Por Daniel Buquet (*)
Se pone en marcha el proceso electoral en Uruguay y todo indica que en noviembre habrá un balotaje entre Daniel Martínez del Frente Amplio y Luis Lacalle Pou del Partido Nacional
La sabiduría popular reconoce que la cadencia uruguaya es mucho más pausada que el vertiginoso ritmo argentino. Esto vale para la música, el fútbol, la vida cotidiana y también para la política. El domingo 30 de junio se realizarán las elecciones internas en Uruguay, que incluyen una primaria presidencial. Argentina y Uruguay son los únicos países en el mundo que establecen una instancia electoral general previa a las elecciones nacionales, que es obligatoria para todos los partidos políticos. Pero fuera de esta similitud, las internas uruguayas tienen muchas diferencias con las PASO, aunque bien podrían tener la misma denominación; son primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias para los partidos. Pero se distinguen, por un lado, en que las elecciones internas uruguayas no tienen voto obligatorio y, por otro, que las únicas candidaturas que dependen de esa instancia son las presidenciales. Ni siquiera la candidatura a vicepresidente se dirime en esa votación, sino que queda en manos de la convención partidaria que se elige en la ocasión. Pero además de tener reglas diferentes, la dinámica política uruguaya también es más morosa; la oferta electoral y las preferencias ciudadanas cambian a un ritmo más lento que del otro lado del charco.
Los tres principales partidos políticos uruguayos, el Frente Amplio (FA), el Partido Nacional (PN) y el Partido Colorado (PC) siempre comparecen a la interna como tales, sin alianzas novedosas, y son los únicos que ofrecen competencia por la nominación presidencial. Los acompaña un numeroso grupo de partidos pequeños que, carentes de atractivo para los votantes, padecen la instancia con el único objetivo de superar el mínimo de 500 votos que los habilite para participar en la elección nacional.
El FA, en esta ocasión, presenta una renovada oferta de precandidaturas presidenciales, luego que sus viejos referentes (Vázquez, Mujica y Astori) quedaran excluidos de la competencia. El favorito es el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, dirigente del Partido Socialista con una vasta trayectoria política y que cuenta con el apoyo del ala moderada del FA, el Partido Socialista y el Frente Líber Seregni, que conformaron el “astorismo” en 2009. Los principales sectores que en aquel momento constituyeron el “mujiquismo” no lograron un acuerdo esta vez. El Moviemiento de Participación Popular, grupo liderado por Mujica, decidió impulsar la candidatura de Carolina Cosse, ex ministra de Industria y Energía.
Por su lado, el Partido Comunista postuló al dirigente sindical y exlegislador Oscar Andrade. Finalmente, se presentó la candidatura independiente de Mario Bergara, ex presidente del Banco Central y ex ministro de Economía, vinculado al “astorismo”. Los tres contendientes de Martínez, si bien no tienen chance de ganar, son figuras más jóvenes con un fuerte potencial de proyección política en el futuro. Por su parte, el PN, principal desafiante del gobierno, reproduce el esquema de competencia que tuviera en 2014. Lidera las preferencias el senador Luis Lacalle Pou, candidato presidencial derrotado en el balotaje de 2014.Y vuelve a competir con él un disminuido Jorge Larrañaga, derrotado en la primaria anterior y hoy ya sin chance. En buena medida el deterioro de Larrañaga se debe a la escisión de un grupo de dirigentes de su sector que hoy promueven la candidatura presidencial del Intendente de Maldonado, Enrique Antía. Pero la novedad que ha atrapado a los medios de comunicación en la primaria nacionalista es la aparición de un outsider, una especie de Donald Trump uruguayo, que, sin absolutamente ningún antecedente político, ha invertido sumas astronómicas en promover su figura, logrando porcentajes significativos en las encuestas de intención de voto, pero sin ninguna chance de resultar nominado.
Finalmente, el PC muestra una competencia en la que conviven los extremos de renovación y restauración. Por un lado aparece el dos veces presidente Julio María Sanguinetti enfrentando, en la que luce como la primaria más competitiva, a Ernesto Talvi, destacado economista cercano al partido pero sin trayectoria política anterior. Los acompaña, pero sin chance, José Amorín Batlle, líder de la “Lista 15”, el sector interno más antiguo del partido.
En un país donde el sistema político es muy estable, las elecciones internas de los partidos son un espacio que abre oportunidades para la renovación de liderazgos, pero es muy poco probable que generen algún impacto que modifique el escenario político previsible. Inmediatamente después de conocidos los resultados, los partidos deberán completar las fórmulas. En el FA deberá ser una mujer y podría ser Cosse, en el PC irán Sanguinetti y Talvi en ese orden o al revés y todavía no se perfila con claridad la vice del PN. Pero ya se puede prever que la presidencia de Uruguay se va a dirimir en noviembre en un balotaje entre Martínez y Lacalle Pou.
(*) Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República