Milei será el nuevo presidente de la Nación, con una coyuntura cargada de novedades. El gobierno que comenzará el 10 de diciembre tendrá una minoría inédita en el Congreso y se sostendrá en mayorías débiles y heterogéneas.
Desde el punto de vista de la división vertical del poder, Milei no tiene representantes en ningún distrito subnacional. Su estrategia en relación al federalismo estará condicionada con esta debilidad inicial, que lo forzará a ceder a las demandas de los mandatarios provinciales, o reducir sus decisiones a las estrictamente nacionales.
La dolarización, la reducción del Estado y la liberalización del comercio serán los objetivos máximos y prácticamente exclusivos del nuevo presidente, que delegará en sus aliados gran parte de las decisiones sobre los asuntos públicos.
En la dimensión social, el aumento de la conflictividad social es prácticamente inevitable. A pesar de que Milei busque moderar su discurso, no podrá borrar la memoria de los incontables colectivos agredidos por sus palabras en los últimos años.
Massa mostró verdadera convicción democrática en el reconocimiento de la derrota y en el llamado a una transición ordenada. A pesar de lo que representa el presidente electo para quienes defienden la justicia social, el ministro llamó al recambio generacional del peronismo con un mensaje de unión y convivencia con la facción vencedora.
Argentina tendrá un volantazo en casi toda materia de política pública y se esperan meses de incertidumbre donde elementos fundamentales que caracterizan a nuestro país están en juego.
