La disconformidad con el funcionamiento del sistema político no es patrimonio de ningún país en particular sino que se encuentra extendida en todo el mundo. Y Estados Unidos nunca fue una excepción porque presentar a Washington como un lugar dominado por una clase política que no conecta con el ciudadano común ha sido una constante. Por eso, muchos candidatos compitieron en elecciones sosteniendo que venían a romper con esa lógica y que actuarían de otra manera. Y así terminar con los comportamientos políticos habituales.
Sin embargo, en este ciclo electoral, el sistema democrático político estadounidense, a pesar de ser el más antiguo del mundo - o tal vez precisamente por eso- presenta muchas menos novedades que las que se observan en otros lugares.
El marco de las elecciones de este año, muestra rasgos similares a las recientes con un sistema que promueve un escenario bipartidista, sin espacio para terceras fuerzas. Las pocas que han aparecido en las últimas décadas en torno a un candidato desparecieron rápidamente.
A su vez, los estados en los que predominan los republicanos y los demócratas son los mismos desde hace muchos años. Lo mismo ocurre en la mayoría de las circunscripciones en las que se eligen representantes al Congreso. Solo unos siete estados tuvieron en los últimos años un comportamiento electoral cambiante y que por lo tanto son en los que se concentra la competencia. Y lo mismo ocurre en las distintas regiones, así en ambas costas predominan los demócratas y en el oeste y el sur prevalecen los republicanos. La lectura que hacen los analistas de esta campaña y de la posible composición del Colegio Electoral se asemeja mucho a las del pasado, algo que ocurre en pocos países.
Solo esporádicamente se producen realineamientos electorales en Estados Unidos que luego se sostienen por mucho tiempo.
En 2016 apareció una figura por fuera del sistema político. Pero Donald Trump, a diferencia de lo que ocurre con figuras de ese perfil en el resto del mundo, no vino asociada a la creación de un nuevo partido sino que fue candidato de uno de los tradicionales luego de haber ganado las primarias. Y ahora se convirtió en el líder de ese partido. Enfrentará a Kamala Harris que en pocos días, luego del desistimiento de Joe Biden, reunió el apoyo de todos los demócratas. Un prueba más de la vigencia de los partidos políticos en Estados Unidos.
Por eso el sistema estadounidense es el más estable si bien muchos lo consideran disfuncional porque dificulta alcanzar consensos y se hace cada vez más polarizado. Pero no hay propuestas para su modificación que logren consenso.
De todas maneras, más allá de los cuestionamientos que recibe al sistema político, no impidió que el desempeño económico estadounidense fuese superior al de otros países desarrollados en los últimos años, y por lo tanto no hay incentivos para modificarlo.
