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Radicales a las cosas

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28 marzo de 2021

Por Augusto Milano

En las recientes elecciones internas de la provincia de Buenos Aires, los radicales tenían diferentes lecturas sobre el pasado cercano, pero coincidentes sobre el futuro. El desacuerdo giraba sobre la relación con el PRO: para unos hubo sumisión, otros, por el contrario, destacaban los avances logrados en los últimos en los que el partido multiplicó su presencia en intendencias, concejos deliberantes y cámaras nacionales y provinciales. Las coincidencias fueron la permanencia en Juntos por el Cambio, pero ganando peso en la coalición y aspirando a liderarla. Pero lo que hagan los radicales a partir de ahora determinará si sus afirmaciones previas a las internas eran meramente declamativas para ganar el apoyo de los afiliados o hay voluntad real por concretarlas.

Las posiciones políticas no se conquistan con declaraciones voluntaristas sino con votos. Un lugar común es afirmar que la UCR fue dejada a un lado a la hora de gobernar. Que Cambiemos fue una coalición electoral, y luego legislativa, pero nunca de gobierno. Sin embargo, tampoco puede obviarse la debilidad electoral del partido que condicionó sus demandas en la mesa de negociaciones con sus socios. En las PASO de 2015, del 30,12% de votos que obtuvo Cambiemos, Mauricio Macri reunió el 81,33% y Ernesto Sanz el 11,10%, quedando el resto para Elisa Carrió.

Más contundente aún fue el resultado en la provincia de Buenos Aires porque del 29,15% de los votos de Cambiemos el 85,10% fue para Macri (2.136.000) mientras que Sanz cosechó el 7,05% (176.888) y con un agravante: salió tercero, porque Carrió reunió el 7,85%. En 2017 no hubo primarias y la UCR mejoró su presencia, pero en el armado de la oferta electoral de Cambiemos la voz decisiva fue la de María Eugenia Vidal, algo inevitable porque era la gobernadora y la figura política más popular del país en ese momento.

Ahora, los principales dirigentes de Juntos por el Cambio exaltan la necesidad de hacer primarias en todas partes, lo que suena coherente con su oposición a eliminarlas como es el deseo de muchos gobernadores. Pero si se las quiere mantener, hay que usarlas. En poco tiempo más habrá que oficializar las listas de candidatos para las primarias del 8 de agosto. Si se quiere terminar con los debates sobre los lugares que debe ocupar cada partido, lo razonable sería que el PRO y la UCR presenten sus propias listas de diputados y que luego se integren en una proporción a determinar. “Aspiramos a liderar la coalición” dicen todos los radicales sin excepción, pero ese lugar se logra demostrando tener más respaldo en la sociedad que los otros integrantes. Y hay una sola forma de saberlo: compitiendo en primarias. A partir de allí, finalizarán las discusiones sobre los derechos y merecimientos que cree tener cada uno, porque eso se determinará mediante el voto popular.

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