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Ni predominio de la apatía, ni explosión antisistema: los enojados hicieron voto estratégico

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Lucas Sebastián Raffo 14 septiembre de 2021

La participación estuvo en niveles por debajo del promedio, pero lejos estuvimos de un escenario abstencionista. Qué puede pasar con aquellos que no fueron a votar pero que lo harán en noviembre.

La participación nacional estuvo por debajo de lo que históricamente las primarias abiertas simultaneas y obligatorias instauradas en 2011 estipulan, pero ligeramente por encima de la baja concurrencia que tuvieron las elecciones provinciales de Misiones, Salta, Jujuy y Corrientes. En otro artículo mencionamos que los enojados estaban en oferta, intentando graficar el descontento que observamos en las encuestas previas a los comicios.

Comparando la participación en las elecciones del último domingo con las últimas PASO presidenciales de 2019 la participación cayó prácticamente 8 puntos, aunque si miramos las últimas PASO legislativas (2017) esa caída se aminora. En este sentido, no obstante, estamos lejos de los niveles de apatía electoral e indecisión que veíamos en las semanas previas a las elecciones. El descontento en el interior fue canalizado por la coalición opositora, mientras que en las áreas metropolitanas el crecimiento de las fuerzas de izquierda y de derecha es palpable.

CABA, Mendoza, Neuquén, Tierra del Fuego y Tucumán fueron los únicos distritos cuya participación estuvo cerca de los valores normales. Catamarca, Chaco y Salta estuvieron por debajo del 60%. En el resto del país, los guarismos estuvieron cerca de la media (68%). No es mi intención hacer un racconto histórico sobre la participación, o concentrarme en ese tema, sino más bien plantear algunos interrogantes de cara a las elecciones de noviembre.

Está claro que no tanto la cuestión sanitaria sino más bien el clima de desencanto y enojo con la política, y en especial con el gobierno, tiñó el contexto electoral y es el factor fundamental para explicar la merma en la participación. Las elecciones primarias se realizaron en un contexto de relajamiento de restricciones muy palpable (incluida la vuelta del público al futbol) combinada con una baja de casos contundente. Por otro lado, todos los estudios de opinión a los que teníamos acceso, de todas las consultoras y lugares mostraban niveles de indecisión inusualmente altos a pocas semanas del comicio.

La pregunta fundamental que me viene a la cabeza es adonde van a ir los votantes que no fueron a votar en estas primarias pero que seguro lo harán en noviembre cuando efectivamente se defina el reparto de bancas. En promedio la participación entre las primarias y las generales suele incrementarse alrededor de 5 ó 7 puntos (puede estirarse a 10 ó 12 si pensamos que fueron menos votantes que la media el pasado domingo). Es decir que estamos hablando de entre 2 y 3 millones de votantes que no participaron en esta elección. Es difícil pensar que votarán al actual oficialismo, ya que, como dijimos anteriormente, el principal motor de la desafección es la bronca y el desencanto. Ahora bien ¿votarían a la gran coalición opositora? ¿o preferirán votar al enardecido y crecido liberalismo? ¿o quizás a una izquierda que está cerca de marcar un record de cosecha legislativa, si repite en las generales lo hecho en Capital, Provincia de Buenos Aires y Jujuy?

Es clave dejar pasar algunos días y ver como se reconfigura el escenario. El gobierno nacional tendrá algo menos de dos meses para tratar de volver sobre sus pasos, reformar la estrategia y, sobre todo, enderezar la gestión dejando de cometer errores no forzados. Juntos, por el contrario, tendrá algunos días de algarabía, pero el horno sigue sin estar para bollos: por fuera de las áreas metropolitanas la ausencia de terceras opciones canalizó el voto descontento con el gobierno hacia allí, pero en las zonas metropolitanas la cosa es ligeramente diferente: Ricardo López Murphy (lejos del ADN cambiemita) cosecho más de 11 puntos y la interna en la provincia de Buenos Aires fue más pareja de lo esperado. Gran parte del descontento metropolitano fluyó hacia Milei, Espert, Manes, López Murphy y la izquierda: opciones lejos de los dirigentes más encumbrados de la grieta.

Por lo pronto un consejo de joven consultor podría ser concentrarse en comprender el escenario, y realizar estudios de opinión buscando comprender que sienten y piensan aquellos que todavía no fueron a votar: las consecuencias económicas de la recesión y la pandemia siguen allí, y pasada la elección los problemas vuelven a emerger. El gobierno tiene una oportunidad de recuperar el rumbo, la oposición de recuperar el protagonismo perdido. No obstante, con el resultado del pasado domingo, las cartas están echadas.

*El autor es consultor político en Ad Hoc Gestión Integral en Comunicación

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