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“Cambiemos tiene más margen de error con el PJ dividido"

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29 septiembre de 2016

(Por Néstor Leone para El Economista)

“Si Vidal consigue los fondos de reaparación del conurbano, la oposición está en problemas”, sostiene María Matilde Ollier, investigadora, especialista en procesos políticos en la provincia de Buenos Aires y decana de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín. Y agrega: “No es tan sencillo que pueda lograrlo, pero sería un respaldo muy importante, incluso más allá de los recursos”. En esta entrevista con El Economista, además, describe la persistencia de una provincia “atrapada” en la lógica nacional, como describió en su libro Atrapada sin salida. Buenos Aires en la política nacional (1916-2007) y considera que la elección de 2017 será clave para la consolidación o no de Cambiemos como coalición de gobierno.

La emergencia de María Eugenia Vidal y del PRO, en la provincia, significan un quiebre respecto del predominio justicialista previo. ¿En qué otros aspectos detecta rupturas y en cuáles otros continuidades? No estoy tan segura de cuanto poder perdió el peronismo en la provincia. Obviamente, perdió el Estado provincial, una fuente formidable de recursos. Pero hay que tener cuidado con este punto. Probablemente, Vidal tiene hoy más aceptación que cuando fue a las elecciones en octubre pasado. Porque, en la gestión, evidentemente, sumó puntos. Dicho esto, también hay que decir que ganó porque el peronismo fue dividido a las elecciones, entre el Frente para la Victoria y el Frente Renovador, y porque Aníbal Fernández era muy mal candidato. El año próximo, las elecciones legislativas nos darán una mirada más ajustada del poder real que tiene cada fuerza.

Remitiéndonos a su libro “Atrapada sin salida”. ¿Sigue la provincia de Buenos Aires atrapada en la política nacional?

La gobernadora es hoy del mismo partido del Presidente. No siempre sucedió así cuando no gobernó el peronismo. Con Fernando de la Rúa no ocurrió así, por ejemplo. Y cuando hubo gobernadores del mismo partido, también se dieron disputas. Entre Carlos Menem y Eduardo Duhalde, por ejemplo. O entre Cristina Kirchner y Daniel Scioli. Y siempre la provincia enredada en la política nacional, sin candidatos que crecen en ella. En Corrientes, los candidatos a gobernadores o a legisladores son correntinos. En Chaco, chaqueños. Con carreras políticas largas en esos distritos. Eso no pasa en la provincia de Buenos Aires. De hecho, Vidal era vicejefa de Gobierno de la Ciudad. Cristina Fernández de Kirchner fue senadora no habiendo sido más que estudiante en La Plata. Ahora se abre un horizonte que pareciera ser de mayor colaboración entre el presidente Mauricio Macri y Vidal. Cuánto la provincia puede ganar en más autonomía en relación al Ejecutivo Nacional y cuánto puede entrar en disputa, es algo no sabemos. Que el tiempo dirá.

Siguiendo ese hilo, con Vidal y buena parte del gabinete, existe una especie de porteñocracia para gobernar la provincia.

Claro, son dirigentes importados. Y es una lógica que se repite. Siempre la ciudad de Buenos Aires tiene mayor visibilidad. Insisto, también, en el hecho de que Aníbal Fernández era un mal candidato y que eso colaboró para su triunfo.

Si se observa lo importante que parece para Cambiemos una buena performance en las legislativas del año próximo, la lógica nacional vuelve a reaparecer, pero de otro modo.

El tema siempre es tener un buen candidato. Pero en la provincia de Buenos Aires eso no es fácil. Por esta lógica de nacionalización de la provincia y porque hay varias Buenos Aires, con el interior y el conurbano. Hay bastante diferencias en cuanto a cómo votan y en las preferencias. Cambiemos hoy no tiene candidatos firmes, y los necesita. Pero nadie los tiene todavía. Podríamos decir que el Frente Renovador, con Sergio Massa. No obstante, es un hombre de la política nacional.

En la provincia se observa una coalición de gobierno más amplia que a nivel nacional, con un acuerdo, incluso, con el Frente Renovador que se expresa en la presidencia de una de las Cámaras. ¿Podrá sostenerse en el tiempo?

Es claro que Vidal logró un acuerdo más amplio. Y su fórmula incluía a un radical, como Daniel Salvador, cosa que no sucedía a nivel nacional, que tenía una fórmula PRO pura y porteña. Sucede también que, para Massa, resulta más fácil hacer esos acuerdos en la provincia porque queda menos expuesto. Massa confronta y acuerda según cómo lee la política nacional. Pero, insisto, hay que mirar con atención lo que suceda en las legislativas del año próximo. Y ahí cada uno va a tener que hacer su juego. Quizá a partir de febrero o marzo. Ahí puede darse un experimento interesante, con innovaciones, que es una de las cosas más ricas de la política: acordar y competir al mismo tiempo. O no.

¿En qué cree que se puede dar?

No digo en términos de inflación o de macroeconomía, porque no están en manos de la gobernadora. Pero sí en seguridad, por ejemplo, con acuerdos estratégicos y políticas comunes. Por otra parte se da esta particularidad de imágenes altas de los gobernadores en la provincia. Vidal la tiene. Pero también la tenía Daniel Scioli y, más atrás en el tiempo, Eduardo Duhalde, que también gobernó durante dos períodos. Pareciera una característica de los bonaerenses: tener en alta consideración a sus gobernadores. Y es probable que ella mantenga su alta aprobación. De todos modos, la consolidación del poder de un gobernante en democracia se evalúa mucho por el nivel de aceptación en las urnas, además de la opinión pública. En este caso, la opinión pública la tiene a favor. Veremos las elecciones.

La provincia tiene casi el 38 por ciento de la población nacional y, como dijo, resulta varias provincias a la vez. A su vez, es la de mayores recursos, pero también tiene un déficit estructural recurrente. Vidal planteó la necesidad de quitarle el tope al fondo de reparación histórica del conurbano. ¿Se puede dar? ¿Cuánto cree que cambiaría la dinámica política bonaerense?

No hay dudas de que, si la gobernadora consigue esos fondos, la oposición tiene un problema muy importante. Su poder político se vería favorecido por estos recursos. De todos modos, la provincia tiene tres senadores igual que las otras. Y el poder federal está repartido. No es tan sencillo que pueda lograrlo. Se necesita mucho despliegue del Presidente y un acuerdo amplio con la oposición. El solo hecho de conseguirlo sería un respaldo muy importante, incluso más allá de los recursos.

Recién hablábamos de que la provincia queda atrapada en la lógica nacional. No obstante, en los últimos años ganaron peso los intendentes y el poder territorial que representan. En particular, los peronistas, sin gobierno provincial y nacional, se muestran activos y con pretensiones de jugar un rol clave en el armado de cara a las legislativas. ¿Cómo lo evalúa?

Ese fenómeno cobró fuerza en 2013, con la liga de intendentes que acompañó a Massa, cuando decidió romper con el kirchnerismo. Eso quedó suspendido por las elecciones de 2015, cuando los intendentes se reacomodaron como pudieron, y hoy el fenómeno parece reorganizarse. Con bastante autonomía de los poderes nacionales y provinciales. Como si tomasen conciencia del poder territorial que tienen y que eso se convierte en votos. Pero ese momento de autonomía puede estar ligado a la falta de liderazgo del peronismo, un liderazgo que aglutine a las partes. Ese es el gran desafío que hoy tiene. Al no tenerlo, es una ventaja para Macri. Es decir, Cambiemos tiene hoy muchas más posibilidades de equivocarse, más margen de error, con menos riesgos, que si el peronismo ya estuviese organizado y con un liderazgo claro. En el peronismo, lo que legitima el liderazgo son los votos. No hay posibilidades de trenza interna que reemplace esa instancia. Por eso es muy importante 2017 para empezar a reconstruir ese liderazgo.

¿Cómo ve ubicado al kirchnerismo y a Cristina Kirchner en esa disputa?

Cristina Kirchner puede ser candidata el año que viene pero por el kirchnerismo, no por el peronismo. Es más, divide el voto peronista y favorece a Cambiemos. Estaría el Frente Renovador, por un lado; el peronismo, por el otro; y el kirchnerismo, por el otro. Y la posibilidad de Cambiemos de ganar hasta por un voto.

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