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Una elección con pronóstico reservado

15 junio de 2011

(Artículo de Carlos Fara publicado en la edición nº33)

A Macri no le conviene basar su estrategia exclusivamente en plebiscitar su gestión.

Hace unos meses daba toda la impresión que la elección de jefe de Gobierno (jdG) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires era un territorio destinado a la reelección del macrismo. Sin embargo, varias circunstancias cambiaron el panorama hasta volverlo incierto.

El punto no es tanto la intención de voto, sino más bien las coordenadas de la elección, y el perfil de lo que el electorado desea del próximo jefe comunal. Veamos la situación dinámica de algunos indicadores de opinión pública:

-La aprobación de la gestión de Mauricio Macri es muy oscilante. Desde diciembre varía entre el 42% (en mayo) hasta el 48%, pero nunca supera el 50%, lo cual es un mal indicador para alguien que busca su reelección.

-La visión sobre cómo está la ciudad desde que Macri es jdG también es oscilante, pero se viene afirmando la impresión de que está igual de mal o peor: pasó del 41% en diciembre al 51% ahora.

-Respecto a si la ciudad va por el buen o por el mal camino, también varía permanentemente, habiendo en mayo un 49% que opina que va por el camino incorrecto. Más allá de eso, los que creen que va por el sendero correcto nunca han superado el 51% en los últimos dos años.

-Desde diciembre del año pasado, la mayoría prefiere que el próximo jdG no sea Macri

o alguien de su línea: viene oscilando entre el 50 y el 54%. Los que quieren al actual

alcalde no han superado el 46% y en la actualidad están en el 43%. Es decir que, más

allá de la intención de voto actual, el perfil de lo que está demandando la sociedad no

es claramente una continuidad del oficialismo. Los que dicen preferir un cambio oscilan entre el 59 y el 64% desde diciembre. Los que desean continuidad van creciendo lentamente, y hoy se ubican en el 38%. De todos modos, vale aclarar que para la gente cambio y continuidad no significan algo tan obvio como cambiar o no de partido en el gobierno, según arrojan los focus.

-Respecto a si lo mejor para la ciudad es que el próximo jefe de Gobierno sea de la misma línea política del próximo presidente, el electorado viró hacia rechazar la idea en mayo, mostrando su desacuerdo el 57%. Vale decir que en marzo, el desacuerdo era del 47% y el acuerdo del 45%. En este sentido, el argumento de la falta de sintonía no sería suficientemente poderoso para encolumnar a la ciudad con el kirchnerismo.

-El tema del impedimento del procesamiento por la causa de las escuchas telefónicas

no es definitorio: el 44% cree que debería postularse nuevamente, contra el 48%

que está en desacuerdo. Como se observa, no se puede decir que los indicadores sean malos, pero al menos no son buenos. Por eso es tan importante ver el contexto y la dinámica, más que la fotografía cotidiana de la intención de voto.

Definidas las candidaturas, se disparan Macri y Daniel Filmus hacia la segunda vuelta,

dejando bastante relegado a Pino Solanas (15%). La diferencia entre el primero y

el segundo es de 11 puntos (38 a 27%). El potencial del actual jdG se afirmó cuando se

bajó de la candidatura presidencial, y lo mismo sucedió con el ex ministro de Educación cuando la Presidenta lo ungió.

Con estos números, a Macri le costaría reiterar el 46% de la primera vuelta de 2007,

que lo puso en la puerta de la victoria final, y su principal adversario está hoy más cerca de los 30 puntos, que de los 24 de aquel momento.

Es verdad que Macri supera a Filmus en un balotaje por 6 y 7 puntos desde diciembre.

Pero los que quieren que gane Macri están totalmente definidos, o sea que esto lo

pondría cerca de su techo, mientras que los que no quieren que el próximo jdG sea Macri, el 18% está indefinido. Esos son el 10% de la muestra, lo suficiente como para dar vuelta la fotografía que se registra hasta el momento.

Macri ha tomado nota de que su problema es que el grueso del electorado siente que

su gestión es “para pocos”, y esa es la base de su campaña electoral con el slogan “Bienvenidos” y la pluralidad cromática, abandonando el monopolio del amarillo y negro. Si esos son buenos instrumentos comunicacionales, falta tiempo para saberlo.

La cuestión es que si la discusión se convierte en un plebiscito sobre Cristina Kirchner,

Filmus tiene más probabilidades, mientras que si impera el miedo al desequilibrio

institucional (que un solo partido se quede con la Nación y la ciudad), crecen las chances de Macri.

Ahora: si sólo se plebiscita al actual JdG, el oficialismo local también estará en problemas como se vio en los números comentados al principio. Nadie la tiene fácil.

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