La aparición del fenómeno Milei ha sido entendido en general como una manifestación similar al surgimiento de partidos de la derecha liberal que expresan un descontento con el nivel de intervención estatal en la sociedad.
Para expresarlo gráficamente, el discurso de Milei, que replica una postura casi anarco liberal, más allá incluso de sus amados Friedrich von Hayek y Ludwig von Mises claramente se ubica a la derecha del discurso de Juntos por el Cambio, que puede resumirse en la frase del socialdemócrata alemán Willy Brandt ("tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario"), utilizada durante su campaña para a las PASO del 2015, por el candidato radical Ernesto Sanz.
La política lo entendió así inicialmente, y movió sus fichas ya sea para utilizar esa emergencia a su favor, para neutralizarla, o bien para dañar al principal adversario político. De este modo, se trató con seriedad a un personaje que en cualquier institución sería expulsado no más por su conducta absolutamente disfuncional -salvo que fuera una institución para recobrar la salud mental-.
Obviamente su discurso extremo propone una revolución antiestatista que ni Margaret Thatcher ni Ronald Reagan con sus profundas reformas ni siquiera se acercaron a ella.
Lo que era (y es) básicamente un personaje de caricatura que asume intencionalmente los modos y gestos propios de un marginal, pasó a ser considerado, dada su presencia en los medios y cierta fascinación que despertaba naturalmente en las audiencias como una amenaza cierta y presente para Juntos por el Cambio, dada su también supuesta colocación a la derecha del espectro político.
Quien se presentaba intencionalmente como un personaje de caricatura, fuera de sí, con un peinado a la Dragon Ball Z, y vestido como un modo del swinging London de los '70, de repente, empezó a ser respetado y seducido por parte de la casta a la que tanto denosta en sus apariciones públicas. Ni más ni menos que el ex presidente, Mauricio Macri, manifestó que compartía las ideas de Milei, pese a que la empresa familiar se hizo multimillonaria gracias a los negocios con el Estado, y que en su Presidencia no pudo ni con el déficit fiscal, ni con la inflación, ni con los subsidios Urbi et Orbi, como se hubiera esperado de un ultra neoliberal como Milei.
La acción del ala derecha de Cambiemos, que coincidía en el análisis de la situación con el efectuado en los think tanks de La Cámpora (o tanques de zinc) para neutralizar la acción de Milei fue darle seriedad a un personaje virtual. El resultado de esa estrategia neutralizadora está a la vista: de personaje estrambótico y mediático pasó a ser un político serio, y todo, paradójicamente, a pesar de él.
Tomarse seriamente a la amenaza Milei cuando recién iniciaba su actuación política (literalmente hablando) evitar lo que los pilotos de aviones llaman el "efecto túnel": concentrarse demasiado en un solo componente de una cuestión compleja. Por ejemplo, si realmente Milei corría por "derecha" a Juntos por el Cambio. Por ejemplo, si la imagen de Milei crecía realmente en los sectores sociales afines con una versión extrema de un mercado sin restricciones.
Más allá de los estudios de imagen pública, a través de encuestas y focus groups, hubo un acontecimiento que aportó datos precisos, sobre el efecto que estaba teniendo el fenómeno Milei sobre millones de votantes: estas fueron las elecciones de renovación parcial del Congreso, especialmente, las realizadas en la Ciudad de Buenos Aires, bastión del PRO, y distrito en donde él se presentaba como candidato a diputado. También, Milei tuvo representación en la provincia de Buenos Aires, aunque con un candidato con cierta imagen propia, y al que más que apoyar se marcaron mutuamente sus diferencias. El excandidato a la presidencia en el 2015, José Luis Espert, que obtuvo poco más de medio millón de votantes.
Sin embargo, en las elecciones de renovación parlamentaria, y pese a que la lista que encabezaba Milei obtuvo casi 14 puntos porcentuales, Juntos por el Cambio no empeoró su performance electoral de 2019, cuando nadie siquiera Milei, imaginaba su futuro político.
Por el contrario, Milei no afectó el rendimiento electoral de Juntos por el Cambio, que creció casi dos puntos respecto a las elecciones anteriores a diputado nacional en CABA (de 47% a 48,84%. Es cierto Juntos por el Cambio subió ese punto pese a obtener 40.000 votos menos, cuestión que se explica por una menor participación electoral en el 2021 que en 2019 típica de las elecciones de renovación parlamentaria frente a las presidenciales. Pero esos 40.000 votos menos no pueden explicar el fenómeno Milei que obtuvo 240.000 votos, y dado que su porcentaje también subió gracias a esa menor participación electoral. En realidad, el que perdió más de 160.000 votos fue el Frente de Todos.
Estos datos son públicos, están en Internet, producto de la decisión de todo el universo de votantes de CABA, y no de un muestreo de solo una pequeña parte de la población. Cuando se hace un análisis por Comunas de la CABA, Milei obtuvo buenos resultados en el sur de la Ciudad, por ejemplo, en Villa Lugano: o sea, lo votaron empleados públicos que perderían automáticamente su trabajo, sectores sociales subsidiados que quedarían a la intemperie sin esa ayuda, etc, etc,etc.
Cuestión que se repite en la provincia de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio obtuvo en el 2021 más de 250.000 votos que en el 2019 y Espert sacó más de 418.000 votos, pero el Frente de Todos perdió1.800.000 votos, muchos de los cuales fueron a pequeños partidos que obtuvieron menos del 1,5% de los votos, en su mayoría sellos de goma vecinales auspiciados por intendentes peronistas y algunos movimientos sociales.
En el 2015 el Frente para la Victoria había perdido por la división que significó la aparición del Frente Renovador de Sergio Massa, que llevó como candidato a gobernador de la provincia a Felipe Solá. En el 2021 el Frente de Todos pierde, no por traslación de votos a Juntos por el Cambio, sino por la dispersión en lo más bajo de la pirámide social de su voto tradicional.
La interpretación ideológica a partir del discurso anarco liberal de Milei no explica su performance electoral. Sus votantes encuentran en ese personaje marginal un vehículo para expresar su bronca, indignación y malestar frente a la política en general, y en el 2021 especialmente contra la fuerza política que gobierna a nivel nacional.
Ordenándose la política hasta el momento por el fenómeno de la grieta, en el que los votantes lo hacen fundamentalmente en contra de la fuerza en sus antípodas, Milei no está en un extremo sino en un centro alternativo a los dos polos. Milei se constituye en una grieta feroz contra la grieta.
Por lo tanto no es un Marine Le Pen vernáculo, que si accede al balotaje será derrotado por el centro y la izquierda sumando sus fuerzas. Prevaleciendo el voto en contra del otro, si Milei pasa a la segunda vuelta puede ser un vehículo para que los votantes que perdieron, voten en contra de su antagonista histórico.
Milei se diferencia de Massa, que supo construir un espacio alternativo entre el peronismo y el no peronismo, con su "ancha avenida del medio". La de Milei, en cambio, con su centralidad rabiosa puede llegar a ser una verdadera "Highway To Hell" (AC/DC dixit).