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Zapata: “El oficialismo debe resolver la agenda y la cadena de mandos”

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28 octubre de 2020

Entrevista a Federico Zapata

“En el Siglo XXI el poder reside en construir una relación virtuosa entre Estado y mercado, no en la ausencia de esa relación”, afirma el politólogo cordobés Federico Zapata. Al mismo tiempo, sostiene la necesidad de federalizar el gobierno y evitar la consolidación de un “Estado AMBA”.

En una nota en la revista Panamá sostenés que "diseñar una agenda exitosa depende fundamentalmente de tener una caracterización precisa de la época" ¿Dónde está parado hoy el Gobierno?

El Gobierno recibió dos dinámicas que no le hacen fácil las cosas. En primer lugar, el país hace diez años que funciona con una agenda exclusivamente doméstica, casi provinciana. En segundo lugar, ese drama localista se desenvuelve en el marco de un proceso de polarización social muy fuerte, lo que algunos llaman grieta, que impide construir consensos amplios para avanzar. Como resultante de esas dos dinámicas que se retroalimentan, el país pierde, destruye poder, riqueza, desarrollo e inclusión social. El gran desafío histórico de este Gobierno es destrabar ambas dinámicas.

El gobierno del FdT pareciera obligar a un ejercicio de cooperación y coordinación permanente entre los distintos sectores. ¿Cómo repercute esta situación en la cadena de mandos y la definición de la agenda?

La materia pendiente de la coalición es, a nivel de la cúpula, resolver la agenda y la cadena de mandos. Yo lo llamó, dotar a la coalición de un “contrato de gobierno”. La terea es urgente, porque en el actual estado de cosas, la coalición pierde efectividad gubernamental y emite señales confusas hacia la sociedad y el mercado. En el nuevo y eventual contrato, el Presidente debe deja de operar como un coordinador de la coalición y pasar a configurarse como un líder la Nación. La tarea de la coordinación, habiendo ordenado la cúpula la agenda y la cadena de mandos, es una función táctica-operativa. Hay que delegarla.

Cuando comenzó el gobierno de Alberto Fernández se especulaba sobre el rol importante de los gobernadores en su gobierno. Ahora que nos acercamos al primer año de mandato, ¿cómo caracterizarías su participación en el armado nacional?

Los gobernadores están expectantes. La pandemia y la situación económica los obliga a replegarse sobre sus territorios. Pero observan con atención la evolución de la coalición. La generación de una nueva gramática, interna y externa, puede ser el punto de inflexión para comprometerlos en una empresa nacional. En ese marco, si la coalición logra avanzar, hay una materia pendiente: la federalización del gobierno nacional.

En la misma columna de Panamá, sostuviste que el “Estado Nacional” se está reorganizando en una suerte de “Estado AMBA”. Esta "ambarización" del peronismo, ¿es un fenómeno novedoso? ¿Cuáles son sus raíces?

La ambarización comenzó en 2001, cuando las dos grandes culturas políticas nacionales entraron en crisis en tanto estructuras partidarias de ideas y se reconstruyeron como estructuras coalicionales de territorios. Cuando el territorio pasa a ser el eje central de ordenación de las culturas partidarias, la táctica le gana a la estrategia, el operador le gana al político-estratega, el community manager le gana al intelectual-orgánico. Y geográficamente hablando, el AMBA fagocita la política nacional. Soy muy crítico de esa dinámica. Sostengo precisamente que, la nueva etapa coalicional también requerirá que lo que yo llamo el “Estado AMBA” dé paso al “Estado Cosquín”. Un gobierno, todas las voces.

Cuando hablamos del peronismo en sentido plural, el peronismo cordobés frecuentemente fue presentado como un peronismo soft o de menor intensidad. ¿Qué diferencias encontrás con respecto al peronismo nacional (a veces un eufemismo para hablar de peronismo bonaerense)?

No veo al peronismo cordobés como una facción soft o de menor intensidad. Es un peronismo fuertemente enraizado en la cultura política de Córdoba. Fuertemente articulado a su entramado productivo. Ambas dinámicas le han permitido ser un actor político de desarrollo portador de futuro. Después de veinte años, el peronismo de Córdoba posee una de las matrices productivas más competitivas del país: agroindustria, software, turismo, maquinaria agrícola, industria automotriz. Insisto en este punto. En el Siglo XXI el poder reside en construir una relación virtuosa entre Estado y mercado, no en la ausencia de esa relación. Si la coalición nacional ordena su agenda alrededor de una intensidad neo-desarrollista, estoy seguro que va a contar con el compromiso activo del peronismo cordobés.

Por último, si tuvieras que dar un consejo al Gobierno sobre un eventual reajuste o cambio de rumbo, ¿a dónde apuntarías?

Le aconsejaría dos cosas. En primer lugar, le diría que todos los gobiernos peronistas exitosos crean su propia biblia. Es clave abrir un momento inmanentista, un momento de nacimiento y creatividad. Se necesita una nueva gramática para interpelar a la época. El Presidente habló de que la verdad es sinfónica. Si eso implica componer una nueva sinfonía, estoy de acuerdo. Si eso implica ecualizar viejas sinfonías, vamos a tener un problema interpretativo. Las canciones enamoran, pero pasan de moda. El peronismo necesita una nueva canción para enamorar al presente y al futuro. En segundo lugar, le diría que, en ese momento de creatividad, casi artístico, es vital abrir la coalición hacia el exterior en tres sentidos, para responder a tres preguntas. Hacia los sectores dinámicos de la economía, por fuera de las viejas estructuras corporativas, para pensar un modelo de desarrollo que le devuelva riqueza, poder y una mejor y más inteligente inserción internacional al país. Hacia los sectores sindicales y sociales, para pensar un horizonte de capitalización inclusiva, que permita pensar el futuro del trabajo. Hacia el territorio federal, más allá de las intermediaciones, para pensar un horizonte de integración nacional articulado alrededor de la bioeconomía y el conocimiento.

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