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PRO: ¿euforia o depresión?

05 febrero de 2013

(Columna de Lucio Guberman)

El partido parece no tener escalas entre llegar al Gobierno Nacional en 2015 o desaparecer.

Con el PRO parece válido preguntarse si, de no prosperar la carrera de Mauricio Macri a la Presidencia, se convertirá en un nuevo caso de flash party. En la ciencia política se utiliza la expresión flash party para clasificar a aquellos partidos políticos que aparecen repentinamente en una coyuntura determinada y luego desaparecen con los cambios de las condiciones sociopolíticas que alentaron su surgimiento. Se repasan seis aspectos que confluyen en este dilema que augura, sin medias tintas, que el PRO corona o perece.

1) Un liderazgo de popularidad más que un partido político. El PRO se comprende mejor como “liderazgo de popularidad” (I. Cheresky) que como un partido expresivo de una identidad política. Su creación obedeció, más que a una tarea de agregación de intereses o de representación de sectores sociales, a la necesidad de un dispositivo institucional a la medida de la proyección política de Mauricio Macri. Desaparecida esta función instrumental de soporte de la candidatura macrista, el partido se queda sin su razón de ser.

2) La carencia de estructura nacional. El estilo de construcción político-electoral del PRO, centrado en figuras que alcanzaron conocimiento público por fuera de la política, en la cooptación de dirigentes (provenientes, fundamentalmente, del PJ) y con privilegio para las elecciones subnacionales legislativas respecto de las ejecutivas, no le permitieron dotarse de una estructura nacional. Por lo tanto, tampoco tiene un imperativo de subsistencia como “sistema de intereses” (A. Panebianco).

3) Limitaciones de posicionamiento. La alternativa de ser el partido del orden y la gobernabilidad en la política argentina está asociada al peronismo, tanto en la opinión pública como entre los actores concentrados del establishment. Por lo tanto, el PRO difícilmente pueda ubicarse en este rol. Tampoco parece tener chances para convertirse en el partido de la transparencia dado.

4) Dificultades para ofertarse a la derecha del peronismo. La presencia de candidatos justicialistas que pueden competir en el mismo espacio electoral que el PRO es una dificultad evidente. Las dos figuras que se barajan constantemente en los medios como potenciales sucesores de la Presidenta por un justicialismo con un perfil más de centro, Daniel Scioli y Sergio Massa, “pescan” en el mismo electorado que Macri.

5) El encasillamiento en la derecha política por parte de la opinión pública. La percepción del PRO a la derecha del espectro político partidario en la opinión pública es clara. Una encuesta realizada por EstrategiaGe lo ubica como el partido más extremo del arco político, como se puede apreciar en el gráfico.

6) El desempeño de Macri como jefe de Gobierno. Los dos períodos de gobierno de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires no le alcanzaron para definir un modelo de gestión factible de proyectar a nivel nacional o, al menos, a otros distritos. Y si bien la gestión de la Ciudad aprueba en la opinión pública, cada vez que Macri pretendió subirse a la agenda política con impacto nacional trastabilló, como en los casos del traspaso del subte y en la interna presidencial con José Manuel De la Sota.

CONCLUSION

Si a los seis aspectos sintetizados precedentemente se los contextualiza en la serie electoral 2013-2015, el panorama del PRO es dramático. Sucede que todo el éxito electoral que pueda conseguir este año 2013 puede volverse en su contra en 2015, dado que una buena elección del PRO en distritos importantes activará el sistema de alarmas del peronismo y generará, no sin conflictos internos pero sin duda alguna, una oferta para el 2015 en la cual la “fuga por derecha” no sea tan importante.

Para decirlo con letra de Charly García: “Y si mañana es como ayer otra vez / lo que fue hermoso será horrible después. No es sólo una cuestión de elecciones”.

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