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Casa-Rosada5
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10 septiembre de 2018

por Néstor Leone

Cuadernos, aportantes y crisis en el camino a 2019. La dinámica complementaria de las minorías intensas y el decisivo voto volátil

1. CAJA DE PANDORA

La saga de los ya famosos cuadernos sacudió la escena. Con condimentos de sobra para ello. El chofer de un exfuncionario del anterior gobierno que reconstruye, a modo de diario, la distribución de dinero mal habido. Un texto, del que sólo se conservan fotocopias, con descripciones precisas de numerosos delitos bien tipificados. Nombres conocidos y apellidos de peso en el mundo empresario, ligados a la obra pública y a la industria de la construcción (pero no sólo), en supuesta connivencia o formando parte de ese entramado de coimas y sobornos planificado. Arrepentidos en cadena que recrean ante el juez del caso sus miserias públicas y privadas y buscan extraer de la Caja de Pandora, que contribuyeron a abrir, alguna contemplación punitiva extra. Buena parte del elenco opositor enredado en esa trama, incluida la expresidenta y actual senadora Cristina Kirchner, la dirigente que recoge mayor intención de votos en ese universo. Un Gobierno que pasa de regodearse con esas denuncias iniciales, a observar, ya más preocupado, que las esquirlas también pueden lastimarlo y que teme que el caso se convierta en un boomerang, con un impacto mayor de lo esperado en términos de economía real. Y un juez, históricamente cuestionado y con prestigio social más bien escaso, con las principales causas de corrupción en sus manos, que promete, con ésta en especial, regenerar la vida pública argentina. La atención mediática, por cierto, retroalimentó esa materia prima profusa. Y le ofreció aristas con mayor espectacularidad. Por si hacía falta. Ríos de tinta. Horas en continuado de televisión. Rebote en las redes sociales y en los medios digitales. Sin que nadie pueda adivinar con exactitud todavía sus consecuencias (imprevisibles, por cierto). Y, sobre todo, cuánto puede mover esto el amperímetro en términos sociales y electorales, más allá de ese microclima político y mediático. A menos de un año de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias para elegir candidatos a presidente.

2. EXPECTATIVAS

Antes del affaire de los cuadernos, Cambiemos tuvo su propio sacudón. Bastante menor, en términos de repercusión y visibilidad. El punto en común (parcial, si se quiere) refiere al financiamiento espurio de la actividad política, en general, y de las campañas, en particular. La denuncia periodística sobre “aportantes truchos” en la provincia de Buenos Aires y el presunto lavado de dinero que encubriría ya está en manos de la Justicia (distinta, la misma), que dio los primeros pasos. Módicos, si se quiere. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal es la más observada. Por más que no se hayan determinado hasta aquí responsabilidades que la comprometan directamente. El hecho de que sea uno de los activos más importantes que tiene la coalición de gobierno, en términos de imagen, aviva el alerta en el oficialismo. En un contexto en donde los números negativos de la marcha económica, con inflación persistente, recesión en las gateras e incertidumbre creciente golpean a su propia base social, más allá de su núcleo duro, convencido e ideologizado. Y genera zozobras en aumento respecto de lo por venir. El retroceso en la ponderación de las principales figuras de Cambiemos tiene que ver con estos factores, combinados. En dosis distintas, seguramente. Pero que se retroalimentan. En sus casi tres años de gestión y con expectativas en baja, el Gobierno resignó bastante de su poderosa idea de cambio, marca de agua de su propio sello electoral. Cambio, respecto de mejoras posibles en términos de calidad de vida, que se dan de bruces contra una mucho más dura realidad. Pero también en cuestión de transparencia y nuevas formas de hacer política. Y con esto, pone en juego chances concretas de retener al votante independiente, apolítico, de adhesiones móviles o más lábil. Y más apremiado económicamente.

3. NUCLEOS DUROS

Las encuestas, se sabe, interrogan al sentido común construido socialmente. Capturan una imagen, estática y detenida. En el peor de los casos pueden resultar sesgadas, no sólo por intencionalidades políticas non sanctas sino también por impericias técnicas o por imposibilidades concretas ante una complejidad mayor. En el mejor ofrecen herramientas para evaluar procesos, si se observan en secuencia, en el tiempo. Las que circulan por estos días, durante el “affaire de los cuadernos” y tras las denuncias por “aportantes truchos” (más allá o más acá de sus naturalezas, verosimilitudes, probanzas y pertinencias), muestran que estos hechos contribuyen más a reafirmar certezas preconcebidas, a ofrecer tranquilidad a los convencidos, a consolidar identidades, que a modificar escenarios. Esto tampoco resulta definitivo. El devenir de las causas en cuestión, la aparición de nuevos casos (probable, en este contexto) y la resignificación de las que están en danza es posible que vayan también contra algunas de esas certezas o atenten en algo contra esos núcleos duros. Ni es correcto concluir, apresuradamente, que a la sociedad “no le importa la corrupción”. Así, sin más. Lo que parece más prudente afirmar es que no se construyen mayorías a partir de la apelación lisa y llana a estos hechos. El ciudadano más despolitizado, de adhesiones móviles o más lábiles, sin anclaje en pertenencias partidarias ni en identidades construidas, mira la secuencia de lejos. Más distante. Con arrebatos antipolíticos y, en algunos casos, prepolíticos. Y con desencanto. Sin terceras vías en las que confíe o que considere superadoras. A la espera de que vuelvan a construirse horizontes de sentido.Y alguna idea más o menos acabada de futuro posible. Más allá de la lucha persistente por resignificar el pasado o de las razones para explicar el presente errático.

4. WAIVERS

El Gobierno vuelve a elegir al kirchnerismo como rival. Más acá o más acá de las disposiciones del Poder Judicial. Convencido de que las malas nuevas que tiene para anunciar de aquí al año próximo (y que tendrá en el Presupuesto 2019 su condensación en números), tendrá en esa disputa los salvoconductos necesarios, los “waivers” que necesita. Más atado a la idea de desmontar lo que dejaron como herencia los gobiernos de los Kirchner, que con capacidad para ofrecer un programa sustentable en el tiempo. Con el esquema de gobernabilidad ciertamente eficaz que supo construir hasta aquí como su principal capital político. Pero con el riesgo, también cierto, de que el mayor ajuste a los estados nacional, provinciales y municipales y el círculo vicioso que genera la búsqueda, muchas veces atolondrada, de reducir el déficit fiscal a los niveles acordados con el Fondo Monetario Internacional, pueda generar algunas fisuras en ese esquema.Y retroalimente las zozobras.

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