanía de la gente, que comparte problemas, o de referencia, porque pone en primer lugar al ciudadano y no al político.

Este camino a las PASO se asemeja a una receta de cocción lenta, aún no hemos visto aristas que auguren una campaña de saturación, más bien, se observa aún poca receptividad de la opinión pública, y poco despliegue de los candidatos, la pecera de los indecisos será el objetivo estratégico por fuera del piso de cada espacio político, si bien las encuestas muestran una tendencia a una elección de tercios, el foco está puesto en quienes aún no decidieron y son blanco de esta comunicación despojada de símbolos partidarios, pero cargada de ideología.

El acto de lanzamiento de Cristina en el teatro Radio City tuvo ciertos condimentos que abonan la discusión sobre el esteticismo electoral. El mismo no contó con la militancia que se limitó a seguirla por la transmisión en vivo. O sea, como mencionábamos anteriormente, el elemento partidario es desplazado para que el mensaje tenga un formato persuasivo y no expulsivo. En segundo lugar, un dato no menor, es que la ex mandataria habló solo siete minutos, mientras los invitados, los “padecientes” del modelo, lo hicieron por una hora. Aquí hablamos de campaña de referencia, y la atención puesta en los ciudadanos que han sufrido los coletazos del cambio de gobierno. La elección de Mar del Plata para el lanzamiento no fue casual, es una de las ciudades que lidera el índice de desempleo. Ahora vamos a la segunda parte. La presencia de lo ideológico. El eje de la campaña tiene que ver con la necesidad de “ponerle un límite” al modelo económico del gobierno de Mauricio Macri que genera a su paso marginalidad y exclusión. Para mostrar ese panorama, una de las consignas fue escuchar a los propios perjudicados, desde desocupados y trabajadores hasta comerciantes y empresarios.

En segundo lugar, Massa lanzó la campaña de 1País, en el complejo Pipa Tigre, replicando la estética de Cambiemos en las elecciones del 2015, caminando entre los invitados. Misma escenografía que el acto en el que Massa y Stolbizer lanzaron el frente 1País, el pasado 25 de mayo, en el DirecTV Arena, de Malvinas Argentinas, ambientación gráfica del Frente en colores celeste y blanco. El Frente Renovador es quizá el espacio que menor identificación genera, por la carencia de símbolos identitarios, por lo que esa ambigüedad es un valor y disvalor al mismo tiempo. El discurso tuvo un eje económico, anti grieta, y he aquí la matiz ideológica, volvió a pedir la baja de los impuestos (Plan Bajemos Los Precios) y criticó la elección del gobierno en favor de la "bicicleta financiera”. En un intento de posicionamiento dejó la frase "Entre el pasado de ladrones y el presente para ricos, hay un futuro de grandeza”, como caracterización distintiva e intermedia entre los otros competidores.

En tercer lugar, Randazzo ante su tropa de unos 300 dirigentes y militantes lanzó su candidatura para las próximas legislativas, en un inusual acto de lanzamiento de campaña -a puertas cerradas- en el hotel NH Bolívar. Primero un rapero motivó a la gente con "Tenemos que dar un gran PASO si en la boleta dice Randazzo", desde el centro de un ring. Randazzo entró a escena y un relator con el estilo de las peleas de box empezó a presentar a cada uno de los candidatos de Cumplir. La estética del acto es innovadora y en un juego de palabras "Tenemos un candidato que dice lo que hace, y hace lo que dice”, intenta ser una variable alternativa de origen peronista, pero que confronta con su pasado reciente. Sin embargo, al igual que Cristina y Massa, la crítica hacia el gobierno apunta a la política económica.

Por último, Cambiemos eligió el timbreo nacional como la herramienta para que los candidatos del oficialismo tengan su primera actividad formal de una campaña. Esta modalidad de campaña de cercanía es un sello del gobierno y una muestra de la impronta comunicacional que sostienen. Así Esteban Bullrich, estuvo en Agustina, uno de los pueblos que conforman el distrito de Junín, mientras Gladys González estuvo en Bolívar -su tierra natal- donde recorrió las calles y habló de obras hidráulicas con vecinos. Así lo hicieron otros candidatos, dirigentes y funcionarios en distintos puntos del país. Por fuera del análisis del formato comunicacional pareciera que el gobierno en su discurso invita a profundizar el cambio, con el slogan vamos juntos, o seguir cambiando juntos, sin connotar cuales serían los atributos del cambio, pero que en pos de las políticas impulsadas se puede avizorar que la antítesis de un estado benefactor, es un estado mínimo, con su indisociable contenido ideológico.

La fórmula sería menos partidos, más ideología, desde un lado del ring todavía se confronta con el pasado, mientras la propuesta no llega a dibujarse. Del otro lado se espera alojar a los decepcionados y damnificados. Así las cosas, y las inminentes PASO, ¿recuerdan la frase de Bill Clinton “It's the economy, stupid”? ¿Será?

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