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¿Por qué ganó Cambiemos?

urnas12
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26 noviembre de 2015

(Columna de Nicolás Cherny)

La coalición liderada por Macri fue ganando el respaldo de los ciudadanos en las sucesivas instancias del ciclo electoral

Los ciudadanos que no habían votado a Cambiemos ni al FpV en la primera vuelta se inclinaron, mayoritariamente, por Mauricio Macri en el balotaje y lo convirtieron en nuevo presidente: de 7,5 millones de votantes que debían elegir su segunda mejor opción, 4,5 millones eligieron a Macri y 3 millones lo hicieron por Daniel Scioli.

Todos los candidatos ?incluido Scioli? propusieron desde el inicio de la campaña electoral cambiar. Cambiemos era la etiqueta de la coalición que conformaron el PRO, la UCR y la Coalición Cívica. Massa hizo del “cambio justo” su lema de campaña. La designación de Scioli como candidato del FpV mostró en el inicio del proceso electoral que el Gobierno de Cristina Kirchner aceptaba que un candidato kirchnerista puro no tendría chances para competir por la Presidencia. Para ser competitivos también debían ofrecer un cambio. La apuesta por la fórmula Scioli-Zannini era ganar competitividad electoral ofreciendo un cambio de elencos dentro del oficialismo. Scioli era un candidato con gran popularidad, con perfil propio distinto al kirchnerismo y Zannini era un kirchnerista puro y duro, pero desconocido para el gran público. Por lo tanto, su imagen no capturaba, al menos inicialmente, el rechazo al Gobierno.

En la teoría era una apuesta que podía sumar a quienes preferían la continuidad de las políticas kirchneristas y a quienes las valoraban pero esperaban correcciones y un cambio de elenco de Gobierno. ¿Tendría Scioli la habilidad para representar al kirchnerismo y, al mismo tiempo, conseguir votantes que buscaban correcciones y rechazaban las iniciativas del Gobierno durante los últimos años? Funcionó muy bien en las PASO y en la primera vuelta y, muy probablemente, con una candidatura más competitiva en la provincia de Buenos Aires el FpV pudo haber resuelto allí mismo la elección provincial y presidencial a su favor. Sin Aníbal Fernández como candidato a gobernador, la explicación hubiera sido una vez más: la división de la oposición da el triunfo al oficialismo.

LAS ESTRATEGIAS

La apuesta de Scioli por imponer el clivaje ajuste versus trabajo en la campaña al balotaje terminó sacándolo del lugar que le permitía correr el techo hacia arriba: ofrecer una dosis de cambio. Donde debía encontrar la libertad para enfatizar el cambio, hablar de la falsificación de estadísticas, de cómo salir del estancamiento económico y de los yerros en política exterior, se topó con el límite que le impuso su alianza electoral. Y al identificar a Macri con el ajuste, también lo colocó del lado del cambio y él debió encolumnarse detrás de la continuidad de las políticas del Gobierno. Zannini, a esa altura, ya había dejado de ser un kirchnerista desconocido para la sociedad y era una imagen reconocida de la continuidad y Cristina Kirchner no cesaba de disputar y diluir el liderazgo de Scioli con cadenas nacionales semanales.

Así como el FpV comenzó muy adaptado a las condiciones de competencia y terminó perdiendo la Presidencia, la construcción electoral de Cambiemos arrancó débil y fue creciendo en cada elección. Macri duplicó sus votantes entre las primarias y el balotaje: pasó de 6,5 millones a 12,9 millones de adhesiones. El rechazo a las políticas del Gobierno de una abundante mayoría de los votantes de UNA facilitó el trabajo a Macri, aferrado al clivaje cambio versus continuidad y oposición versus Gobierno. En contraste con Scioli y Cristina que formaron un FpV en el que sus liderazgos competían entre sí, Macri hizo una alianza electoral que sacrificó ambición a cambio de consolidar su identidad y de la que era su líder indiscutido.

Al riesgo de perder en primera vuelta, Macri renunció a la formación de una coalición con Massa. Con ello privilegió la identidad del PRO y Cambiemos y apostó a la construcción de su propio liderazgo en la campaña electoral. Macri y Massa coaligados eran, en teoría, una opción competitiva que aseguraba el balotaje. Pero no aseguraba que en poco tiempo pudieran constituirse en una referencia electoral creíble y consistente. Y la competencia entre ambos líderes habría seguramente perjudicado la construcción de un líder claro para la opinión pública.

Scioli y Cristina apostaron a la victoria: construyeron una fórmula conjunta aún al precio de diluir las ideas diferentes que ambos defendían. Esa fórmula alcanzó para que sean la primera minoría en la primera vuelta y sumó una cantidad nada desdeñable de votos en el balotaje, que lo dejó muy cerca de ganarlo. Macri eligió una manera de perder: con ideas compartidas y un liderazgo claro construyó una coalición pequeña que apenas podría arañar el balotaje. Todos quieren ganar, pero en esta carrera electoral larga la estrategia de hacer crecer una identidad venció a la apuesta por la victoria.

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