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El tercer acto de Evo

14 noviembre de 2014

En diálogo con el estadista, el periodista Martín Sivak, autor de “Jefazo. Relato íntimo de Evo Morales” (Debate, 2008), explica las razones detrás de la persistente popularidad del “evismo”, argumenta que Venezuela y Bolivia no son comparables y plantea un escenario a futuro para el Movimiento Al Socialismo (MAS). “Hoy, por primera vez, aparece un posible sucesor: el canciller David Choquehuanca”, afirma. A continuación, la entrevista.

La hegemonía de Evo en Bolivia, considerando la duración y la fuente de su legitimidad, no tiene parangón en la Historia del país. Acaba de ser reelecto por segunda vez y desplazará a Andrés de Santa Cruz como el líder que más tiempo duró en la cúspide del poder político. ¿Cuáles son las claves de su perduración?

Menos pobreza, menos desigualdad, crecimiento sostenido de la economía, gran inversión en programas sociales e infraestrcutura, inflación controlada y boom del consumo, son razones iniciales de peso. Segundo, cumplió, con concesiones, la agenda de gobierno: nacionalización de los hidrocarburos (que luego se extendió a otros sectores de la economía) y una nueva Constitución ratificada por amplia mayoría, que mejoró la representación en un país signado hasta entonces por la exclusión social. La estabilidad política es una tercera clave. Desde la recuperación de la democracia en 1982 hasta Morales tres o cuatro partidos se repartían un cuarto del electorado y su forma de negociación no era percibida socialmente como la prolongación de las mejores tradiciones parlamentarias: uno de los garantes de ese pactismo era el partido del ex dictador Hugo Banzer. Esa democracia pactada conoce ahora la inédita supremacía política de un presidente que no tuvieron siquiera los mandatarios posteriores a la Revolución de 1952. En un plano más simbólico la condición de Morales de “primer presidente indígena” tuvo un impacto notable.

¿Le llamó algo la atención de los resultados de las elecciones?

El resultado en el Oriente, especialmente en Santa Cruz, donde Morales ganó. En 2008, la gran prensa internacional describía al país en tránsito a una guerra civil y su desintegración por el conflicto entre Morales y las élites del oriental departamento de Santa Cruz que reclamaban autonomía. La política, el Occidente boliviano, chocaba con la economía, el Oriente boliviano. Morales derrotó políticamente a la derecha cruceña. Se reapropió del concepto de autonomía y lo incluyó en la Constitución, realizó importantes obras públicas y de infraestructura, cooptó opositores, aisló a los más radicales y con la las organizaciones sociales ganó presencia territorrial. Con la excepción del también oriental Beni ganó en todos los departamentos (provincias) del país.

Ha mencionado que, pese a una retórica muy inflamada e ideologizada, en la práctica Evo es muy pragmático, sobre todo en la gestión económica. ¿Acaso esa no es uno de los motivos de su perduración, o la retórica también juega un rol en algunos segmentos de la sociedad?

Creo que ambas explican los altos niveles de adhesión y al mismo tiempo de identificación. Esa retórica inflamada, en relación a los Estados Unidos, por ejemplo, recibe gran adhesión. Morales también consiguió instalar la idea de una nueva soberanía frente a Washington con lo que fortalece la vena nacionalista de su programa de gobierno. Morales echó al embajador de los Estados Unidos en septiembre de 2008 acusándolo de conspirar para derrocarlo y echó a la DEA, antiguo organizador de la lucha antidrogas en Bolivia. En el más antinorteamericano de los países de Sudamérica, la nueva relación con los Estados Unidos goza de gran popularidad, aunque muchas de sus denuncias contra los Estados Unidos carecen de evidencia.

¿Qué rol ocupa, políticamente hablando, Alvaro García Linera, número dos de Evo desde 2006?

Es el explicador y conceptualizador de la obra de Gobierno. Fue elegido candidato a la vicepresidencia en 2005 para atraer a los votantes de los sectores medios urbanos que, supuestamente, apreciarían su estilo profesoral y desconfiaban de los modos más enfáticos de Morales. Pero con el tiempo García Linera ganó espacios de poder, protagonismo y presencia en los medios de comunicación como uno de los más claros voceros de gobierno. Tiene también injerencia en la gestión: es, visto desde Buenos Aires, como un vicepresidente con superpoderes y confianza política y personal del Presidente.

¿Hay en Bolivia un clima de polarización política tan fuerte como el de Venezuela o es más atenuado?

Creo que hubo un pico de conflictividad en 2008 cuando los sectores más radicalizados de las élites del oriente quisieron forzar la salida anticipada de Morales al desconocer la autoridad presidencial y cuando Morales entendía que la autonomía era una simple herramienta de la oligarquía. La polarización se fue atenuando con la consolidación de Morales y la mejora de la economía.

¿Qué probabilidad le asigna a que se desarrolle un escenario tipo el de Venezuela en los últimos años (baja de popularidad de Evo, problemas económicos, más competitividad electoral opositora), es decir, que Evo se radicalice más, descuide la economía y pretenda quedarse para un cuarto mandato?

Desde que Castañeda publicó su célebre ensayo sobre la “right left” (Brasil, Uruguay y Chile) y la “wrong “left” (Venezuela, Bolivia y Argentina) hay cierta inclinación a ver a Bolivia en el espejo de Venezuela (también por la alianza política y amistad personal entre Morales y Chávez). Creo que hay varias diferencias entre los gobiernos de Venezuela y Bolivia. No se ve, al menos por ahora, una radicalización de Morales. Por el contrario, es curioso ver cómo subraya la estabilidad económica y piensa en proyectos de Bolivia potencia, como el desarrollo de energía nuclear. De las variables que mencionas la más probable es que la oposición política mejore su performance y sus candidaturas porque ha sido pobre y errática desde 1995: la única oposición real ha sido regional y, por el momento, parece sosegada (o adormecida) gracias al calorcito de la economía en crecimiento.

En una nota en Perfil mencionaba que estaban todas las condiciones dadas para elegir, como hizo Lula con Dilma, un delfín para las elecciones. ¿Por qué no ocurrió y lo descarta como un escenario para 2020?

La personalización del proceso en su persona ?el evismo? ha contribuido a la falta de alternancias internas y, más importante, ha impedido, por varias razones, que el MAS se fortalezca como organización política y gane autonomía frente al Palacio Quemado. No descarto para nada una sucesión porque me parece muy apresurado dar por hecho que irá a una reforma constitucional y a una reelección indefinida. Mi impresión es que hoy, por primera vez, aparece un posible sucesor: el canciller David Choquehuanca, un intelectual aymara de gran ascendencia en el altiplano, uno de los pocos ministros que siguen en el cargo desde el primer gabinete en un gobierno con gran rotación de ministros y una de las personas de mayor confianza del presidente (y de una confianza que se extiende en el tiempo).

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