(Columna de Mariano Fraschini y Nicolás Tereschuk)
El presidente Mauricio Macri se anotó el primer triunfo político legislativo, luego de que el Congreso aprobara de forma contundente la anulación de la llamada ley cerrojo que habilita al Poder Ejecutivo a endeudarse en el mercado internacional con la finalidad de pagarle a los “fondos buitre”. Y lo logró con una mayoría que superó la fronteras de la coalición Cambiemos, al contar con el apoyo de sectores del Frente para la Victoria (pocos en diputados y muchos en el Senado), de la casi totalidad del Frente Renovador, del GEN, del Socialismo y del Bloque Justicialista. Con casi las dos terceras partes de la Cámara de Diputados y superando esa cifra en la del Senado, el gobierno se fortalece de cara al ciclo legislativo que se avecina en una año muy complicado en las variables económicas.
En ese marco, nos preguntamos: ¿Será este Congreso multicolor una “escribanía” de Macri? ¿Será el peronismo un opositor en la calle y un aliado en el poder legislativo? ¿El massismo seguirá votando las leyes oficialistas en bloque? ¿Será el Bloque Justicialista el nuevo aliado legislativo del Gobierno? ¿Estaremos ante un nuevo tipo de “democracia delegativa” en el que el Congreso oficia como un poder que viabiliza en forma veloz las leyes enviadas por el Ejecutivo?
Hay un texto que siempre nos llamó la atención de la politóloga Mariana Llanos en el que analiza las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo durante las presidencia de Carlos Menem. Tomando como guía de lectura al texto fundacional de Guillermo O'Donnell “Democracia Delegativa”, Llanos analiza los dos mandatos del expresidente justicialista a la luz del concepto de ese concepto. En ese escrito, la autora logra desentrañar minuciosamente el recorrido de una gran cantidad de leyes aprobadas durante la gestión de Menem, y logra descubrir que lejos de tratarse de un gobierno “delegativo”, el menemismo tuvo muchas dificultades para llevar adelante su agenda legislativa.
Desde allí que Llanos hable de tres fases durante aquella Presidencia peronista: una primera, que duró unos seis meses y que la autora denomina “delegativa”, una segunda que se extiende hasta el año 1995 que llama “cooperativa” y la última que dura toda la segunda presidencia de Menem a la que categoriza como “confrontativa”. Es decir, la fase de delegación dura escasos meses y es en donde el Congreso con mayoría radical en Diputados y peronista en el Senado, logra las leyes más sustanciales que darán lugar a la reforma del Estado.
La segunda fase es en donde el entonces oficialismo, con mayoría en ambas cámara discute “ley a ley” con el Ejecutivo.
Es interesante este punto: el peronismo en el Congreso ha tensionado ?al menos en algún grado? la relación con el Ejecutivo incluso con un presidente de su propio signo político. Esta instancia la autora la denomina “cooperativa” porque el presidente logra aprobar las leyes pero debe hacerlo con muchos cambios y en los tiempos del Congreso, no necesariamente los requeridos por la Casa Rosada.
Por último, la fase confrontativa preanuncia los tiempos de la renovación presidencial de 1999, en donde la emergencia de nuevos liderazgos en el interior del PJ complica la agenda legislativa presidencial y lo obliga a gambetear el Congreso emitiendo decretos de necesidad y urgencia para darle sustentabilidad a la política de privatizaciones u otras medidas. Llanos evaluaba en su texto que lo que O'Donnell llamaba “democracia delegativa” era sólo un momento (y un momento muy corto) dentro de las presidencias de Menem, y que en lo que hacía a las políticas de privatizaciones y liberalización del gobierno, las fases cooperativa -con condiciones- y confrontativas -de rechazo- fueron las que primaron en ese contexto histórico. La fase que más nos interesa analizar, a la luz del presente es la primera, ya que allí es cuando se constituye la coalición bipartidista que delega sus facultades en el flamante presidente. En esa etapa (la única donde se puede hablar de “delegación” según Llanos) la UCR presta un apoyo Legislativo a libro cerrado y el peronismo logra aprobar en minoría el marco que luego dará sustento a su política económica. La pregunta que nos formulamos entonces en este contexto es ¿Logrará Macri que su fase delegativa y sostenida en un multicolor apoyo legislativo, se extienda por más de una votación? ¿Se convertirá esta fase en el reaseguro del gobierno para su política de ajuste? Es interesante preguntarse, entonces cómo se irán moviendo?¿a la misma velocidad? ¿más rápido? ¿y en qué sentido?? la competencia por el surgimiento de liderazgos en esta nueva etapa del peronismo y los acuerdos que pueda lograr el Gobierno nacional en el Congreso. Por caso, en el Senado se escucharon muchos discursos de senadores que avalaban el pago a los fondos buitre pero que afirmaron que no se trataba de un “cheque en blanco” al Presidente. Algo de esto puede leerse también en los movimientos de dirigentes no kirchneristas del peronismo que decidieron no votar a favor del acuerdo con los fondos buitre. O de las señales de las cinco centrales sindicales reuniéndose en el Congreso con todos los bloques opositores de Diputados para analizar proyectos que paren los despidos y modifiquen el Inmpuesto a las Ganancias. De igual modo, están los gestos del Bloque Justicialista, donde milita Diego Bossio, en contra del “tarifazo” ¿Se trata de expresiones “para la tribuna”? ¿O se conformará en ese contexto una coalición “flotante” que intente poner límites a los múltiples -y en algunos casos muy importantes- recursos de poder con los que cuenta el presidente Macri?