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Cambiemos, ¿una coalición de gobierno?

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29 noviembre de 2015

(entrevista a Facundo Cruz, Lara Goyburu y Paula Clerici, directores del grupo de investigación Coaliciones políticas en América Latina en perspectiva multinivel, en Ciencia Política (UBA). Por Facundo Matos Peychaux)

El primer paso para que hubiera una coalición de gobierno (el reparto de cargos) se dio. ¿Qué más tiene que pasar para que haya una coalición de gobierno?

Facundo Cruz (FC): Para transformarse en una coalición de gobierno, no alcanza solo con repartir cargos. En eso, la Alianza fue una coalición, porque tenías ministerios de la UCR y del Frepaso. Estaba desbalanceada, había más para el radicalismo, lo que podría pensarse ahora en el caso del PRO en Cambiemos. Pero para que funcione como una coalición, la toma de decisiones tienen que funcionar entre todos los partidos. Lo que tenías con la Alianza era Fernando de la Rúa con un estilo presidencial, no tan radial de hacer funcionar a un gabinete de coalición tomando las decisiones por consenso sino más bien era él, con su grupo reducido de asesores tomando las decisiones y sus ministros, ejecutándolas. En ese sentido, la Alianza no funcionó como una coalición. Cambiemos puede repetir ese error o formar una coalición como vemos que funciona en Europa, donde un partido que tiene la cabeza del Ejecutivo, que es el Primer Ministro, cuando tiene que tomar una decisión lo consulta con sus ministros. Para que funcione como una coalición de gobierno, tendría que darse una dinámica similar, tendría que cambiar un poco el estilo de ejercicio de poder presidencial.

Sin embargo, por lo general, los presidentes argentinos han tendido a rodearse de sus asesores sea en gobiernos de coaliciones o no. ¿No hay una cuestión cultural en el medio también?

Lara Goyburu (LG): Lo que debería ser distinto es el estilo de liderazgo. Debería ser un liderazgo más radial y no tan concentrado. Ahora, los incentivos institucionales hacen que vos tengas mayor probabilidad de querer gobernar solo. ¿Qué pasa cuando una persona se sienta en el Sillón de Rivadavia y se da cuenta que tiene todas las herramientas para gobernar solo si quiere?

¿Qué nos dice la experiencia de Macri en la Ciudad, en ese sentido?

FC: Cuando asumió en 2007 lo hizo con una coalición, con sectores de la democracia cristiana, del partido federal, del partido liberal, el propio grupo de colaboradores suyos que venían de think tanks, radicales, peronistas. Cada ministro que asumió respondía a uno de estos sectores y el gobierno empezó a funcionar como una coalición, con cada partido emitiendo su opinión y Macri terciando entre los sectores. Eso se institucionalizó tanto que llegó a un nivel en que terminó formándose un único partido, que es PRO. Si tomás la experiencia de Buenos Aires, uno presupone que en el Gobierno Nacional se comportaría de la misma forma, pero no sabemos.

El gabinete de Macri está integrado casi exclusivamente por macristas y no tantos radicales. ¿Está desbalanceada la coalición?

Paula Clerici (PC): Siendo rigurosos, sí, serán más las carteras en manos del PRO que aquellas obtenidas por el radicalismo y por supuesto, por la Coalición Cívica. Sin embargo, el balance no necesariamente debe pensarse en términos de paridad (igualdad numérica) sino que la clave de este gabinete, me parece, está en la equidad, es decir, teniendo en cuenta las diferencias existentes entre los partidos de la coalición en términos de cuánto le aportaron a la misma. Si bien la alianza Cambiemos nucleó a una serie de partidos, es claro que el liderazgo recae en el PRO, no solamente porque ambos componentes de la formula presidente/vice son del PRO (porque se impusieron en las PASO) sino porque desde el comienzo la estructura la movilizó el PRO. De hecho, en este sentido hay dos datos de relevancia. El primero es que el PRO compitió en la categoría de diputados nacionales en todos los distritos del país con excepción de Santa Cruz (porque allí no tiene el reconocimiento como partido) lo que evidencia un crecimiento territorial importante. El segundo es que de estos 23 distritos, en 18 la alianza se llamó Cambiemos. En el resto, el PRO se sumó a coaliciones de más larga data donde el radicalismo es el componente central. Si bien es innegable el rédito que obtuvo el PRO por haber coalicionado con la UCR (legitmidad en gran parte de las provincias del país lo que se traduce en votos y llegada territorial a nivel local, en los municipios, lo que lógicamente también, se traduce en votos), no puede dejarse de lado de ninguna manera que, parafraseando a Cruz, la UCR es un socio de menor nivel. De todas formas, la UCR recibió en el reparto más de lo esperado. Macri incluyó a cinco radicales en su gabinete: Oscar Aguad, Ricardo Buryaile, Julio Martínez, José Cano y el menos radical de todos Gustavo Santos, que claramente es una movida tendiente a “devolverle” el favor a José Manuel De la Sota por los importantísimos votos que Córdoba aportó en el ballotage. Hay algunos más independientes, Susana Malcorra o Juan José Aranguren por ejemplo, y un híbrido de pertenencia como Alfonso Prat-Gay que fue “lilito” pero hace algunos años dejó de serlo. Hasta le guiñaron un ojo al gobierno saliente dejando a Lino Barañao. Y aunque prima la pata metropolitana de Buenos Aires, hay representación federal en los orígenes del gabinete: Córdoba, Formosa, La Rioja, Mendoza y Tucumán. En cambio, la paridad de género quedó floja, solamente tres mujeres en el gabinete: Carolina Stanley, Susana Malcorra y Patricia Bullrich. Estas dos últimas en carteras protagonistas.

¿Podría ese desbalance ser compensado en el Congreso?

PC: Yo no lo llamaría una compensación porque las bancas que cada integrante de Cambiemos logró es más bien producto de una negociación que es previa a ganar la presidencia del país cuando se forma la alianza electoral en cada distrito, donde Cambiemos tuvo presencia en la mayoría de las provincias del país, y por supuesto, de los votos que lograron cosechar y del reparto con el sistema D'Hondt. Sí acuerdo con la idea de compensación con el gesto de la presidencia provisional del Senado (por tradición aunque no siempre respetada en manos del oficialismo por la línea de sucesión presidencial) que el PRO se supone, va a depositar en el radicalismo. La coalición legislativa no está dada por sentada porque aunque Cambiemos deslizó que formaría un interbloque, la UCR y CC ante el menor indicio de rispidez pueden actuar como lo que son, bloques separados. Y como la sábana es corta, no es menor lo que Macri pueda lograr acercándose a Sergio Massa y al peronismo disidente/tradicional para conseguir bancas de apoyo en ambas cámaras del congreso.

La última experiencia de coalición de gobierno concreta en Argentina fue con la Alianza. ¿Qué diferencias hay?

FC: Hay dos elementos más que pueden hacer que sea diferente. Primero, que el radicalismo no encabeza la coalición, entonces uno podría pensar que la UCR va a tener un comportamiento menos aislado que el que tuvo en aquél momento. Segundo, el radicalismo y el FREPASO estaban aliados a nivel nacional pero a nivel subnacional competían. En esta oportunidad, macristas y radicales solo compitieron en la ciudad de Buenos Aires y no terminó todo muy dañado. Y el partido que encabeza la coalición es un partido que creció en la CABA controlando un Ejecutivo y ahora quiere hacerlo controlando el Ejecutivo Nacional. La otra diferencia que tenés es que la Alianza nace como una coalición legislativa primero, se convierte en electoral después y ejecutiva posteriormente. Acá, PRO y UCR han votado conjuntamente pocas de las leyes más importantes de los últimos años, se han convertido en una coalición electoral y van a camino a una coalición de gobierno. Uno hubiera esperado que la Alianza funcionara mejor desde este punto de vista, pero no. Tenés muchas señales de que no serían lo mismo. Lo que tiene que evitar Cambiemos es que una crisis de gestión se traduzca en una crisis de gobierno. El PRO lo logró en la Ciudad, nunca hubo crisis interna dentro del gabinete. De hecho, fue uno de los más estables que ha tenido la CABA y comparado con los gobiernos nacionales.

¿No repetir esa experiencia de la Alianza es el desafío?

PC: Creo que a todos los actores les conviene que esto funcione porque es la posibilidad de alejar por un rato lo más largo posible al peronismo del Gobierno Nacional. Es la oportunidad del radicalismo de recuperar protagonismo nacional, del PRO de dar ese salto nacional de manera definitiva. Es una ventana de oportunidad para muchos actores como para terminar arruinándolo como se arruinó en 2001. Y para la opinión pública, que una coalición no peronista que integra el radicalismo termine mal de nuevo sería un impacto muy grande. Además, no es menor que hoy encontramos un peronismo dividido, con un sector que puede ser hasta funcional para Macri.

LG: También lo que está demostrando Cambiemos es una capacidad de adaptación al medio y aprendizaje sobre la marcha muy veloz. Es un plus que tiene respecto de la Alianza y otro tipo de experiencias como UNEN.

¿Cambia en algo el inesperado triunfo en la provincia de Buenos Aires?

LG: Hoy el PRO no solo tiene el Ejecutivo Nacional sino también el de la provincia más grande, eso lo posiciona desde otro lugar en la coalición. En términos de negociación política no es un dato menor que no se esperaba. Cambiemos tenía en la cabeza la idea de que tenía que tener equipos técnicos para el Gobierno Nacional. La novedad de necesitar equipos para tres ejecutivos posiciona de otra manera al radicalismo porque la UCR puede aportarlos y el PRO los necesita pero es el que manda. Además, la torta para repartir es más grande ahora.

El PRO, sin embargo, gobernará la Ciudad de Buenos Aires y Nación en soledad y solo la Provincia junto al radicalismo.

FC: Si lo pensás en la dinámica multinivel, pareciera que hay balances y compensaciones en todos los niveles. Los tres gobiernos están encabezados por alguien del PRO pero los bloques legislativos siguen siendo mayoritariamente radicales, por ejemplo.

Se suele decir que para que las coaliciones sean exitosas deben ser programáticas. ¿Cambiemos lo sería?

PC: Programático en términos ideológicos, no. El ordenamiento de los partidos políticos no es izquierda-derecha. Programático en términos de un programa de gobierno, sí. Tenés medidas y formas de ponerlas en práctica que son comunes.

Para el radicalismo es malo si la coalición termina mal pero, ¿no corre riesgos también si el gobierno de Macri es exitoso, pensando en el lugar que ocuparía la UCR en el sistema de partidos?

LG: Es un dilema: salir lastimado o que se fortalezca una alternativa no peronista que no sean ellos. Y como todo dilema, ninguna de las soluciones son buenas.

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