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Algunos hechos políticos impensables dos años antes

06 enero de 2014

La experiencia argentina enseña que en plazos cortos pueden producirse cambios significativos

Pasadas las elecciones nacionales de octubre pasado, algunos líderes políticos (Mauricio Macri fue el más explícito) blanquearon sus aspiraciones presidenciales para octubre de 2015. Otros dirigentes salieron a instalar la figura de su máximo referente, o a dar a entender que su líder dará pelea por el sillón de Rivadavia. Analistas políticos y periodistas también han comenzado a dar nombres y apellidos de quienes, estiman, intentarán suceder a Cristina Fernández de Kirchner. Quedan dos años para que esos comicios se lleven a cabo. Hasta ahora, los apellidos más mencionados son los de Binner, Capitanich, Cobos, De la Sota, Massa, Macri, Sanz y Scioli. Pero en nuestro país, en menos de dos años pueden establecerse planes o producirse hechos que cambien totalmente el escenario político: veinticuatro meses pueden asimilarse a una década.

Dos años antes de su triunfo de 1983, Raúl Alfonsín no aparecía como el favorito para ganar las todavía inciertas elecciones (Leopoldo Galtieri, en 1980 todavía jefe del Ejército, había dicho que las urnas estaban “bien guardadas”). Dos años es el tiempo que pasó entre la asunción del líder radical y la condena a las dos primeras juntas militares del terrorismo de Estado en 1985. Veintidós meses se sucedieron entre el gran desempeño electoral de la Unión Cívica Radical en las elecciones de diputados de 1985 y la recuperación del justicialismo en los comicios de gobernador de 1987. Atrás había quedado el levantamiento militar carapintada de Semana Santa, y la economía había vuelto a mostrar nuevos retrocesos.

De 1987 a 1989 se podía avizorar que el futuro presidente sería un integrante del justicialismo, y Antonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires y referente de la Renovación peronista, tenía las mejores posibilidades. Pero desde La Rioja llegó Carlos Menem para superarlo en una elección interna que no ha sido reeditada. Casi dos años pasaron entre el triunfo de Menem de mayo de 1989 y el lanzamiento del Plan de Convertibilidad elaborado por el ministro Domingo Cavallo en 1991. Antes tuvieron lugar los saqueos de 1989, el Plan Bunge y Born liderado desde el Ministerio de Economía por los gerentes de ese grupo económico, Miguel Roig y Néstor Rapanelli y la estampida hiperinflacionaria de 1990.

En ese bienio se lanzaron las privatizaciones de la mayoría de las empresas públicas. Poco más de dos años transcurrieron desde que se estableció y afianzó la paridad “1 a 1” entre el dólar y el peso ?algo impensado sólo meses antes?, y la destacada victoria del menemismo en las legislativas de 1993. La estabilidad monetaria alcanzada y aquel desempeño electoral fueron la llave del gobierno para negociar con un sector de la UCR lo que se conocería como Pacto de Olivos, que permitió que se convocara a elecciones de Convencionales Constituyentes. En 1994 se reformó la Carta Magna y se habilitó la reelección presidencial.

Veintinueve meses transcurrieron entre la reelección de Menem en 1995 y la derrota del peronismo en las legislativas de octubre de 1997, cuando la recién formada Alianza entre la UCR y el pujante Frepaso ganaron en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Capital Federal, entre otros distritos. La Alianza había surgido como una alternativa al ya desgastado menemismo, sobre el que además pesaban sospechas de actos de corrupción.

Dos años pasaron entre aquel rutilante triunfo de Graciela Fernández Meijide sobre Hilda González de Duhalde para llegar a Diputados y la sorpresiva derrota de la referente aliancista ante Carlos Ruckauf en 1999, por la gobernación de Buenos Aires. Poco más de dos años se sucedieron entre la previsible victoria de Fernando de la Rúa sobre Eduardo Duhalde en las presidenciales de 1999, y la asunción del mismo Duhalde como presidente designado por la Asamblea Legislativa en enero de 2002. Sólo diez días antes habían muerto 33 manifestantes en el fin de ciclo de De la Rúa, y Ramón Puerta y Eduardo Camaño estuvieron formalmente a cargo del PEN, en el extremo temporal de la presidencia semanal de Adolfo Rodríguez Saá. Dos años pasaron desde que Domingo Cavallo volvió como titular al Ministerio de Economía en 2001 y la consagración de Néstor Kirchner como Presidente, en mayo de 2003.

Ni el más entusiasta de los peronistas santacruceños había imaginado dos años antes que el mandatario sureño sería elegido Presidente. Entre el casi suplicado regreso de Cavallo y la tercera victoria de Menem en una elección presidencial ?que no le sirvió para evitar el balotage al que no se presentaría?, se sucedió la detención de ambos por la causa del tráfico de armas a Ecuador y Croacia; se anunciaron el megacanje y el blindaje; la caricatura de Caloi, Clemente, “ganó” una elección de medio término y se instaló lo que popularmente se conoció como “corralito” financiero.

Poco más de dos años transcurrieron entre la asunción de Kirchner, luego del decisivo apoyo electoral que le dio Eduardo Duhalde desde la Casa Rosada, y la elección de senadores de 2005 en Buenos Aires, en la que Cristina Fernández de Kirchner derrotó aHilda de Duhalde en el bastión del gran elector de 2003. El Frente para la Victoria comenzó a cosechar los frutos de la recuperación económica y a usufructuar la buena imagen del Presidente.

Dos años pasaron para que Cristina ganase otra elección (resuelta de antemano, gracias a la situación económica en general y a la flaca propuesta opositora), pero esta vez para ser electa Presidenta. Ese mismo período transcurrió hasta que Néstor Kirchner (junto a Sergio Massa en la lista) fue superado por Francisco De Narváez en Buenos Aires, en los comicios para diputados. Un año antes se produjo el conflicto por las retenciones móviles, el sector determinante de la economía había protestado en las rutas y Julio Cobos fue elevado a la consideración pública.

En 2011, luego del fallecimiento de Néstor Kirchner y de que el Gobierno sortease de manera aceptable los efectos de la crisis económica internacional ?pese a un panorama en principio sombrío?, y con la Asignación Universal por Hijo establecida, Cristina Fernández fue reelecta con el 54% de los votos en una elección a la que Cobos no se presentó, contra lo que se avizoraba en 2009. A dos años de aquel triunfo arrollador, en las PASO y en las legislativas de octubre el FpV fue superado por distintas fuerzas políticas en las cinco principales provincias (y sólo en Buenos Aires y Mendoza pudo ubicarse segundo).

Alfonsín, Menem y Kirchner no aparecían como presidenciables con serias posibilidades cuando faltaban dos años para sus victorias. De la Rúa, el que finalizó de peor manera, era el claro candidato del principal partido de la oposición hacia 1997. También Duhalde aparecía como el candidato natural del PJ (pese a que Menem intentó impedirlo), pero esa previsión no le reportó el triunfo popular, aunque luego ocupó la Presidencia. Pese a sus legítimos deseos, los eventuales candidatos saben que dos años en la vida política argentina pueden considerarse una eternidad.

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