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El país de las oscilaciones intensas

04 julio de 2011

(Reseña publicada en la edición nº34)

Manuel Mora y Araujo expresa que la Argentina sufre de trastorno bipolar. Es, por supuesto, un recurso metafórico para aludir a la ciclotimia de la opinión pública. “La opinión pública es, normalmente y en todas partes, volátil (?) Pero en la Argentina parece serlo más que en muchas otras sociedades”, sentencia el sociólogo en su nuevo libro “La Argentina bipolar. Los vaivenes de la opinión pública (1983-2011)”.

Detectar la volatilidad no es difícil, como lo demuestra el rápido punteo del autor en las páginas iniciales. Durante los casi 30 años de democracia, la opinión pública osciló en su valoración de las instituciones, como la Justicia o el Congreso. Su opinión sobre los dirigentes de turno (generalmente, del entusiasmo al fastidio), los temas de la agenda (desde la democratización a la seguridad), las preferencias económicas (el papel del Estado en su regulación ha sido impugnado y apoyado), el rol de las corporaciones (desde de la defensa del corporativismo a la liberalización de la “sociedad abierta”) y el enfoque de la política exterior (el latinoamericanismo o el norteamericanismo) han cambiado más de una vez desde 1983.

Las tendencias de la opinión pública argentina describen fluctuaciones de gran amplitud en cortos ciclos, subas y bajas, blancos y negros, que alternan continuamente, escribe el autor. Para ello, se nutre de los estudios de opinión pública, un insumo que maneja a la perfección, para recorrer la historia política argentina del '83 hasta hoy. Si bien, como todo dato cuantitativo, puede ser objetado ?dice?, son “tomas fotográficas sucesivas que captan algunas escenas de la vida nacional”.

Con un lenguaje claro y sencillo, apoyado por gráficos, el libro ?estructurado en siete capítulos y un epílogo? es de lectura amena y apta para el gran público. Las preguntas que surgen de las poco menos de 200 páginas, y las implicancias que establece, son muchas: ¿Cambia la opinión pública y también la “ideología”? ¿Por qué los dirigentes no logran generar preferencias suficientemente estables para proporcionar estabilidad a las políticas públicas? ¿Por qué la sociedad no logra generar corrientes de demandas estables que el sistema político pueda procesar? ¿Qué rol tienen los medios? ¿Qué influencia tuvieron los dirigentes empresarios y los sindicales?

Una de las tesis de Mora y Araujo es que la bipolaridad argentina está relacionada causalmente “con el mal desempeño del país en términos relativos en los últimos sesenta o setenta años”.

PRESENTE

La estructura social y la economía, es obvio que están vinculadas, son parte del objeto de estudio de Mora y Araujo. Hoy, según el autor, en el país “hay un tercio de la población ?de buenos o muy buenos ingresos? que aspira a un país altamente integrado al mundo, hay otro tercio ?la típica 'clase media' argentina? que gana poco y le teme al mundo, y hay un tercio del país sumergido en la pobreza que vive al margen del mundo”.

Es un aspecto clave para entender la dinámica de los votantes y las ideas que se debaten. En suma, Mora y Araujo plantea un interesante recorrido (más superficial que en profundidad) sobre los temas, cambios y tendencias que se retroalimentan con la política y, sobre todo, las políticas. Los partidos, el peronismo, la derecha, las relaciones económicas internacionales y los liderazgos son algunas de las puertas de entrada del autor para explicar los corrimientos de la “opinión pública”.

Mora y Araujo no le esquiva a la actualidad, a la que intercala constantemente con el

pasado. Hacia el final del libro, analiza la situación del kirchnerismo: “(?) los Kirchner

sostienen, desde 2005 hasta ahora, una masa de votos que flota entre el 35 y 45% de los votos. ¿Es mucho? ¿Es poco? Después de ocho años en el gobierno no parece nada mal, sobre todo si se observa que ese caudal retoma una tendencia ascendente a partir de la muerte de su jefe”.

Parece improbable, dice el sociólogo, que otra de las fuerzas políticas alcance un

caudal semejante. Sólo una segunda vuelta le permitiría llegar a ese umbral e, incluso, superarlo. Sin embargo, “hoy, eso parece improbable”. Un empeoramiento súbito y pronunciado del cuadro económico o un escándalo de proporciones draconianas podría aumentar las probablilidades opositoras. Tampoco parece probable.

Los últimos 2-3 años han mostrado, asimismo, a un kirchnerismo volátil, casi como

un reflejo de lo que Mora y Araujo plantea. En 2003, Kirchner era un perfecto ignoto para el gran público. Poco más del 5% de los encuestados lo imaginaba Presidente un par de meses antes.

En poco tiempo, se convirtió en uno de los presidentes democráticos con más poder desde J. D. Perón y logró canalizar muchas de las demandas de ese momento, fundamentalmente de naturaleza económica y social. Las elecciones legislativas de 2009, para muchos, fue la cristalización del desencanto de la sociedad con el kirchnerismo. Pese a ello, dos años más tarde, sigue siendo la primera minoría y

no asoma en el horizonte un espacio político con capacidad de desplazarlo del centro de la escena.

En las páginas finales, el autor critica a la dirgencia empresaria sin visión de futuro

y brega por la aparición de “una dirigencia innnovadora” que logre que el país exporte

y produzca el doble que en la actualidad. Todo ello, configura un texto interesante,

ágil y provocador.

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