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Oposición: tres hipótesis

04 mayo de 2011

(Artículo publicado en la edición Nº30)

Una gran coalición, una de mínima afinidad y otra de máxima, son las opciones que baraja el espacio no oficialista.

En los últimos tiempos se dice que no hay una sola oposición, sino “oposiciones”. En realidad, la oposición es un espacio. Por lo tanto, en ese espacio, salvo de que se trate de un bipartidismo perfecto, habrá distintas figuras. En las últimas semanas se agitó la especulación de que los opositores que parecen darse cuenta de que los tiempos no son eternos y que, día a día, está más próximo octubre. ¿Quién podría oponerse a la saludable búsqueda de acuerdos sobre políticas de Estado? Nadie por cierto. Lo

notable es que a esta altura de la democracia, desde 1983 a la fecha, tan poco se haya avanzado. Ciertamente, es hora de hacerlo.

Lo que resulta sorprendente es que en paralelo se hable de la necesidad de concluir los programas de los partidos. Salvo algunas excepciones, la mayoría parece estar en mora. ¿Los acuerdos darán contenido a los programas por escribirse? Es un avance que poco se hable de las antiguas “plataformas”, que no eran conocidas ni por los propios dirigentes y se hable ahora de programas. Pero más allá de las siluetas que

perfilan los principales líderes, que nos hacen intuir las líneas generales de sus propuestas, tales programas deben ser completados y, fundamentalmente, comunicados a los ciudadanos, lo antes posible.

La falta de programas claros opera también en contra de los movimientos para conformar alianzas. En su lugar, surge una cantidad de combinaciones de fórmula, entre distintos políticos, que son cotejadas por consultoras ante la opinión pública. “Sopa de letras” de la cual no cabe esperar milagros y menos aún votos, en combinación con otra práctica lúdicra: el “subibaja” de candidatos que no se

deciden a competir a nivel nacional o distrital (¿dónde competirán Macri y Solanas?) Y como ganar una elección es algo más que un “ta-teti” entre candidatos, las opciones que se presenten deberían articularse en torno de un discurso que las hicieran creíbles.

Más allá de las dudas de los candidatos y las ambigüedades sobre sus proyectos pueden especularse, al menos tres hipótesis en base a lo conocido hasta ahora. Las hipótesis sobre las coaliciones que podrían formarse vinculan, fundamentalmente, dos variables: el número de partidos involucrados ?e indirectamente el quantum de votantes probables de esos partidos? y la afinidad ideológica entre los mismos.

TRES CAMINOS

La primera hipótesis privilegia el número y pone en segundo plano la afinidad. Estrategia más pragmática que busca convertirse en fuerza mayoritaria. Esta hipótesis sería la coalición amplia o “gran coalición”. En ésta el núcleo debería girar en torno del radicalismo y de sectores del peronismo. ¿Cuál sería el discurso que podría sostener este espacio? Podrían remontarse sin dificultad a las tareas llevadas a cabo por Duhalde y Terragno respecto del acuerdo sobre Políticas de Estado. Pero, en realidad, la mejor referencia que sustentaría un discurso sobre una “coalición amplia”

sería el último Perón, el que se abrazó con Balbín y pretendió conformar una coalición

con el dirigente radical en las elecciones de 1973, meses después del frustrado mandato camporista.

Si el kirchnerismo recuerda tanto a Cámpora, ¿por qué no articular un discurso

en torno del Perón de la concordia y la unidad nacional? La formación de una “gran

coalición” presenta no pocas dificultades. ¿Quién podría liderarla? El precandidato proclamado por el radicalismo, Alfonsín, está mirando la vereda opuesta, aunque de reojo observa también el caudal electoral de De Narváez.

Y el peronismo disponible que formaría parte de esta coalición sería el federal, pero

Duhalde parece ser el límite para el posterior acople de las otras fuerzas políticas. ¿Quiénes serían las figuras más convocantes del peronismo para las otras fuerzas o las que generarían menor resistencia? ¿Solá, Reutemann? Parece difícil que Macri pueda encabezar este tipo de coalición. Los vetos entre las figuras políticas bajo la forma de “mi límite es?” muestran la orfandad de un discurso que, al no existir, es sustituido por el juicio hacia las personas.

La segunda hipótesis sería la coalición de “mínima afinidad”. Establece un equilibrio entre el criterio del número y el de la homogeneidad. En este tipo de coaliciones suele existir un partido que puede obrar como eslabón o nexo para que la coalición sea ampliada lo más sea posible, entre partidos que presentan cierta distancia ideológica y cuya convergencia sería naturalmente más difícil. Esta hipótesis sería factible en el espacio de centroizquierda.

De un lado el radicalismo, el socialismo y el Gen han expresado su intención de conformar una alianza, pero también existen conversaciones y afinidades entre el socialismo, la Coalición Cívica y Proyecto Sur. La hipótesis de la “mínima afinidad” para concretarse debería girar en torno del partido que obra como eslabón en el espacio: el socialismo. El discurso que sostendría a este espacio tendría un contenido

de centroizquierda ?o izquierda suavizada? que debería ser compatible con los extremos de mínima afinidad: el radicalismo, por un lado y Proyecto Sur, por el otro.

¿Quién podría liderar este espacio? Lo lógico sería que fuera el líder del partido eslabón: Hermes Binner. Alfonsín desea encabezar el binomio, pero con Binner podrían plegarse con más facilidad otras fuerzas de izquierda reticentes a coaligarse con el radicalismo. ¿La coalición que gobierna Santa Fe adquiriría estatus nacional

adicionando a la experiencia de gestión cierta coherencia discursiva?

La tercera hipótesis privilegia coaliciones de afinidad ideológica por sobre el número de partidos integrantes. Sería la hipótesis de coaliciones de “máxima afinidad”. Aquí estarían distintos grupos de fuerzas políticas que tendrían mayor homogeneidad. Por el centroizquierda, el radicalismo liderado por Alfonsín, quien sostiene que “prácticamente no hay diferencias con el socialismo” y, también, estaría el Gen. Más a la izquierda, se encontraría Pino Solanas y también podría ubicarse a la Coalición Cívica y otros aliados de la izquierda.

Hacia la derecha, la máxima afinidad se daría entre el peronismo federal y el macrismo. En esta hipótesis, la oposición podría conformar varias coaliciones de “máxima afinidad”, cuyos discursos serían menos licuados que en las hipótesis anteriores y más potentes en relación con la identidad de las asociaciones, pero seguramente esta hipótesis garantizaría que las elecciones de octubre sean un paseo

para el oficialismo. La oposición se dividiría en porciones más homogéneas ideológicamente y, al mismo tiempo, aumentaría la fragmentación del espacio opositor.

La hipótesis de coaliciones de “máxima afinidad” parece estar condenada a no superar

la primera vuelta. La hipótesis de coaliciones de “mínima afinidad” parece tener más

chances, pero el escenario es complejo. La hipótesis de “gran coalición” es una alternativa que requeriría un fino trabajo, que hoy no parece probable. Mientras, el paso de los días es implacable.

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