A tres meses de las elecciones, Biden lleva una ventaja de 9 puntos que no es fácil de descontar en un contexto de pandemia y desempleo
Faltan tres meses para las elecciones presidenciales y el 56% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Donald Trump y el 68% considera que el país está siguiendo un camino equivocado. Por eso no sorprende, que según el promedio de las encuestas sobre intención de voto que realiza el sitio Real Clear Politics, Joe Biden le lleve una ventaja de 9 puntos a Trump. Hasta ahora, nadie pudo revertir esa situación en tan poco tiempo. En las elecciones en las que compite un presidente en ejercicio, la consideración que se hace sobre su primer mandato es siempre el principal factor para determinar el voto. En definitiva, las elecciones las ganan y las pierden los gobiernos.
Biden, además, encabeza las preferencias por 6 o 7 puntos en los llamados “swing states” que son aquellos que no tienen un comportamiento político definido y que por lo tanto pueden cambiar de una elección a otra y por eso se lo considera decisivos para determinara el resultado. En casi todos ellos, Trump le ganó a Hillary Clinton en 2016 por menos de 2 puntos y eso le permitió, pese a perder en el voto popular, reunir una mayoría de 304 electores de un Colegio Electoral que tiene 538 integrantes. En tres de esos estados, Pennsylvania, Wisconsin y Florida, Biden podría sumar 59 electores que pueden ser decisivos para reunir los 270 que son necesarios para obtener la Presidencia, si como todo indica, retiene los 227 que obtuvo Hillary. En la mayoría de los estados del país gana siempre el mismo partido por lo cual solo unos pocos son realmente competitivos, y de allí la atención que reciben por parte de los candidatos.
Trump recibe muy bajas calificaciones cuando se juzga su respuesta a la pandemia. En Estados Unidos ya murieron 150.000 personas por el coronavirus, más que en cualquier otro país, y superarían los 200.000 al momento de las elecciones. Con menos del 5% de la población mundial, tiene casi el 25% de los fallecidos. Su negación primero, su caótica y zigzagueante respuesta después, con los resultados que están a la vista, hacen que la evaluación del desempeño de Trump en ese terreno sea irrecuperable. Pero el Presidente recibe mejores calificaciones a la hora de juzgar su manejo de la economía que venía mostrando un buen desempeño en los últimos años con una tasa de desempleo que había bajado a 3,5% en febrero. Por lo tanto, el eje de la campaña de Trump será sostener que ya demostró en la prepandemia que sabía conducir la economía, entonces nadie mejor que él para liderar la recuperación pospandemia. De todas maneras, la tasa de desempleo se ubicaría por encima del 10% a principios de noviembre y millones de estadounidenses que perdieron su trabajo entre marzo y abril no lo habrán recuperado porque la recomposición del mercado laboral se ralentizó. Ese escenario parece incompatible con un triunfo de Trump aunque pueda argumentar que es consecuencia de una crisis externa.
Otro punto que el Presidente buscará destacar durante la campaña es que tuvo una actitud firme frente a China a la que obligó a negociar sobre las diferencias comerciales que se venían arrastrando desde hace años. Hay un fuerte sentimiento anti-China en la sociedad estadounidense que Trump buscará canalizar a su favor.
Luego de la sorpresa que produjo Trump en 2016, todos los analistas son muy cautos a la hora de hacer pronósticos aunque las encuestas sean, incluso, mucho más contundentes que entonces. En un contexto que parece muy adverso para sus pretensiones, Trump cuenta con un dato a favor y es la fuerte adhesión que conserva en su base electoral a la que no defraudó durante estos cuatro años porque hizo lo que se esperaba de él. En un país en el que las elecciones no son obligatorias, lograr una fuerte movilización de la base propia es fundamental. Como en el resto del mundo, las identidades políticas son cada vez más fuertes y en muchos casos pueden llegar a superar consideraciones coyunturales para determinar el voto.
La figura de Biden, por el contrario, no genera entusiasmo. La coalición anti-Trump es mayoritaria y creciente, pero Biden tiene el desafío de movilizarla. En ese punto, la elección de su compañera de fórmula puede ser importante para entusiasmar a la base demócrata.
En un año atípico en el mundo, la campaña presidencial de Estados Unidos también lo será. Dos instancias clave, tendrán un formato diferente. Las convenciones partidarias no tendrán el despliegue que las caracteriza. La concurrencia a la de los demócratas que se realizará en Milwaukee se redujo de 50.000 a 300 participantes. La republicana que se iba a llevar adelante en Jacksonville se hará de manera virtual. Los debates presidenciales también tendrán características distintas. Por otra parte, no habrá actos masivos, algo que afectará más a la campaña de Trump que a la de Biden.