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Apogeo y caída del Frente Renovador: un juego de mapas

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04 junio de 2015

(Columna de María Esperanza Casullo y Santiago A. Rodríguez)

La erosión del Frente Renovador es evidencia de que el federalismo sigue teniendo dos niveles, no tres, y que las provincias, y sus gobernadores, tienen más capacidad de presión que los intendentes

Como ningún otro espacio, la suerte electoral del Frente Renovador de Sergio Massa estuvo, desde su origen, atada a los mapas. Si bien como dice la frase "toda la política es local", Sergio Massa fue tal vez quien hizo más énfasis en la territorialidad como fuente de construcción política. Tanto el movimientismo peronista como la partidización radical dependieron del territorio pero no eran "el" territorio: sus construcciones políticas refieren a algo que viene “de arriba hacia abajo”, a un liderazgo, a una historia o a un ideario universalista, siempre construidos primero a nivel nacional para luego interactuar con los territorios, y, por eso, resulta tan difícil pensar a la UCR como una simple suma de intendencias sin ambición de ser un partido con ideología y ambiciones nacionales.

Sergio Massa, en cambio, prometió una política de abajo hacia arriba: ir de las intendencias a la Presidencia, de lo municipal a lo nacional. Por eso escuchamos hablar tanto en 2013 de “la revolución de los intendentes” con son a ese “primer mostrador del Estado” que, justamente por estar “en contacto diario con la gente”, son aquellos que conocen “de necesidades y de gestión antes que de ideología”. Estos intendentes, pragmáticos, muchas veces jóvenes, exitosos, aparentemente desideologizados, sólo necesitaban, nos decía Massa, “que les desaten las manos” para salirse así de la dura sujeción político-partidaria ejercida tanto por el autoritarismo kirchnerista como por el anquilosamiento partidiario de la UCR. El municipio, decía Massa, renovaría así la vida política nacional de manera definitiva.

Esta idea era novel. Sin duda, un discurso que reivindique lo local contra lo nacional no es nuevo. Pero, hasta ahora, este discurso ha estado imbricado con el federalismo como bandera provincial. Plantear el municipio como un principio de formación de clivajes identitarios representaba una idea intrigante. Ciertamente, desde los '90 y gracias tanto a la descentralización menemista como a la relación directa entre el Ministerio de Planificación y los intendentes del kirchnerismo, los gobiernos municipales tomaron un protagonismo inédito. Pero Massa fue más allá. Como dijo Andrés Malamud recientemente, la apuesta de Massa es que el el federalismo argentino tenga efectivamente tres niveles y no sólo dos.

Hace un año, en “Juegos de hegemonía política en la provincia de Buenos Aires” recorrimos el devenir de la construcción “de abajo hacia arriba” del nuevo municipalismo massista hasta mayo de 2014. Hoy, pasado un año, compararemos los acercamientos y alejamientos devenidos al FR en la provincia de Buenos Aires en tres momentos. Como veremos, lo que en un inicio amenazaba con ser una marea destinada a cubrir el mapa de la provincia tuvo, sin embargo, un momento de pico y se ha reducido en el último tiempo, notablemente.

Elecciones octubre de 2013: 18 Intendentes (Gustavo Posse oficialmente se unió al Frente Renovador el 30/10/2013 y Jorge Macri nunca dejó el PRO, más allá de la alianza electoral circunstancial).

Diciembre de 2014: 25 intendentes (punto de mayor cantidad de intendentes renovadores)

2 de junio de 2015: Sergio Massa cuenta hoy con 17 intendentes, uno menos que en octubre 2013. Gabriel Katopodis de San Martín, entre otros, se rumorean están próximos a dejar el FR.

Los mapas son elocuentes: de una sola mirada resulta evidente la disminución de la base de apoyo territorial del massismo en lo que aún hoy representa su principal capital político: la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, hay todavía datos para que el FR conserve un cauteloso optimismo. Con 17 intendentes como base, ganó la elección a diputados del 2013, algo que lo catapultó a la escena nacional. El tigrense aún tercea en otras provincias, con un escueto pero importante margen que permitiría, en teoría, volcar algunas elecciones. En Jujuy, por ejemplo. En virtud de esto, y de su alianza con José Manuel de la Sota en el espacio UNA, es que Sergio Massa (no tanto el Frente Renovador) ha encontrado algún sostén. Una encuesta reciente de ARESCO, le otorga 17 puntos de intención de voto a presidente en la PBA, lejos de Daniel Scioli y Mauricio Macri pero muy por encima de Margarita Stolbizer y Ernesto Sanz.

Como un dato, podemos decir que, al día de hoy, esos 17 intendentes que apoyan explícitamente al Frente Renovador son menos que los que se contabilizan entre la UCR y aliados, sin sumar a los que se agrupan en el centenario partido pero se han expresado públicamente por el PRO. Esta virtual paridad entre quienes supuestamente estaban destinados a ganar la provincia y quienes eran teóricamente casi testimoniales obliga a detenernos en la cantidad de electores que habitan dichos distritos y allí los “renovadores” gobiernan a un envidiable 14% del padrón, frente al 4% de los herederos de las boinas blancas. Si bien es la mitad que hace 5 meses, no es para nada menor.

Ahora, sin embargo, vienen las malas noticias. Como señaló Pablo Ibáñez, el problema que tiene Sergio Massa es que sus aliados no lo juzgan por lo que vale hoy, sino por lo que valdrá en agosto y en octubre de acuerdo a la tendencia de los últimos meses, y allí las cosas no se ven bien. Si hoy Massa mide 17 puntos, esto lo deja, al proyectar la tendencia, en 6 o 7 puntos en octubre. Una apuesta demasiado riesgosa para un intendente que se juega su reelección.

Pero no sólo puede decirse que Sergio Massa ha sufrido un éxodo de intendentes. Lo más grave es el éxodo de qué intendentes y en qué zonas.

A continuación se presentan los mapas comparativos del apoyo al Frente Renovador en el riñón mismo de su base: la Primera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires. Así como gran parte de las perspectivas del FpV en provincia dependen de la Tercera Sección, el FR nació desde y para el norte: si cae la Primera, se cae todo.

Elecciones octubre de 2013

Diciembre de 2014

Junio de 2015

La primera sección pende de un hilo. Así como en una nota anterior describimos la problemática relación del panradicalismo con la provincia de Buenos Aires, pese a administrar un buen núcleo de intendencias, su “riñón” electoral tiene menos población y votos que las secciones fieles al peronismo, decimos ahora que la erosión del Frente Renovador en la Primera Sección amenaza sus perspectivas de manera dramática, porque es solo en la Primera Sección, tras la salida de Almirante Brown en la Tercera, donde quedan los partidos de mayor cantidad de electores.

Por ejemplo, si Gabriel Katopodis, intendente del partido de San Martín, pegara el garrochazo inverso, el Frente Renovador perdería de un plumazo un tercio de los electores gobernados en la primera y casi 20% del total en la provincia. Sería probablemente game over para el sueño y una campaña, salvo que ésta fuera sólo testimonial.

En síntesis, Sergio Massa tiene que elegir entre dos malas opciones: tiene demasiado capital político para bajarse, pero tiene demasiado poco para ser líder creíble de una coalición territorial como la que busca construir.

Conclusión

Hablar con el diario del lunes es fácil y los análisis de estos días abundan en diagnósticos sobre los errores de construcción del massismo. Algunos hubo, sin duda, pero hay que reconocer que la candidatura a presidente de Massa enfrentaba limitantes estructurales que volvían el proyecto de difícil desarrollo. Para comenzar, era aventurado construir en simultáneo y en menos de dos años la figura de Massa y un partido político nacional: al Frepaso le llevó varias elecciones proyectar a sus candidatos, y Mauricio Macri ya lleva ocho años de gobierno y una vida frente a los medios nacionales.

La rapidez de la erosión del mapa de apoyo territorial del Frente Renovador es evidencia de que en Argentina el federalismo sigue teniendo dos niveles, no tres, y que las provincias, y sus gobernadores, son actores más capacidad de presión que los intendentes. Plantear la “revolución del municipalismo” era de alguna manera alterar sus jerarquías naturales. Es cierto que los intendentes del Conurbano tienen línea directa con el Gobierno Nacional, pero en eso constituyen la excepción, no la regla. ¿Admitirían los gobernadores “el poder a los intendentes”? De la Sota es el primero en decir que no.

Finalmente, hay que decir que lo nacional todavía importa en la política argentina. El federalismo y el uso político de un discurso que opone lo subnacional a lo nacional no es nuevo. Sin embargo, aún, esto no es suficiente para ganar una elección presidencial. “El federalismo” o “lo local” como banderas políticas son atractivas y pueden ganar elecciones legislativas o provinciales (como muestra el MPN neuquino), pero no dejan de ser un discurso con un tono defensivo y poco esperanzador para el conjunto del electorado que gusta de imaginarse, al final del día, como parte de algo más grande.

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