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Kast vs. Boric

Chile: “giro al centro” de cara al ballotage

El 19 de diciembre se enfrentarán en un balotaje José Antonio Kast y Gabriel Boric: ambos vuelcan sus esfuerzos por conseguir los votos del centro para llegar a la presidencia chilena.

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Victoria Contreras del Olmo 07 diciembre de 2021

Tal como lo predecían las encuestas, habrá segunda vuelta electoral en Chile el próximo 19 de diciembre. En la misma se enfrentarán los dos extremos del espectro ideológico: José Antonio Kast, candidato de ultraderecha del Partido Republicano quien salió primero, ante Gabriel Boric, candidato izquierdista de Apruebo Dignidad. 

A pesar de haber alcanzado una gran distancia respecto a sus contrincantes, ninguno logró obtener el 50% necesario para consagrase en la primera vuelta. Asimismo, la distancia de tan solo 2,09 puntos entre los candidatos vuelve impredecibles los comicios y crucial las jugadas estratégicas de estos últimas dos semanas de campaña. Aunque los sondeos coloquen a Boric como el ganador, sería un error creer que no presenciaremos sorpresas en estos comicios. 

De esta manera, tanto Kast como Boric se preparan para salir a buscar los votos del centro y de los indecisos necesarios para consolidarse en el poder. En esta línea, la estrategia a seguir por cada uno para captar estos votos será crucial. No se debe olvidar también que en el país no es obligatorio votar, lo cual explica, en parte, la tendencia a la baja que experimenta el país en las últimas décadas. El claro ejemplo de esto es la reducción de más de 12 puntos porcentuales de participación entre 2009 y 2021. De acuerdo con lo que señalan diversos sondeos, el porcentaje de indecisos ronda el 15%, cifra que podría ser aún mayor para la segunda vuelta. En consecuencia, no se trata solo de conseguir los votos del electorado de los otros candidatos, sino también lograr que estas personas decidan ejercer su derecho.

En cuanto a la estrategia del candidato de Apruebo Dignidad, es posible evidenciar una moderación por parte de Boric, encaminándose hacia el centro. Además, siguiendo este camino, encaró este último tramo de campaña recorriendo distintas regiones de Chile, sobre todo aquellas en donde tuvo un peor desempeño, profundizando su mensaje de descentralización.

Por otra parte, vinculado al electorado al que apunta, probablemente sea al de Yasna Provoste, candidata del Nuevo Pacto Soical; de Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista; y de Eduardo Artés, de Unión Patriótica. En el caso de la primera candidata, la misma se mostró muy disconforme con los resultados, haciendo un llamado a los chilenos a “no permitir el avance del fascismo que representa Kast”. 

Asimismo, fue similar la postura de Artés, asegurando que luchará contra el “fascismo de Kast”, aunque rechazando respaldar a Boric. Por último, Marco Enríquez-Ominami, quien obtuvo un 7,6% de votos fue el candidato que salió claramente a apoyar al líder de Alianza Dignidad. No obstante, advirtiendo a Boric que, "Si usted no une, si usted sigue intransigente, perderemos". 

Por su parte, Kast avanza hacia el voto del electorado tanto de Parisi, como de Sichel, aunque, a diferencia de su rival, la moderación no caracteriza su campaña. En el caso de Parisi, si bien el candidato no manifestó ningún apoyo, su electorado se caracteriza por ser de centroderecha. Por esta razón, tiene sentido creer que sus votantes se volcarán por el candidato del Partido Republicano en esta oportunidad. Además, si se tiene en cuenta la encuesta de Pulso Ciudadano respecto a la segunda vuelta, entre los partidarios a Kast, un 42% votó por Sichel en primera vuelta y un 12,4% a Parisi. En cuanto a este último, a quien los sondeos lo ubicaban en segundo lugar previo al incremento exponencial de la popularidad de Kast, el candidato sostuvo luego de que se dieran a conocer los resultados que “es evidente que por la candidatura de izquierda no voy a votar". Sin embargo, agregó que tiene "diferencias programáticas con José Antonio Kast", aunque estaría "dispuesto a conversar hacia adelante".

De esta forma, seguramente serán caóticas las próximas dos semanas en Chile. A pesar de tratarse de tan pocos días, las estrategias de Kast y Boric serán cruciales para definir el futuro del país, el cual se encuentra cada vez más afectado por la profunda crisis social. Por esta razón, son muchos los especialistas que prestan especial atención a lo que sucede en Chile, sobre todo por el éxito de la ultraderecha a seis meses de la victoria de la izquierda. Analizar este suceso es esencial para comprender lo que está ocurriendo en la política chilena y por qué los extremos están llegando tan lejos en el país.

¿Paradoja chilena?

Son muchos los politólogos que hablan de una “paradoja” a la hora de analizar las últimas elecciones en Chile. Esto se debe a que los comicios de mayo del presente año marcaron un giro hacia la izquierda en el país. Incluso, en esa oportunidad la centroderecha quedó lejos de alcanzar el tercio necesario para influir en el contenido de la nueva Carta Magna. En consecuencia, las elecciones constituyentes representaron un gran golpe para Sebastián Piñera, demostrando el declive de poder del mandatario, al igual que el descontento con las fuerzas políticas a fines y los partidos políticos tradicionales. 

La percepción inmediata al 15 y 16 de mayo era la de un importante cambio en la política chilena, una decepción con los políticos históricos del estado y la de un fracaso del “milagro” chileno. El modelo económico liberal, reconocido a nivel mundial por su éxito, estaba en crisis y la desigualdad social se volvía cada vez más una realidad innegable. Después de todo, a pesar del crecimiento económico sostenido luego de la vuelta a la democracia, el país también tenía el mayor coeficiente de Gini entre los 35 estados de la OCDE. 

Por lo tanto, esto nos lleva a preguntarnos, ¿realmente existió un giro a la izquierda en Chile? El escenario político y social chileno post 2019 es uno sumamente complejo. En este sentido, es importante tener en cuenta que la victoria de Apruebo fue la clara expresión de la crisis de legitimidad y confianza del gobierno, al igual que el descontento social por el manejo del país. 

No obstante, esto no significó que el cien por ciento de los ciudadanos que votaron por la alianza “izquierdista” se sentían interpelados por esas ideas. En otras palabras, se trataba de un voto castigo, no solo a la administración de Piñera, sino a los partidos tradicionales chilenos. Esto hace que sea más fácil comprender el nuevo escenario político del estado, entendiendo que Chile no se trata de otros de los casos de la región que en los últimos años realizaron un giro hacia gobiernos más de izquierda. 

El gran error que se cometió desde el conocimiento de los resultados de las elecciones Constituyentes fue tratar lo sucedido como un fenómeno lineal que llevaba al país inevitablemente a lo que se conoce como los gobiernos de “nueva izquierda”.  Además, tal como demuestran estos comicios, el enojo con el arco político tradicional llevó, en realidad, a una creciente polarización política en el país. Esto explica por qué Kast se impuso ante Boric, a pesar de lo sucedido meses antes.

De esta manera, hablar de una paradoja al estudiar el caso chileno se trataría solo de un análisis superficial de lo ocurrido en el último tiempo. De hecho, así como está sucediendo alrededor del mundo, estamos una vez más frente al ascenso de partidos de ultraderecha en un contexto de creciente fragmentación de la sociedad. No obstante, el “giro al centro” de cara al ballotage se convierte en una obligación para los candidatos si desean captar los votos necesarios para llegar a la presidencia.

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