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Los corrimientos y los escenarios del 25 de octubre

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28 agosto de 2015

(Columna de Alejandro Radonjic)

Con Scioli a un paso de superar los 40 puntos, la gran incógnita parece ser cuánto puede crecer Macri. El jefe de Gobierno debe tentar votos peronistas para acortar la diferencia a menos de 10 puntos y evitar una victoria del FpV en primera vuelta.

Según el escrutinio provisorio (aún falta el definitivo, que podría traer algunas diferencias con respecto a los resultados conocidos por todos y estamos en una elección que se definirá por márgenes ajustados), Daniel Scioli (DOS) obtuvo 38,41% de los votos afirmativos emitidos el 9 de agosto. Quedó muy cerca de los 40 puntos. Para superar ese umbral necesita, en caso de que el caudal de votos afirmativos se mantenga en 21,9 millones y suponiendo que retiene sus 8,4 millones de votos, unos 350.000 sufragios más. Más que alcanzable. Lógicamente, si el caudal de votos afirmativos se amplía en octubre, como se espera, y se licúa su 38,4% en un universo mayor, necesitaría sumar más que 350.000. En cualquier caso, es muy probable que el 25-O logre superar el 40%.

¿Por qué? Porque los ganadores de las PASO, al menos en la única experiencia que tenemos (2011), suelen recibir un “premio” en la instancia siguiente, pues muchosvotantesquieren subirse al carro ganador (bandwagon effect). En 2011, por caso, CFK obtuvo 1,1 millón de votos más en las generales que en las PASO. ¿Se repetirá la Historia en 2015? No está claro pues, a diferencia de entonces (CFK había obtenido el 50,2% en aquellas PASO), la elección ahora fue más pareja, no estátodo dicho y el “premio” que reciba DOS podría ser más tacaño. Pero, a diferencia de aquel año, ahora hay 3,5 millones de votantes que eligieron precandidatos que perdieron sus primarias (en 2011 no hubo primarias en ningún espacio) o no pasaron el corte de 1,5%. Es decir, el caudal que podría subirse al carro ganador es muy generoso y Scioli necesita captar apenas 10% de esos votos para ubicarse arriba del 40%.

Hay, pues, un primera llamado de atención para los peronistas disidentes que siguen en danza (centralmente, para Sergio Massa y, en menor medida, para “El Adolfo”). No solo quedaron lejos y son, por ello, más proclives a recibir un castigo electoral sino que sus votantes no están abismalmente lejos de Scioli y podrían volver al redil del FpV. Vale recordar que las tres fórmulas del peronismo disidente, incluyendo a la de José Manuel de la Sota, sumaron 4,9 millones de votos el 9-A. Con captar apenas 8% de ese generoso universo, Scioli ya estaría arriba del 40%. Va de suyo que la estrategia naranja, asegurados los votos kirchneristas, ahora pase por peronizar y deskirchnerizar su campaña, tendiendo puentes con aquellos sectores de tradición peronista que se inclinaron por algunas de esas tres opciones en las PASO.

Pero, además, en el sciolismo también creen que crecerán por otros motivos porque captarán a votantes que no fueron a sufragar, especialmente en la provincia de Buenos Aires, un distrito en el cual el FpV no sacó la diferencia esperada el 9-A. Con “apenas” 3,2 millones de votos, el oficialismo quedó muy lejos de los 4,8 millones que obtuvo CFK en las generales de 2011 y los 4,2 millones que consiguió el propio Scioli en su reelección como gobernador. Por un lado, creen que van a crecer a través de una mayor participación electoral. En el war room naranja creen que, a causa del violento temporal que sacudió a la provincia en los días previos y durante los mismos comicios, muchos bonaerenses no fueron a sufragar el 9-A y que ese caudal adicional que dirá presente en octubre se volcará, mayoritariamente, al FpV. Los números le dan la razón a la primera premisa. Con el 95,4% escrutado en la PBA, la participación fue de apenas 76,6%. En las elecciones de 2011, por caso, había sido de 82,5%. Hay varios miles de votos allí que, en el sciolismo, creen que son para ellos. Al mismo tiempo, cerca del gobernador ya trabajan en una estrategia focalizada para contener a los votantes que eligieron a intendentes del FpV (o aliados) pero cortaron el tramo que encabezaba las largas boletas. Con un mayor aporte de los aparatos locales y una mayor participación electoral, en el sciolismo creen que pueden acercarse al 45% en la provincia y, dada su importancia relativa, merodear el 45% a nivel nacional.

Convencidos de que el 38,4% fue su piso, varios sciolistas, fe y esperanza mediante, se ilusionan con superar ese número mágico y sellar la victoria en la misma noche del 25-O sin importar cuánto saque el segundo. Todo es posible (y el FpV ya lo hizo dos veces), pero para obtener a ese número mágico DOS necesita sumar 1,5 millones de votos más, es decir, recibir un “premio” mayor al que tuvo CFK en 2011. Por ahora, parece poco probable. Pero en el flanco más papista del sciolismo creen que podrán y argumentan que aún quedan dos meses largos de campaña para convencer. Las encuestas pos-PASO a las que accedió el estadista lo muestran al gobernador debajo de ese número mágico, pero no puede descartarse que llegue si la elección, como algunos presumen, tiende a polarizarse y las terceras fuerzas se licúan. Pero esa polarización, Sergio Massa mediante, aún no se verifica. Pero el principal perjudicado podría no ser Scioli sino Mauricio Macri (MM), quien más tiene que crecer hasta octubre. Veamos.

EL DESAFIO DE MACRI

La gran pregunta que parece imponerse en el escenario de Scioli arriba del 40% pero abajo del 45%, entonces, es si el candidato del FpV le sacará 10 puntos de diferencia a un Mauricio Macri que, si no median cisnes negros,llegará en el segundo lugar. Si lo hace, tal como indica el artículo 98 de la Constitución Nacional, se convertirá automáticamente en el nuevo Presidente electo.

Macri obtuvo 5,3 millones de votos el 9- A. Nada mal. Pero insuficientes para forzar un balotaje. Para llegar al 22 de noviembre, fecha de la hipotética segunda vuelta, precisa sumar 2 millones de votos más de los que obtuvo en las PASO. Con 7,3 millones de votos, y el mismo caudal de votos afirmativos, tendría 33,3%. Si, tal como se presume, el caudal de votos afirmativos sube, la cantidad de votos que precisará el jefe de Gobierno también subiría. Si Macri llega al 33,3% y, obviamente, Scioli no supera el 43,3%, iríamos por segunda vez desde 1994, cuando se consagró el balotaje en la Constitución, a una segunda vuelta. Aunque sería la primera considerando que la de 2003 no se consumó.

Pero, ¿cómo puede sumar Macri esos 2 millones de votos? En primer lugar, tiene a mano los casi 1,3 millones que obtuvieron “Lilita” y Ernesto Sanz. En su gran mayoría, esos votos se quedarán en casa, es decir, en Cambiemos, coinciden los analistas. Ese primer aventón, y suponiendo que retiene íntegramente a esos votantes, lo pondría a Macri en 30,7%. Necesita más. ¿Puede sacarle votos a Margarita Stolbizer? Es probable, pero su cofre no es tan grande: 769.316 votos. Asumiendo, generosamente, que obtiene 25-30% de sus votos, aun le estaría faltando para colocarse cómodamente arriba del 30% y no arriesgar con que DOS le saque 10 puntos de diferencia.

Para lograrlo, Macri necesita votos del peronismo disidente. El problema es que también se disputan ese cofre Scioli y el voluntarioso Massa, quien nunca baja los brazos. Macri necesita, pues, mostrarse como el opositor mejor posicionado para vencer al kirchnerismo para atraer al votante que escogió variantes peronistas y es opositor al Gobierno. Necesita ser el receptor de lo que la ciencia polí- tica denomina “voto útil”. Allí está una de las claves de la elección. Asegurados los votos del electorado más reactivo al FpV, la estrategia de Macri pasa por seducir a aquellos votantes que quieren un cambio en las formas y el estilo pero no en las políticas más aceptadas de la era kirchnerista. Eso explica el giro reciente en su discurso. ¿Alcanzará?

El jefe de Gobierno precisa, al menos, 700.000 votos de UNA. No es mucho, pero tampoco está claro que vaya a lograrlo. Hasta ahora, Macri no fue capaz de penetrar con nitidez en el generoso cofre peronista y su performance geográfica así lo demuestra: no le fue bien en el NOA y NEA ni en los municipios más pobres del conurbano. Sociológicamente, el votante de UNA (y especialmente el de Massa) parece más cercano al FpV que a Cambiemos aunque, políticamente, la cuestión es más ambigua pues se trata de votantes de tradición peronista o independiente que son, al mismo tiempo, opositores al kirchnerismo. Macri logró, eso sí, captar al grueso del antiperonismo pero estamos, como sostiene la politóloga María Esperanza Casullo, en “una democracia peronista”. Con el antiperonismo solo no alcanza para llegar a la Casa Rosada.

UNA Y EL COFRE CORDOBES

Pero, pese a haber quedado tercero (y lejos), no está claro que el caudal de UNA vaya a licuarse. Massa sigue dando pelea con su campaña propositiva, recorre el territorio, se exhibe competitivo y redobló los esfuerzos para que los votos de DLS (quien, al menos en estos primeros días de campaña, demostró que no va a sacar los pies del plato e incentivos políticos no le faltan) se queden en casa. Pero el líder del Frente Renovador (FR) también deberá esforzarse para retener sus propios votos pues quedó muy lejos de la pelea grande y muchos de sus votantes están pensando si migran hacia arriba. Pese a los esfuerzos de Massa y al juego orgánico del DLS, la decisión de polarizar (o no) la elección está en manos de sus votantes y no en los dirigentes. Hasta ahora, como decíamos, esa polarización no se verifica y las encuestas posteriores a las PASO registran guarismos similares a los del 9-A.

Un capítulo importante de la batalla del 25-O se librará en tierras mediterráneas. Allí Macri cree que tiene plafón para crecer. En su provincia, DLS obtuvo 45% de todos sus votos. Allí, los votantes delasotistas tendrán un gran incentivo para no sacar los pies del plato: tanto la lista de senadores nacionales (La docta es una de las ocho que elige) como de diputados nacionales (se ponen en juego 9 bancas), que irán pegadas a la de Massa, responden a DLS y van a querer aumentar la representación legislativo del “cordobesismo”. ¿Y si cortan boleta? También es posible. En ese caso, Macri saldría, a priori, más beneficiado que Scioli. Como señala el consultor Gustavo Córdoba, “Macri puede no ser la mejor opción para los cordobeses, pero es mucho mejor que Scioli”. Pescando en el cofre delasotista (obtuvo 632.716 votos en Córdoba, unos 3 puntos nacionales), Macri podría subir algunos escalones y acortar la diferencia que lo separe de DOS a menos de 10.

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