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Scioli, en jaque

Jaque
Jaque
30 octubre de 2015

(Columna de Facundo Matos Peychaux)

Cristina Fernández volvió a hablar después de las elecciones y, pese a los diferentes rumbos con que se había especulado que iría su aparición, no se corrió de su habitual estilo. Hizo lo que venía haciendo: un discurso para el núcleo duro.

No nombró a Daniel Scioli ni a Carlos Zannini; defendió a La Cámpora y puso a Alicia Kirchner y Axel Kicillof en primera plana. Llamó a votar por el FpV ("la historia nos está convocando a defender un proyecto de país que ha transformado la Argentina", dijo), pero minimizó al gobernador bonaerense ("es cierto no somos iguales todos los que estamos adentro del movimiento, (pero) los nombres no importan, importan las políticas que lleven adelante").

Mientras tanto, Scioli relanzaba su campaña de cara al balotaje rodeado de los gobernadores peronistas en Tucumán. Para el candidato del FpV, el apoyo de los mandatarios provinciales es su carta más preciada para mostrar gobernabilidad en vistas de un hipotético gobierno suyo, frente a un Mauricio Macri sin la estructura partidaria del PJ como sustento. Esa carta, de todos modos, perdió fuerza en los últimos días dado que dos tercios de los argentinos vivirán bajo gobiernos provinciales no peronistas a partir de 2016 tras el triunfo del PRO en la provincia y la ciudad de Buenos Aires, del socialismo en Santa Fe y del radicalismo en Jujuy y Mendoza, que se sumarán a Corrientes, ya gobernada por la UCR.

Frente a esta doble foto, muchos analistas (y algunos sciolistas inclusive) vieron que se abre una oportunidad para que Scioli tome distancia de la Presidenta. Bajo este esquema, Cristina fidelizaría el voto kirchnerista ("hay que comenzar o continuar esa tarea militante casa por casa, dejando de lado cualquier diferencia de adentro o de afuera", convocó a los militantes kirchneristas en Casa Rosada) y Scioli contendría al peronismo e iría a buscar los votos independientes que necesita para ganarle a Macri.

Sin embargo, aunque Cristina no juega a perder, tampoco le llegó a dar nunca su apoyo pleno al gobernador. De ahí que el "núcleo duro kirchnerista" nunca terminó de abrazar la candidatura de Scioli, lo que lo obligó (y obliga) a perder el tiempo en contener a los votantes del kirchnerismo en lugar de ocuparlo en llegar al resto del electorado. Una discusión interna que podría haberse terminado después de las PASO pero que sigue allí y complica aún más las chances del FpV en segunda vuelta.

El dato a favor de Scioli es que frente a un balotaje en el que su adversario es Macri, es difícil pensar que el núcleo duro del kirchnerismo no lo vote aunque sea para hacerle oposición al jefe de Gobierno. Los 9 millones de votos que obtuvo el 25-O, en esta instancia ya deberían estar consolidados.

Pero mientras las diferencias internas sigan siendo fuertes (en Plaza de Mayo se notaba la diferente energía con que la militancia cantaba las canciones dirigidas a Cristina y La Cámpora contra la empleada para el clásico "Se siente, se siente, Scioli Presidente"), Scioli no podrá diferenciarse y por ende, no crecerá por encima de su piso-techo de primera vuelta. Aún más, en tanto su carta de gobernabilidad depende de pertenecer a la coalición oficialista, cualquier problema en ella pondría en riesgo su argumento.

Por eso, en el sciolismo la gran pregunta es que camino tomar: si "kirchnerizarse" o "sciolizarse". Movimientos bruscos hacia cualquiera de las dos posturas podrían complicarlo aún más. Scioli, experto jugador de ajedrez, sabrá reconocer que está en jaque, y también que elegir el camino correcto puede evitar el fin de la partida para él.

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