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Blues de la clase media

08 junio de 2012

(Columna de Nicolás Tereschuk, editor de artepolitica.com)

¿Cómo impacta en los sectores medios la desaceleración económica y una mayor intervención en el mercado cambiario?

"Cristina Kirchner ha iniciado rápidamente (...) el trámite de divorcio con todos los segmentos de la clase media”. La afirmación del columnista Joaquín Morales Solá, publicada a fines de mayo, merece ser problematizada. Sobre todo cuando la dinámica política ha ingresado en una terra incógnita en la que ningún observador ni protagonista tiene bases de análisis demasiado concretas a las que aferrarse.

¿Cuáles son algunos de los elementos de ese contexto inédito?

-El caudal récord de votos obtenido por Cristina Kirchner.

-Quizás aún más importante que eso, la diferencia récord de votos con respecto a los partidos de la oposición.

-El hecho de que el kirchnerismo es el único sector político que, de 1983 a esta parte, enfrentará su sexta campaña electoral consecutiva ?podría decirse que el menemismo no lideró la campaña de 1999, sino que el peso recayó sobre otros sectores del PJ?.

-Ningún presidente lideró un tercer mandato “consecutivo” del mismo proyecto político y sin reelección posible.

Por otra parte, en el plano económico, las condiciones novedosas se acumulan:

-El kirchnerismo viene de liderar políticamente el país en el período de más alto crecimiento (en torno al 7%, en promedio) y por el período más largo (2003-2011).

-Atraviesa además una etapa en la que el crecimiento global depende en forma creciente de países periféricos. Los llamados BRIC pasaron a representar el 50% del aumento del producto mundial luego de comenzada la crisis financiera internacional. A la vez, esas economías muestran desde hace un año datos menores ritmos de crecimiento.

-De concretarse la salida de algún país de la zona euro, se registrará un hito en la economía global en cuanto al fracaso de una serie de estrategias encaradas en los últimos 35 años por los países centrales.

En ese marco, ¿qué pasaría en el terreno político si el país pasa a crecer a una tasa promedio más cercana a la mitad de lo que lo hizo en los últimos años? Como antecedente, se puede pensar en las elecciones legislativas de 2009. En medio de una fuerte desaceleración económica (el crecimiento del producto ese año fue del 0,9%, según el Indec), el oficialismo no logró imponerse en los comicios de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires. Podría considerarse que en el único momento de signo negativo en la actividad productiva que vivió, el kirchnerismo perdió unos comicios clave. ¿Es el apoyo al oficialismo un mero reflejo procíclico?

Hilando un poco más fino, habría que señalar ?como lo han hecho distintos analistas, entre ellos el sociólogo Artemio López? que, desde entonces, la vigencia de la AUH y otros programas de asistencia social parecen haber consolidado el apoyo al oficialismo en las franjas más postergadas de la sociedad. Volviendo a los sectores medios, con un peso muy fuerte en términos electorales en la ciudad de Buenos Aires, el primer cordón del conurbano y en ciudades como Córdoba, Rosario, Santa Fe y Mendoza, ¿cómo impacta en ellos políticamente no sólo la desaceleración económica sino además una mayor intervención del Estado, por ejemplo en el mercado de cambios?

Al respecto, no parece que estas franjas sociales sean refractarias de antemano a un mayor nivel de intervención en la economía en general. La estatización de los fondos de jubilaciones y pensiones o la nacionalización de YPF no fueron medidas de las que las clases medias en general hayan sido fuertemente críticas.

¿Pero qué ocurre con las restricciones para la compra de dólares, casi una marca de identidad de los estratos medios que llegan a tener capacidad de ahorro? La situación en ese caso se presenta como otra zona sin antecedentes, por lo menos para la política de los últimos 20 años, desde que la gestión de Carlos Menem liberalizó el mercado cambiario hacia 1990. ¿Debería el Gobierno lograr una diferenciación más clara entre pequeños, medianos y grandes compradores de divisas a la hora de imponer controles? Además, ¿qué tipo de comunicación requiere una modificación del “juego habitual” en el mercado de cambios?

Rememorando un conflicto que resultó en derrota para la Casa Rosada, ¿no fue en parte la falta de segmentación entre pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios el cemento que aglutinó a la Mesa de Enlace para embestir contra el kirchnerismo en 2008, en la discusión por la Resolución 125? ¿No hubo también un formato de comunicación erróneo por parte del Gobierno para conectarse con los actores que no tenían nada que ver con el sector agropecuario y explicarles cuál era la estrategia oficial? En ese contexto, así como la desaceleración económica puede jugarle en contra, habría que enumerar algunos activos que pueden hacer más sólida la posición del Gobierno en medio de un conflicto en la arena pública por la cuestión “dólar”:

-Por un lado, la falta de espesor político de la oposición. En este sentido, los recientes “cacerolazos” en los barrios de menor densidad de voto kirchnerista de la ciudad de Buenos Aires son una muestra de la vacancia de figuras opositoras de relieve. Si un dirigente de importancia estuviera representando con solidez a esos sectores enojados con la presidenta Cristina Kirchner en el debate público, quizás no serían necesarias las demostraciones espontáneas o desorganizadas de disgusto.

-De igual modo, la solidificación de una “minoría intensa” de sectores medios pero también provenientes de más abajo en la escala social que se identifican con el kirchnerismo. Son sectores que se volvieron más organizados y visibles desde la muerte del ex presidente Néstor Kirchner y cuya muestra más concreta fue el acto en el estadio de Vélez de abril pasado. Puesto de otra forma: no hay fuerza política que pueda movilizar a centenares de militantes jóvenes del modo que lo ha hecho el kirchnerismo.

-En el terreno económico, algo que irrita a algunos analistas, pero que hasta aquí es una de las marcas de la llamada “sintonía fina” anunciada por la Presidenta: la búsqueda de medidas que, siendo más o menos antipáticas para distintos actores de la economía, no se traducen en un ajuste ortodoxo con el que los perjudicados en forma masiva serían los asalariados. Así, por ejemplo, la cuestión de los subsidios en la Capital y el GBA fue tratada por el Gobierno por ahora con guantes de seda y no hubo topes demasiado rígidos en las paritarias. De esa forma, hasta el momento, han recibido un trato más “áspero” algunos empresarios (por ejemplo, cuando los directores que representan al Estado en grandes empresas plantearon reinvertir en lugar de distribuir utilidades) que quienes tienen ingresos fijos.

La “batalla final” por el favor de los sectores medios ?y aún franjas sociales más amplias? se terminará de librar, de todos modos, en la solvencia que logre el Gobierno a la hora de evitar cualquier escenario similar a las crisis en los terrenos cambiario, bancario, monetario y productivo, como las que la Argentina vivió a fines de la década del '80 y a principios de la década pasa.

(De la edición impresa)

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