Biden y su estrategia climática: ¿nueva fuente de liderazgo estadounidense?

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12-05-2021
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Por Camila Belen Russmann

En la reciente cumbre sobre cambio climático se lograron acuerdos que para cumplirse se necesitará el compromiso de los países responsables de la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono.

El pasado 22 de abril se celebró internacionalmente el Día de la Tierra, y en consonancia con el objetivo de este día de generar conciencia sobre la relación de los humanos con el planeta, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, organizó una Cumbre Internacional de Cambio Climático. La misma reunió durante dos días y de forma virtual a cuarenta líderes mundiales para abordar en conjunto una acción climática más contundente.

Durante dos días mandatarios tanto de grandes potencias, como funcionarios de las Naciones Unidas y del Fondo Monetario Internacional, entre otros, debatieron acerca de la importancia de combatir el cambio climático. Los argumentos no solo se centraron en la importancia de evitar una amenaza inminente, sino que sostuvieron que representa una oportunidad económica de creación de empleos en tecnología y energía limpia. “¿Qué otra cosa hay que ofrezca la oportunidad de crear tantos puestos de trabajo mientras se hace tanto bien?“, preguntó el mandatario estadounidense durante la Cumbre.

Los compromisos alcanzados durante la cumbre pueden resumirse en los siguientes: nuevos objetivos nacionales de emisiones de carbono y fechas límite para alcanzar la neutralidad; el aumento de financiación para que países en desarrollo puedan abordar la reducción de emisiones; dejar de financiar el consumo de carbón y ponerle un precio internacional; y un intento de ecologizar los planes nacionales de recuperación económica en el marco de la pandemia de Covid-19.

El presidente Biden dio inicio a la conferencia anunciando el objetivo de Estados Unidos de reducir hasta un 52% las emisiones de su país para el año 2030. Este objetivo representa una doble apuesta con respecto a lo prometido por Barack Obama, que se había comprometido a una baja de un 26% en el Acuerdo de Paris de 2015.

La cumbre reflejó la visión del presidente estadounidense con respecto a la lucha contra el cambio climático, un giro rotundo en la política ambiental de Estados Unidos que había anticipado durante la campaña electoral diferenciándose de Donald Trump. El cuidado del medioambiente ha sido el foco central de los primeros meses de gobierno de Biden, ejemplo de ello es que durante sus primeras horas en el cargo firmó una orden ejecutiva para que su país se adhiera nuevamente al Acuerdo de Paris después de la retirada de su antecesor.

Tal como expresó al dar inicio a la cumbre, estamos en una “década decisiva” para hacer frente al calentamiento global. Pero por más ambiciosas que sean sus promesas y sus intenciones de liderar la lucha contra el cambio climático, todavía está por verse la posibilidad de avanzar con los programas y políticas públicas necesarias para lograrlo en el marco de la oposición republicana y un partido demócrata fragmentado entre representantes liberales o progresistas.

Cabe destacar que su estrategia ambiental no solo fue nacional y jugó un rol decisivo en su victoria en los comicios del 2020, sino que con este cambio de agenda, Biden busca revitalizar el liderazgo estadounidense. Un hecho que se refleja en los dichos del presidente en la Cumbre, planteando que Estados Unidos no esperará para liderar un tema de imperativo moral y económico.

Sin embargo, para ejercer dicho liderazgo Biden necesita de la cooperación de los líderes de los estados con más emisiones de dióxido de carbono del mundo. Dicha lista es encabezada por China, ya que el gigante asiático representa más de una cuarta parte de las emisiones mundiales, además de ser el primer país en consumo de carbón del mundo. Y cuando de China y Estados Unidos estamos hablando, se torna imposible no considerar la posibilidad de una rivalidad por el liderazgo internacional.

Ya el año pasado el mandatario chino Xi Jinping había anunciado el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060, compromiso que ratificó durante la Cumbre, en la cual además agregó la intención de lograr el tope de las emisiones para 2030. Estados Unidos, por su parte, fue más allá en sus promesas comprometiéndose a recortar las emisiones de carbono en un 52% en relación a los niveles correspondientes al 2005 para finales de esta década.

Por otra parte, Xi señaló que son los países desarrollados los que deben asumir en mayor medida la responsabilidad por las emisiones, planteando “debemos estar comprometidos con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas”. En la misma línea, Biden anunció durante la cumbre que Estados Unidos “duplicará para 2024 el financiamiento público para los países en desarrollo” que enfrentan la crisis.

En lo que respecta a otros países con considerables emisiones de carbono, el primer ministro de India, Narenda Modi, anunció que junto con Biden están lanzando una agenda indo-estadounidense de energía limpia para 2030. La canciller alemana Angela Merkel dijo que Biden envió un “mensaje muy claro e importante a la comunidad internacional”. Y Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, destacó el liderazgo de Estados Unidos al asegurar que “el compromiso de Biden tendrá un impacto transformador en la lucha global contra el cambio climático”. Estas declaraciones de importantes mandatarios durante la jornada demuestran una clara alineación de las políticas internacionales con el liderazgo norteamericano.

Se trate o no de una competencia por el liderazgo internacional en lo relacionado a la problemática, el compromiso de ambas potencias, que llevan la delantera con su huella de carbono, es fundamental para alcanzar cualquier tipo de progreso en la reducción de emisiones. Es por ello por lo que previo a la Cumbre, Estados Unidos y China, acordaron cooperar para combatir el cambio climático con urgencia, acuerdo que alcanzaron durante la presencia de una comitiva estadounidense en China días antes.

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