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Macri-Unen: ¿Sí o no?

15 septiembre de 2014

(Columna de opinión de Carlos Fara)

Los potenciales votantes del PRO son más propensos a apoyar un acuerdo que aquellos que se inclinan por el FAU

El triunfo de una coalición PRO-Unen en la localidad cordobesa de Marcos Juárez para la intendencia hizo pensar a muchos que se podría formar una fuerza competitiva frente dos candidatos de origen peronista. Pero una golondrina no hace primavera.

Veamos cuáles es el potencial real a nivel nacional de un conglomerado electoral de este tipo. El 19% votaría una alianza entre Mauricio Macri y Unen. No es voto concreto: es un voto en potencial. Eso significa que hoy por hoy, aun juntándose, no les alcanza para competir con el más probable candidato del Frente para la Victoria ?Daniel Scioli? y Sergio Massa.

¿Quiénes votarían a esta alianza? Su potencial es mayor a medida que sube el nivel socioeconómico de los encuestados, y en el área metropolitana Buenos Aires. No hay diferencias apreciables en otros segmentos (edad, sexo). ¿Qué sucede con los votantes de los distintos candidatos de ambas partes? Se inclinarían por apoyar dicha alianza el 35% de los votantes de Julio Cobos, el 20% de los de Hermes Binner y el 44 % de los de Macri. Es decir que solo en los votantes del PRO habría una inclinación casi mayoritaria. Esto significa que resulta complejo reunir bajo un sólo paraguas a un amplio arco opositor.

¿Cuánto suman las intenciones de voto de los candidatos de esta posible coalición? Macri recoge 16%, Binner 6%, Cobos 4% y otros candidatos de Unen 2%. Total: 28 puntos. Bastante más que la potencialidad de una alianza. ¿Qué pasaría si se diera un hipotético escenario de tres candidatos: Massa, Scioli y Macri? Massa logra 31%, Scioli 27% y Macri 21%, con el 21% que no se define. Es decir que si Unen llevase un candidato porque resigna su representación en Macri, el líder del PRO se mantiene casi igual. ¿Por qué? Porque sólo el 20% de Binner y el 25% de Cobos se trasladan a Macri en un escenario de tres postulantes, mientras que el resto de dispersa o no se define. En el caso del ex gobernador santafesino, por ejemplo, fluyen tantos votos a Macri como a Massa, desarticulando toda posibilidad de hacer sumas aritméticas de las intenciones de voto de los socios participantes.

Analizado desde otro punto de vista, el 43% querría que el próximo presidente no sea ni peronista, ni kirchnerista. Sin embargo, la cuestión es que en este segmento el 24% elige a Massa y el mismo porcentaje a Macri, con 15% de indefinidos. El restante 35% se dispersa entre múltiples aspirantes. Conclusión: para este segmento mayoritario Massa no parece ser peronista, arrojando luz sobre la complejidad de las percepciones de los votantes. Más allá de los números ¿qué probabilidades tendría de conformarse la tan mentada alianza?

1) Si Unen no despega, se van a incrementar las presiones para conformar la alianza, porque será vista como la única probabilidad de llegar a un balotaje.

2) Pero, como sugieren los datos que se exponen en esta columna, la conformación de la alianza de todos modos no garantiza volverse competitivo. Entonces la reflexión podrá ser “mejor salir cuarto manteniendo el perfil ideológico, y no volver a cometer el error de juntarse con De Narváez, que al final no fue ni chicha, ni limonada” .

3) En aquellos distritos en los cuales la elección para gobernador coincida con la presidencial puede producirse incluso una fuga de Unen hacia Massa, si el de Tigre sigue en punta y sería el ganador en cualquier escenario de balotaje.

En la gran mayoría de los escenarios que se proyectan se da por descontado que habrá segunda vuelta. Sin embargo, no se tiene en cuenta cómo pueden operar sobre el electorado los resultados de las PASO. En 2013, en una elección competitiva en la provincia de Buenos Aires (a diferencia de 2011), los votantes produjeron una polarización en la elección general de octubre, licuando a parte de la oposición que había sacado menos votos, estirando la ventaja a favor del Frente Renovador. Eso puede volver a ocurrir perfectamente, con lo cual la discusión no debe ser acerca de si se entra o no en un balotaje, sino acerca de quién será el frente opositor que más votos obtenga en las primarias abiertas.

La tendencia viene de cambio, y dicho mainstream difícilmente se modifique en los próximos quince meses. Eso hace que la probabilidad de que el próximo presidente sea kirchnerista es muy baja. Ergo, el interrogante se traslada hacia qué opositor tiene más probabilidades de ser el próximo primer mandatario

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